julio 30, 2010

Búscame - Capitulo IV

Hola. Nuevo capi de esta historia, que parece gustar. Solo una cosa: Comenten, ¿vale? O mientanmela, lo que sea XD

Matemos todas a la perra de Serena. Pero ya vera, esa maldita lo querrá de vuelta. Un pajarito me lo dijo XD ¡Perra!

Bueno, espero que disfruten el capitulo. Saludos :}

Capi dedicado a mi Cricri, por ser tan fiel ;)


Capitulo IV

Era tarde. El estúpido cacharro viejo que me dieron en el trabajo no arranco, no tenia permitido usar mi auto. Reglamento del jefe. Así que camine por la calle hasta llegar al tren. Eran al menos unas 4 o 5 manzanas. Y si ya iba tarde para que caminar rápido.

Ya en la estación, espere a que llegara el tren. Éste tardo al menos 10 minutos. La gente se abarrotaba al borde del andén. Me hice un poco para atrás. Choque con alguien.
-Lo siento – al voltear, la vi. Era ella, mi Serena. Sus ojos se abrieron tanto por la sorpresa de verme. Le sonreí.
-Deja de mirarla imbécil – de la nada un tipo de mi estatura me grito. Se veía musculoso, de cabello corto y negro, tes clara.
-Déjalo John, no me esta molestando –intento calmarlo pero él le aventó violentamente el brazo y la empujo un poco.
-Hey, la estas lastimando –mi instinto protector que despertaba cada que ella me decía que la molestaban o que la veía llorar.
-No te metas –el tipo me señalo. –Te romperé la cara sino te alejas ahora mismo.
-Vamos, John, no paso nada –Inútilmente ella intentaba calmarlo.
-Tu cállate, intento defenderte y te vale. Eres igual a todas las demás zorras –le grito en medio de toda la gente que se congregaba a nuestro alrededor.

Eso no, nadie más la llamaría zorra.

-Discúlpate –le dije con la mandíbula tensa.
-Ja –se burlo. – ¿Defiendes a esta zorrita? Venga hombre, pareces un tipo inteligente, ella no es nadie, nada. Solo basura.

La sangre empezó a hervirme.
-No puedes llamarla así –intente calmarme.
-Claro que puedo –alzo la cara. Miro a Serena que estaba roja como tomate. Igual por furia, igual por la vergüenza. No lo sabía con exactitud.
-John… -murmuro.
-Cállate estúpida –le grito.

Eso fue la gota que derramo el vaso. Deje de lado mi calma o lo poco que tenia y le propine un golpe que seguro recordaría el resto de su patética y miserable vida. Los gritos de sorpresa de la gente no se hicieron esperar. Serena se llevo las manos a la cara.
-No tenias que hacer un show de esto –me recrimino.

¿Qué? ¿Un show? Pero si la estaba defendiendo. Jamás la entendería.
Se arrodillo cerca de su acompañante, él la empujo.
-Aléjate de mí, zorra. No me toques – se puso de pie y me miro con furia.

Estaba listo para romperle la cara. Escupió la sangre acumulada en su boca, dio media vuelta y salio del andén. Cobarde, eso era.

Serena me miro aun con enojo. Frunció la boca.

-Serena…
-No me hables –grito.

Corrió fuera de la estación del tren. La seguí. Ya afuera no había rastro de su “amigo”. La tome del brazo y la hice que me mirara.

-¿Por qué lo hiciste? –pregunto, con llanto en los ojos.
-Te llamo zorra.
-Nadie debe saber que nos conocemos, Eric. Nadie, ese era el trato.
-Me estoy cansando del trato –confesé.
-Mala suerte –intento zafarse de mi agarre. No se lo permití.

Tome su rostro y la bese, valiéndome un comino que pasara alguien conocido y nos viera. Ella forcejeo, pero en instantes se calmo, siguió con gusto el beso. Sus labios suaves, me regresaban la esperanza, la esperanza de que algún día ella fuera toda mía, mía. Su lengua jugo con mi razón. Como pude camine hasta una pared y ahí pegue mi cuerpo al de ella. Estaba que ardía por ella. La necesitaba, la amaba…

-¿Te gusto? –dijo una vez que nos separamos.
-Si –sonreí.
-Que bueno porque no volverá a ocurrir.

Me dio una cachetada y camino decidida por la acera. Su reacción me dejo en shock. ¿Como es que no sentía nada por mi después de las caricias que nos dábamos?



Llegue a la oficina echando humo. Cameron lo noto y ni por equivocación se acerco. Que bien, estaría dispuesto a partirle la cara si llegaba con alguna de sus tontas bromas.

Creo que era hora de empezar a usar mi instinto de investigación y de mis privilegios de detective. Abrí el archivo de búsqueda y de rayo encontré lo que buscaba, su dirección, numero de seguro, todo.

Escribí la dirección, salí del edificio de policías. Nadie se cruzo en mi camino. Era mi día de suerte. Tome un taxi y en pocos minutos llegue a la dirección.
Subí como poseso las escaleras, no tenia tiempo que perder. Cruce el pasillo del edificio y antes de tocar la puerta con la intención de tumbarla, aspire profundo. La zona era bastante elegante. Seguro que era de familia acomodada. Quizá ese era el hecho de que nadie nos conociera. Bien, tenia que averiguarlo. Acomode mi ropa. Toque la puerta con los nudillos. Ésta se abrió. Una mujer con uniforme de servicio domestico me abrió la puerta.

-¿En que puedo ayudarle? –pregunto con voz amable.
-Busco a Serena Wild –Hasta su apellido reflejaba que era una fiera.
-La señorita Wild no se encuentra, ¿gusta dejar algún mensaje?
-No, solo… gracias.
-¿Quién la busca?
-Un amigo –sonreí.
-Claro, hasta luego –cerro la puerta.

No estaba en casa, seguro andaba por ahí. El punto era saber donde. Según los archivos de su vida, estudio en una escuela de arte. Sin darme cuenta caminaba por Central Park. Me senté cerca del lago artificial del parque. Tenía que haber alguna razón por la que Serena me cacheteara al besarla.

Mi celular sonó sacándome de mis absurdos pensamientos. Una tonta idea de que ella estuviera casada me punzo en el pecho. No podía estar casada, no. Solo tenía 23 años. ¿Podría ella haberse casado con el patan ese que la acompañaba por la mañana?, ¿tan poco se quería?, ¿compartir su vida con un completo imbésil?
Conteste el celular:
-Hable.
-¿Dónde diablos estas? –gritaba Cameron.
-En Central Park –conteste sin ánimos.
-Te buscan en la oficina… tu… hermana –dijo con un susurro.

En el acto colgué. Corrí hasta la venida y tome un taxi. ¿Cómo me encontró? Subí a mi oficina sin el uso del elevador. Temía que mi mala suerte aflorara y me dejara atascado el resto del día en el elevador, atrapado y sin poder verla de nuevo.

Serena estaba sentada en las sillas cerca del lugar de las denuncias. Se veía tan hermosa. Sus jeans desgastados, una blusa escotada y transparente, el cabello suelto le quedaba tan bien.

-Serena –murmure.
Alzo la mirada. Me miro fríamente. Eso no era buen indicio.
-¿Qué sucede?
-Tenemos que hablar –se puso de pie. –Hay una cafetería al final de la calle.
-Claro…

Se me adelanto al bajar las escaleras. Su cabello brincaba conforme bajaba las escaleras. Al fin abajo, salimos por las puertas de emergencia, en el callejón solitario detrás del edificio, se giro y me miro.

-Eres un completo imbésil, ¿sabes?
-No entiendo… -¿No tomaríamos un café?
-El trato se termino.
-¿Qué? –no podía creerlo. –No, no puede terminarse.
-Claro que puede. Hoy se termina.
-¿Por qué? –esto no podía estar pasando.
-Porque quiero.
-Dame una buena razón, Serena. Dámela –exigí.
-Eric… voy a casarme.
-¿Qué? No me digas que con el imbésil de la mañana… no me digas eso por favor.
-No, no es con él.

Cierta parte de mi se calmo. Solo cierta parte. Era un sueño, peor aun, una pesadilla. Ella se estrujaba las manos, nerviosa. Tomo aire profundamente un par de veces.

-No vuelvas a buscarme Eric. Por favor –pidió con un alo de tristeza.
-Serena…
-Promételo.
-No prometeré nada. Yo…
-Lo de nosotros jamás existió, solo fue sexo. Solo eso.

Sus palabras apuñalaron mi corazón. El día que más temía había llegado. Mi cobardía me había superado. Alguien más estaba en su corazón.

-Lo que paso…
-No digas que fue lindo porque… porque… porque fue más que eso y lo sabes –le dije dolorido.
-Si, fue más que eso, aun así, no deja de ser sexo casual Eric.
-¿Solo sexo? ¿Por eso llorabas en mis brazos? ¿Por eso venias a mi cada que algún patan te lastimaba? ¿O solo era cuando nadie quería acostarse casualmente contigo? –mis palabras la estaba lastimando, pero, ¿acaso ella no hizo lo mismo diciendo que lo nuestro solo era sexo?
-Tú ofreciste escucharme, sin pedir nada a cambio. Nada –espeto molesta.
-Si… lo se. Solo que… estoy cansado de ser tu salvavidas. Soy más que eso.
-Yo no tengo nada más que ofrecerte, nada. Conocías las condiciones del trato.

Claro que las conocía…

**
Una tarde lluviosa de otoño, nos hizo encontrarnos. Ella corría por las calles totalmente empapada. Sin darme cuenta la moje aun más cuando pase por un charco. Baje del auto y me disculpe. Mi corazón se alboroto cuando la vi.

-Lo siento, lo siento… -decía rápido.
-Ya, no importa –dijo sin mirarme.
-Ven, te daré algo de ropa seca.

Ella accedió sin más. Subimos a mi departamento. La invite a sentarse en mi sala. Entre al cuarto de baño y tome unas toallas. Le di una y comenzó a secarse encima de la ropa.

-Estúpido… -la escuche, lo decía sin decirlo a alguien en especifico.
-¿Estas bien?
-¿Cómo estarías si tu novia te dice que te ama y que desea toda una vida a tu lado y después la encuentras revolcándose con tu mejor amigo? ¿Peor aun cuando ambos aun sudorosos y enredados en las sabanas dicen que nada pasó, que no es lo que tú crees?
-Me sentiría traicionado. Devastado…
-Yo me siento una mierda –escupió furica. -¿Acaso soy tan poca cosa?
-No. Eres… bueno eres preciosa.
-Gracias –torció la boca en una sonrisa.

Esa noche me platico la relación con su ex novio. Le di una de mis playeras, le quedaba justo arriba de la rodilla. Me deshice de nuestra ropa húmeda, la metí a la secadora. Cuando regrese ella estaba tumbada en el sofá. Mi instinto se apodero de mí, acaricie sus piernas. Ella se giro y me envolvió en sus brazos. El beso, fue… como besar el mismo cielo.

-No se tu nombre… -Dijo besando mi cuello.
-Eric –jadee cuando ella mordió mi oreja.
-Soy Serena –Sonrío en mi cuello.

Alce la playera y me encontré con su cuerpo desnudo y bien dotado. Lamí mis labios y me dispuse a devorarla por completo. De punta a punta, de norte a sur, mientras que de su boca salían suspiros.

Cuando nos unimos al placer envueltos en sudor y jadeos, nos abrazamos en mi sofá. Se sentía tan bien entre mis brazos. Como si me perteneciera. Para mi no era solo un encuentro casual, en el fondo de mi alma sabia que podía surgir algo más. Estaba enamorado de ella.

-¿Puedo venir mañana? –pregunto con esperanza.
-Siempre. Siempre que quieras que tu piel toque mi piel. Te escuchare… te llevare al mejor de los sitios.
-No puedo ofrecerte nada más, Eric. Solo esto.
-Si… no te pediré nada más que tu cuerpo entre mis brazos.
-Es un trato.
-Es un trato –repetí.

Esa noche le hice el amor de una y mil formas.
**

-Conocías los términos del trato –Repitió regresándome al presente.
-Si… -hable con voz pastosa.
-Entonces se acabo el trato.

De nuevo me dejaba solo. La escuche gritar por un taxi. Ahora si la había perdido. Esta vez para siempre. Se casaría con otro, un valiente que si le dijo que la amaba.

julio 11, 2010

Happy Birthday Ada!!









Un regalo para Ada!!




Mi Edwarda Happy Birthday!! ia sabes que te adorooo con todo mi corazon!! Besos nena que tu cumpleaños te traiga dicha y paz!! Te amoooo


Mi pollis!! nunca olvides que eres super importante para io!! mi Ada mia de mi misma este es un pequeño presente de todo lo que te quiero espero te agrade!! besos!!


Para ti mi Edwarda ai lob iu!!!!


OS : Extraños


-Edward. ¿De nuevo distraído?- Murmuro mi asistente detrás mío. Si tan solo hubiera sabido lo que estaba pensando dudo mucho que hubiese si quiera haberme interrumpido.

-¿Qué pasa?- Sacarme de mi estado me hizo contestar de modo frio.

-Tienes que firmar estos papeles. Ah y te llamo una tal..- Mi pulso acelero. Quizás mi dulce fantasía cobraría de nuevo vida- Isabella- Al escuchar esas palabras mi cara se desencajo. No era la persona que esperaba escuchar.

-Dile a mi agente de buenas raíces que me quedo con el departamento con vista a las colinas.- El chico anoto todo de manera rápida, se retiró de mi oficina color Azul índigo, el color que me había marcado la vida, dejándome de nuevo con mis recuerdos

Ella tan exquisita, tan hermosa, mi cuerpo reacciono a su recuerdo. Desde que la había conocido esperaba que cada noche se apareciera en mi puerta con su rostro exquisito, sus labios llamando los míos. Me había prometido miles de veces esperar su regreso, cada que menos me lo proponía. Ahí estaba con la botella de vino y las velas. Su cabello al aire, mi mano viajo a mi rostro desesperado por hacer que los recuerdos volvieran. No me importa que después vengan a intentar llevarse mi poca cordura recordándome su majestuoso cuerpo.

**
Todo había comenzado una tarde en el mes de julio. Las lluvias comenzaban a hacer su actuación indiscutible en Forks. Iba en mi Volvo intentando ganarle al viento cuando la vi en la gasolinera bajo de un pequeño letrero de luces intermitentes. Decidido a portarme como un caballero, ver a una chica de ese modo me descoloco un poco. Yo solo acudía para ver un caso cerca del pueblo. Iría a Seattle a mi hogar. Así que sin nadie que me esperara decidí portarme bien.
Baje del auto con el paraguas de emergencia y enfundado en un impermeable de color negro.

-¿Necesitas ayuda?- Le pregunte acercándome a su cuerpo que escurría gotas por doquier.

-¿Crees que la necesito?- Murmuro castañeando los dientes. Su voz parecía necesitada de ayuda. Parecía ahogada.

-La verdad sí. Yo creo que la necesitas- Me acerque sin sentido. La curiosidad de mirar el rostro de la mujer frente a mí con el vestido jade.

-Eso es nuevo. Nadie parece comprender lo que necesito. Lo que deseo- Se giró en mi dirección y pude apreciar sus hermosos ojos obscuros, sus labios carnosos. Mi piel parecía incinerarse, a pesar de sentir la fría ventisca del clima. No dude en deshacerme del impermeable. Deseaba proteger su anatomía de toda la lluvia, también le acerque el paraguas para cobijarla de la lluvia que no parecía entender que la chica estaba desprotegida contra su inclemencia.

-Gracias- Murmuro sonriente. La conduje a mi auto. No debía perder tiempo alguno, me sentiría demasiado mal si llegase a enfermarse.

-Le coloque el cinturón de seguridad con cuidado, permitiéndome rozar su piel en dos ocasiones. Coloque la calefacción, esperando que no pescara algún resfriado.

-¿Acaso andas por la vida rescatando a gente de la lluvia?- Pregunto moviéndose dentro del impermeable. Su cabello era corto, marcando cada una de sus facciones con delicadeza. Sus labios de nuevo me sacaron del curso de ideas.

-Yo..este.. No claro que no. Solo que mirarte desprotegida, me hizo acercarme. Además no es tan normal que una hermosa mujer en ropa que no está de acuerdo a la temporada deambule por la lluvia.- Le dije mirando su atuendo. Que constaba de su vestido jade con sandalias altas. Todo combinado se veía exquisito. Incluso su cabello húmedo y su sonrisa curveando su boca de manera traviesa.

-Tienes razón. Creo que nunca atino en cuanto a las reglas de etiqueta. Solo que vengo de visita. Además se me han olvidado mis instrumentos para los diluvios.- Una risa armoniosa salió de sus labios haciéndome sentir cálido.

-Bueno. ¿Dónde te hospedas? Debes quitarte esa ropa de inmediato- Imagine su cuerpo sin prenda alguna tendido en mi cama y me di una patada mental.- Es decir, cambiarte ropa seca. No deseo que te enfermes.- Sus mejillas se cubrieron de un tenue color carmesí. Es por la calefacción. Pensé.

-En una cabaña que me están rentando. Está en las afueras del pueblo- Murmuro despacio, recargando su cabeza en el cristal y estremeciéndose un poco. Le tendí mi chamarra que reposaba en el respaldo de mi asiento.

Poco tiempo después habíamos llegado a una cabaña con pinta tan acogedora y confortable.

-Llegamos.- Cuando mire el asiento de al lado la chica continuaba dormida abrazando la cazadora. La decidí llevar. Después de todo, deseaba que el tiempo entre los dos aun no acabara. Su cuerpo liviano con olor a lavanda dulzona, inundo mi nariz. Por inercia acerque está a su cuello. El aroma se intensifico. Su rostro se giró y ahí estaba de nuevo esos labios carnosos entreabiertos. Tentándome a probarlos. Luche por fortaleza. Abrí la puerta principal con ayuda de las llaves que me enseño cuando me comentaba acerca del lugar donde se hospedaba. Las había colocado torpemente en el tablero. En cuanto se quedó dormida las tome con la excusa de que no cayeran con el bamboleo del auto. El lugar estaba en silencio. Al encender la luz, se intensificaron los detalles que adornaban aquel lugar de reposo. La estancia con especial encanto en madera me hacían sentir acogido y tranquilo, el aroma a canela mezclado con su perfume en el aire revoloteaba en armonía. Me sentía en verdad cómodo. La deposite en el sofá de color negro y me dispuse a poner en marcha la pequeña chimenea. En cuanto estuvo encendida, pude escuchar su voz.

-Si tan solo pudieras quedarte.- Sus ojos aún seguían cerrados, lo murmuraba en sueños. Me sentí atónito de que las palabras pudieran si quiera pedírmelo a mí. Era ilógico, a pesar de haberla conocido hacia poco de 2 horas, sentía algo definitivamente abrazador con su sola compañía.

Me acerque a tomar su cabello que comenzaba a secarse en su frente. Ella despertó de forma inmediata.

-Gracias. Por traerme a casa... Perdón por quedarme dormida- Su voz sonaba un poco ronca, pero no dejo de tener un tono seductor que hasta ahora había identificado como irresistible.

-No te preocupes.- Intente de manera torpe alcanzarle una frazada para que se cubriese más. De pronto se acercó mi cazadora a su rostro.

-Tu realmente hueles demasiado rico.- Ronroneo haciéndome sentir incorpóreo.

-Gracias. Pero no creo que sea tan exquisito como tu.- Conteste acercándome al sofá cautelosamente.

Ella se incorporó lentamente en el sofá. De pronto el impermeable cayó y dejo expuestas sus piernas. Trague en seco.

-Me iré a poner algo más.. seco- Bajo la mirada.- ¿Me podrías esperar?- Como si fuese posible que a estas alturas la dejara sin si quiera saber su nombre.

-Claro…- Hice ademan de que me dijera quien era.

-Ada- Susurro de vuelta con una sonrisa en verdad cálida.

-Hermoso nombre- Sonreí de vuelta y ella imito mi gesto de manera automática.

-Edward Cullen- Conteste de vuelta. La vi desaparecer en la primer puerta del pasillo.

Le di una mirada a las fotos que descansaban junto a la mesa. Había muchas donde ella estaba acompañada de unas chicas riendo y sonriendo de manera autentica. Pareciera como si esos momentos hayan sido únicos. Entre las fotos destaco una donde ella estaba con el cabello largo, se veía realmente hermosa. Me topé con una que no me hizo sonreír. Ella abrazando a un tipo de forma demasiado amistosa. Extrañamente me sentí tan incómodo. La gire para no verla más.

-Listo- Susurro detrás de mí. Me gire para encontrarla en unos shorts cortos color negro y una playera con un lobo decorándola. Agradecí que sus piernas estuvieran de nuevo ante mi vista.

Me acerque para sentarme antes de comportarme de manera irracional a besarla.

-Y bien.. ¿Acostumbras a ir a la casa de los extraños que recoges en la calle?- Me miro acusatoriamente.

-Pues no. De hecho es la primera vez que hago una cosa así.- Conteste sinceramente.-Además me alegra que haya encontrado no a un extraño. Si no a una hermosa mujer- De nuevo un tenue color carmesí apareció en sus mejillas transformándola en una visión hermosa.

-Deja de hacer eso- Dijo mirándome fijamente. Por dentro parecía que me convertía en algo parecido a la gelatina. Dudaba de mi control en la voz.

-¿Qué?- Pregunte bastante cerca de su rostro. Sus labios de nuevo tentándome. Quizás era un enfermo por pensar así de algo que lo más seguro estuviese creyendo por iniciativa propia.

-Me hablas de esa forma.. tan.. tan… - Negaba con la cabeza, como si no creyera ni sus propias palabras. – atrayente, deliciosa, sexy, incitadora.- Soltaba los sinónimos de forma atropellada. Al parecer la chica no se quedaba con nada. Cosa que me fascino. Denotaba una personalidad fuerte.

-¿Crees eso?- Susurre más cerca de ella.

-Ves! Lo estás haciendo de nuevo.- Pronuncio divertida. –Incluso haces que me ponga nerviosa- Espeto con su dedo señalándome con fingido gesto acusatorio. Si yo le causaba eso, ella definitivamente debía saber que me ocasionaba. Su solo aroma me aturdía. Me hacía desear su boca como si fuese una necesidad.

-Pues es realmente muy poco en comparación con lo que produces en mi.- Comencé a pronunciar con cuidado. Ella abrió los ojos como platos, como si acabara de escuchar algo increíble. ¿Qué acaso no sabía el efecto que llegaba a tener?

-Aja- Pronunciaba de manera incrédula.

-Es cierto que acaso no me crees.- La mire con todo el deseo que me provocaba su persona.

-No- Atino a decir de manera pastosa.
Me acerque lentamente a su rostro, coloque mi nariz en cuello. Sentí como se estremeció bajo mi tacto. Ya no había vuelta atrás. Subí de manera cadenciosa a su boca. Sus labios de nuevo estaban entreabiertos.

-¿Puedo?- Le pregunte con el deseo golpeando mi garganta.

-Sí..- Se acercó otro tanto.

La bese de manera fiera, acercando su cuerpo al mío. Sus manos viajaron a mi rostro acariciándome. Fue mi turno de estremecerme. Las sensaciones que se despertaban en mi eran tan placenteras que acaricie si cabello que deslizaba entre mis dedos. Su aroma golpeaba mi nariz con esa urgencia que me hicieron tomarla de la cintura para acercarla aún más. Ella soltó un gemido en mi boca. Iba por buen camino. Sujeto mi cabello con fiereza, exigiendo más de mí, claro que estaba ansioso por complacerla, de eso no habría duda.
Me incorpore sin romper el beso. Ella de inmediato sujeto sus manos a mi cuello. La levante y la bese. Tocar sus piernas era mi gloria. Cada centímetro que tocaba de su piel respondía a mi tacto estremeciéndose. Sus labios eran mi propio paraíso, tan carnosos moviéndose con los míos, ella no tenía ningún cuidado con sus movimientos. Yo en cambio deseaba que no acabara el beso.

Tomo mi suéter, comenzando a tirar de este frenéticamente.

-¿Qué haces?- Susurre contra sus labios.

-Quítatelo ahora mismo!- Demando jadeante. La deposite suavemente en el piso cubierto de la alfombra color maple.

Obedecí de forma automática, mientras ella de nuevo atacaba mi boca en cuanto la prenda salió directo al piso.

-Estorbaba bastante- Estampo las palabras contra mis labios. Haciéndome perder de muevo mis manos en su anatomía, acariciaba su espalda, mientras ella tocaba mi torso con urgencia.

-Quítate la camisa- De nuevo espeto tocando mi pecho.

Hice lo que dijo y en cuanto el último botón estuvo fuera ella se abalanzo sobre mí, besando mi
pecho, depositando besos húmedos donde deseaba. La sensación me transporto hacia el cielo, toque su cintura y levante su playera. Dejando expuesto un lindo sujetador de color rojo. Mi sangre hirvió. Bese sus hombros con vehemencia, con adoración. Mi boca parecía tener personalidad propia. Besaba el hueco de su garganta. Mi cuerpo empezó a reaccionar de forma vergonzosa.

Me retire lentamente de su lado.

-¿Qué?- Pronuncio de forma entrecortada.

-Pues quiero que sepas y estés consiente de que realmente lo deseas tanto como yo- Dije sin aliento. Con las palabras ahogándome. Ella pareció darse cuenta del problema que comenzaba a surgir en mis pantalones.

-Lo deseo tanto como como no te puedes imaginar. De forma tan ridícula que me duele- Me miro abrasadoramente. Fue lo que mi cuerpo pareció necesitar. De nuevo volví a sus labios.

Comencé a posar mis manos en cada una de sus curvas. Ella tocaba mi espalda y mi cabello. Me deshice de su sujetador para que me dejara contemplar sus pechos. En cuanto estos de soltaron ella llevo instintivamente sus manos a cubrirlos. Las detuve en seco. Mire la perfección de estos, ella bajo las manos y tomo las mías. El ritmo de nuestros movimientos había bajado. Ella tocaba delicadamente mi brazo haciendo un camino tortuoso hacia mi pecho. Yo acariciaba su frente, deslizando las puntas de mis dedos enmarcando sus ojos, cejas, sus mejillas, su boca, tardándome más en la última. Sentí como beso mi mano. Seguí mi recorrido hacia su mandíbula, su cuello. Me detuve en cuanto toque sus hombros.

-Realmente me encantas- Dije con la vista en sus orbes obscuras. Ella sonrió de manera embriagante. Alzo los brazos en torno a mi cuello. Deposito besos en mi barbilla.
La sincronía de nuestras bocas y lenguas danzando hizo que la sangre me hirviera.
Me tomo de la mano hacia el cuarto donde antes había desaparecido. La cama era inmensa, el cobertor de color Índigo con los cojines encima de este. Todo estaba un poco desordenado. No me importo si quiera mirar más allá de su cuerpo.
Me sentó en la cama y deslizo sus manos torpemente a mi cinturón deshaciéndose de este, siguió con el botón y el cierre. El calor que me proporcionaban sus manos en esta parte casi me hace gruñir de placer. Rozaba levemente sus dedos llevándome al fuego puro.
Apenas pude incorporarme la recosté en la cama. Su mirada parecía conocer lo que se acercaría. Sus piernas torneadas me volvieron loco. Las bese mientras las acariciaba. El olor de su piel era celestial. Cuando mis manos tocaron los límites entre su pequeño short y su piel ella cerró los ojos. Acaricie el elástico lentamente, era mi turno de usar mis movimientos para dejarla encantada.

-E..dward- Dijo entrecortadamente.

-Si- Estaba besando su vientre entregándome a su calor, a su sabor.

-¿Po..podrias por favor?- Ronroneo suplicante. Baje su prenda dejando a la vista sus bragas de color rojo, mismo de su sujetador. Eran de encaje. Las tome con la mano.

-¿Acaso deseas volverme endemoniadamente loco?- Dije casi sin aliento.

Me deshice de la última prenda que me separaba de todo su esplendor. La quite haciendo que ella soltara un pequeño gemido.

-Hermosa- Dije estampando mis labios en su boca, besándola con todo el deseo que sentía. Baje lo que me restaban de prendas y me coloque entre sus piernas. Me sentía poderoso. La mujer bajo mío estaba mordiendo mi cuello. Me pose en su entrada cálida y húmeda. Mordí mis labios de pura anticipación.

-E..Edward! No me tortures- Exclamo en un hilo de voz.

Entre en mi paraíso personal dejando atrás un coro de suspiros y respiraciones agitadas.
Cada movimiento me convertía en un ser que no cabía de dicha. Ella me empujo tiernamente hacia un lado. -¿Podrías esperar?- Decía agitadamente mientras colocaba un iPod en unas pequeñas bocinas sobre su mesita de noche.

-¿Te molestaría si pongo música?- Mordió sus labios preguntando.

-Absolutamente no!- Conteste añorando su cuerpo, de nuevo junto a mí.


Comenzó a sonar stop crying your heart out de Oasis. Ella cerró sus ojos y empezó a cantar.


hold up
hold on
don´t be scared
you´ll never change whats been and gone
may your smile (may your smile)
shine on (shine on)
don´t be scared (don´t be scared)
your destiny may keep you warm

Se acercó poniéndose a horcadas sobre mí, seguía acariciando mi pecho. Su aliento golpeaba mi cuello.

La levante para entrar suavemente en ella. Su respiración se agito de forma instantánea.
Me acerque a su oído para continuar con la canción.

Cos all of the stars
Are fading away
Just try not to worry
You'll see them some day
Take what you need
And be on your way
And stop crying your heart out
Get up (get up)
Come on (come on)
Why're you scared?
(I'm not scared)
You'll never change
What's been and gone

Me beso lentamente. Comenzó a contonearse y a gemir en mi boca haciendo que me perdiera en su piel.

Los movimientos se incrementaron con urgencia. Cuando ella mordió mi cuello me retorcí de pura excitación.

Cos all of the stars
Are fading away
Just try not to worry
You'll see them some day
Take what you need
And be on your way
And stop crying your heart out
Cos all of the stars
Are fading away
Just try not to worry
You'll see them some day
Take what you need
And be on your way
And stop crying your heart out

La sentí retorcerse en mi pecho. La acosté de nuevo disfrutando de su cuerpo en todo su esplendor. Mis manos viajaron a sus caderas anhelando su piel. Bese sin calma sus labios. Sentí como ella respiraba con trabajo, en busca de aire. Hasta que dio un gemido final. Después de tres movimientos más la acompañe en el cielo que me esperaba con los brazos abiertos. Caí a un lado suyo percibiendo todo con tal nitidez y claridad como si mis sentido se hubieran aguzado. Estaba en el paraíso.

We're all of us stars
We're fading away
Just try not to worry
You'll see us some day
Just take what you need
And be on your way
And stop crying your heart out
Stop crying your heart out
Stop crying your heart out

La canción termino. Y dio paso a Coldplay con la letra de Violet Hill. La bese tiernamente.

-Creo que si deberíamos conocernos más.- Dijo riendo entre dientes con el aire casi faltando en sus palabras.

-Lo que quieras saber, lo que quieras que sea para ti- Conteste acariciando sus labios.

-¿Casado, comprometido, novio?- Soltó de nuevo utilizando sinónimos.

-No que yo sepa- Le dije mirando sus ojos.-¿Y tú?- Pregunte.

-Tampoco me han informado que este en tal situación.- De nuevo su sonriso ilumino la habitación.

Tome el cobertor y cubrí su cuerpo, a pesar del ambiente cálido que había generado la chimenea no deseaba que ella se enfermara.

-¿Vives en?...- Titubeo un poco.

-Seattle- Bese sus muñecas.

-Lo mismo..- susurre contra su piel.

-Colombia- Contesto insegura.

-Colombia..¿Espera en serio?- Note como su rostro miraba hacia otro lado evitando el mío.

-Si de hecho, el viaje era por mi cumpleaños, mis amigas habían decidido que era mi regalo. El por qué estaba en la gasolinera. Ellas tuvieron problemas para llegar de Portland a Forks.-
Espeto con un suspiro hondo.

-¿Tu cumpleaños? Vaya! Que buenas amigas tienes- Sonreí, deseaba conocerlas y agradecerles el traer a la mujer que tenía en mis brazos. Instintivamente la acerque más a mi pecho.

-Sip. Es hoy- Se sonrojo dulcemente escondiendo su rostro en mi pecho. Su aliento me golpeo estremeciéndome.

-Feliz cumpleaños- Murmure besándola y entregándome a su dulce sabor.
**

De nuevo el teléfono sonó sacándome de mis recuerdos. Ese día mi vida había cambiado. Ada y yo habíamos pasado las 2 semanas de su viaje juntos, esperando las noches para recordar nuestro encuentro. Conocí a sus amigas. Una mezcla de países bastante encantadora. Después de pasar el tiempo que teníamos juntos ella había regresado a Colombia a terminar la Universidad: Abogada. Corrección: Mi Abogada. Teníamos un trato, en cuanto terminara sus prácticas ella se instalaría conmigo en Seattle. Viviríamos juntos. Cada que tuviera vacaciones o días libres los pasaríamos juntos.

Cerré la portátil de mi escritorio para encontrarme con sus ojos encendidos como fuego.

-Que no sabes contestar el teléfono- Pregunto mientras se acercaba a mi escritorio.

-Señorita debe saber que espero a mi novia y dudo mucho que le agrade verme con tan seductora mujer- Le conteste siguiéndole el juego. Estaba pensando en ella y aquí estaba frente a mí.

-Tonto- Murmuro mordiéndose el labio.

Así estaba perdido por ella y dudaba que algún día me cansara de sus labios. Con la extraña bajo la lluvia.


Espero te guste amor mio!! lo he hecho con todo mi cariño!!

La cancion!!


Xau!!

Las chicas del Té de Lemmon

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