septiembre 29, 2010

Búscame - Capitulo VI



Hola, lectores de Tea Party.

Quisiera poder levantar los ánimos con este nuevo capitulo de Búscame, en verdad que si quisiera. Quisiera poder cambiar el tiempo, borrar cosas, cambiar a la gente o mejor aun, despedasarla con la mirada. Pero ya que se que no puedo hacer nada de lo escrito anteriormente, solo diré: "Mi Cricri, eres mi media Naranja, mi Imps, mi Mejor amiga, eres todo lo que alguna vez imagine tener y que ahora esta en mi vida. Así que cuentas conmigo en las buenas y sobre todo en las malas. Te amo".

Espero que disfrutes de este nuevo capi y que en un futuro no muy lejano, máximo tres días ¡eh! retomes tus historias, esa de los Funerales XD, la de los cuerpos cambiantes y todas las demás que las lectoras aman, apuesto a que si.



Saludos y sin más por el momento, Enjoy ^^




Capitulo VI



Me congele.

Ella sonrío y después cerró los ojos acurrucándose más en mi pecho. Sabía que tenia que decir algo, pero nomás no salía. La quería… la quería mucho. Pero no, no la amaba, al menos no como esas dos palabras significaban en mi diccionario personal.

La mire dormir el resto de la noche. Vi como se movía y sonreía en sueños. Yo me sentía una mierda, la peor de todas. Pedía un “Te amo” por parte de Serena, no se si Amelie pedía uno de mi parte.

Casi al amanecer me pare del sofá en el que dormía Amy placidamente. De inmediato me sentí solo, frío, vacío. Su cuerpo menudo se hizo un ovillo en el sofá de piel negra. Llevo sus pequeñas manos cerca de su pecho. Era hermosa, no había duda.

Fui a la cocina a pesar de que todo mi ser quería estar a su lado, quería… muy masoquistamente estar rodeado de esos brazos y de esos labios rojos. Prepare un poco de cereal. Yo quería un trago de whisky, pero eso solo me dañaría las entrañas, no quería estar muerto. No aun. Estaba en mi desayunador, observando a Amelie como un maldito acosador. De pronto ella se giro, dándome la espalda, la frazada con la que nos habíamos tapado en la noche, se callo de sus piernas blancas. La mire como un hambriento. No pude evitar la dureza entre mis piernas.

Sus pies descalzos, sus torneadas piernas, su cadera, su espalda. Toda ella me llamaba. ¿Qué era yo? Un loco, un demente, un enfermo y todos los demás sinónimos habidos y por haber, que podrían describir a alguien como yo. Cambie de lugar para no tener que verla con lujuria. Porque eso era, era lujuria, deseo, lo que ahora sentía por ella. Y un poco de miedo también, por el poder de esas dos palabras.

Te amo.

La mañana trascurrió peleando con mi libido. Peleando con mis manos, con mis labios, con mi lengua, que ansiaban perversas cada rincón, cada pulgada de su piel y su cuerpo. Mis dientes clamaban su piel. La piel roja de sus labios.

-¡Ahhh! – un grito de Amelie me hizo pegar un brinco.

Corrí hasta ella. Estaba sudando frío.

-¿Estas bien? – quite varios mechones de su cabello oscuro que cubrían su rostro.
-S-no. Tuve una pesadilla – se lanzo a mis brazos y lloro largo y tendido.
-Ya paso, solo fue un mal sueño, Amy.
-No me dejes, no por favor – se derrumbo.

Ella jamás se derrumbaba. Algo malo, muy malo pasaba con ella. Por eso volvió de quien sabe donde. Debí sospecharlo antes, ¿Qué clase de persona era? Y me decía llamar su amigo.

-Amelie, dime que pasa…
-Oh, Eric. Vas a decir que soy una tonta…
-Dime que demonios pasa, Amelie – exigí. Tome su rostro entre mis manos y quite las lagrimas que caían de esos ojazos azules.
-Yo… iba… a casarme en Londres – dijo y desvío la mirada rápidamente.
-¿A casarte? ¿Con quien? – prácticamente gruñí.

Me sentí celoso, estaba dispuesto a matar a la basura con la que ella se iba a casar.

-Con un hombre, obvio.
-Amelie – advertí. No estaba para chistecitos.
-Bien. En Londres conocí a un ingles… y… nos gustamos. Después me pidió matrimonio y acepte. No se en que pensaba, creí que lo amaba, pero no. Y huí. Un día antes de la boda. No iba a ser muy grande, tan solo amigos y familia de él, pero… se que hice mal, pero… - balbuceaba.
-Huiste.
-Sip – asintió.
-¿Por qué lo hiciste?
-Ya te lo dije, porque no lo amaba. Creía que si, pero solo fue el momento. Él me hacia sentir como una princesa. Su familia me quería. Yo…
-Te sentías completa con su familia. – de nuevo asintió.

Claro. Amelie perdió a sus padres, era lógico querer estar con una familia después de perder la propia. Mis padres la amaban claro. Pero su familia no la dejo desamparada, curso la preparatoria en una escuela privada, un colegio en Londres. Después entro a Oxford y ahí perdimos contacto con ella. Como no éramos parientes cercanos, solo podíamos llamarla los fines de semana al colegio. Sus padres le dieron un buen futuro aun cuando ellos murieron.

-¿Por qué dices que no te deje?
-Porque… porque tu tienes una vida, Evan. Yo solo vine a estropearla con mis niñerías. Te cansaras de mi y me dirás “Amelie, no es que no te quiera – imito mi voz – pero ya no te quiero cerca de mis cosas, vete”. No soportare eso. Pero si quieres que me vaya, lo haré. Tengo algo de dinero, buscare un lugar donde estar. Solo hasta que piense que hacer con… mi vida – bufo.
-Amy, no quiero que te vayas.
-¿De verdad? Más tarde querrás que me vaya.
-No quiero que te vayas nunca. ¿Entendido? No a menos que tú quieras irte.
-Eso sonó a amenaza.
-Amy, no estoy jugando. En verdad quiero que te quedes… conmigo.
-Yo quiero quedarme también – me abrazo de nuevo.

Mi cuerpo se prendió en fuego de inmediato. Busque su boca y la bese con toda la pasión reprimida tantas horas. Ella no rechazo el beso, sus manos viajaron por toda mi espalda, dándole choques eléctricos deliciosos a cada extremo de mi cuerpo.
Que me detengan porque Amelie Rathbone iba a ser toda mía.

-Oh Amy – beso la columna de mi cuello.

La recosté en el sofá. Ella abrió sus piernas dándome espacio. Comenzó a desabotonar mi camisa, sus dedos de artista eran rápidos, pronto estuve desnudo para ella.

Acaricie sus piernas cremosas, besando sus hombros; me deshice de su ridículo vestido floreado. Quedo a la vista su conjunto de ropa interior, que era un divertido estampado de puntitos de colores. Sus pechos redondos y generosos me pedían a gritos besarlos. Y lo haría.

Me incline, los bese y mordí aun sobre su sostén, sus manos se aferraron a mi cabello, sonreí. Sus pies desnudos acariciaban mis piernas. A cada caricia o movimiento de ella, me ponía más y más duro. Era increíble la sensación de placer que me daba. No había sentido eso con…

-¿Pasa algo? – beso mi barbilla.
-Nada… Eres hermosa – le dije y sus ojos azules brillaron.
-Ven acá – jalo de mi cuello y me beso.

Mis manos fueron a sus braguitas. Las avente a algún lugar de la sala. Baje mis pantalones y después pelee con ellos para por fin quitármelos. Mi boxer estaba a reventar. Mi miembro estaba gritando la zona húmeda de Amelie.
Mis dedos volaron a ese triangulo oscuro entre sus piernas. Sus gemidos y sus “Oh si, si así” estaban desquiciándome, yo quería estar dentro de ella. Darle todo de mí. Hacerla sentir en el cielo.


-Ya, hazlo, hazlo – jadeaba con los ojos cerrados, apretando con fuerza el cojín donde descansaba su cabeza.

Tome mi dureza, guiándola a su centro…

-¡¡Eric!!

Un grito me detuvo el mundo.

-Ve a ver quien es… - dijo Amelie cubriendo su cuerpo con la frazada. Aun así estaba preciosa, sus mejillas rojas y sus labios hinchados.

Me vestí a regaña dientes, camine a la puerta y me asome por el ojillo de la puerta.

-¡Oh Eric! – Era Serena.

septiembre 27, 2010

Algo nuevo...


Hola lectoras.

Con motivo de la nueva historia Maldita delicia, me permito poner una encuesta en la columna de su derecha, esperando que las visitas de este blog contesten la pregunta.


A veces, solo a veces... bien, todo el tiempo, me invade un desasociego, siento que no les gustan mis historias, como que solo quieren algo de Twilight, y esta padre, creo. Pero, ¡hey!, hay más mundo después de Twilight, en serio superenlo.


Después de liberar mis traumas, las invito a disfrutar de las historias... Saludos (:

septiembre 25, 2010

Maldita delicia. Capitulo I - Renata Cotty -


1. Amigas

Renata Cotty

Mi alma gemela, mi vida entera descansaba los ojos a mi lado: Luna Phellan. Conocerla fue una suerte. Casi podía decir que como la canción: “Conocerte fue mi suerte, amarte es un placer**”, si, sonaba lesbico, pero nuestra amistad iba más allá de este plano en el planeta, nuestra conexión era sensorial.

Claro que también Jennifer y Emily eran mis amigas, pero nadie me entendía como Luna. Compartíamos tantas cosas que hasta podíamos entablar una conversación solo con mirarnos. Era genial.
-¡Hey! – alguien golpeo la mesa y me sobresalte. Alce la mirada, era Jack, el hermano de Luna. –Hola chicas, sabía que las encontraría aquí. ¿Cómo están? Oh ya veo, están molidas… ni modo, querían ser independientes, ¿no?
-Ja, hola Jack.
-Hola Nata… - se sentó al lado de su hermana, que tenia la cabeza sobre los brazos, los audífonos de su Ipod en sus oídos, seguro la música medio alta para poder dormirse. Solo así conciliaba en sueño en lugares públicos.
-Mmm, Luna aun no se asusta – su hermano se rasco la barbilla. –En fin, le dices que la veo en su departamento más tarde, pasare por unas cosas que me guardo, ¿vale? Cuídense mucho… - se puso de pie, se despidió con un beso en mi mejilla y salio de la cafetería.

El hermano de Luna prácticamente era como mi hermano. Uno bastante loco. Tenía un taller de autos y una banda. Hablando de bandas, uno de sus amigos si me podía…
-¿Eh? Le juro que… - Luna por fin se despertaba. No se por cuanto tiempo habíamos dormido.
-Lu, ya despiértate bien, tenemos muchas cosas que hacer antes de perdernos en alcohol – sonreí.
-Oh si, si… Muchas cosas – volteo los ojos.

Después de pagar la cuenta salimos al clima otoñal de Nueva York. Luna se ciño su abrigo de doble fila de botones negro y yo mi abrigo largo color borgoña, ajuste mi bufanda bien a mi cuello y caminamos al menos dos manzanas hasta llegar al tren.

-Joder, ya no puedo más con estos tacones.
-Ya solo falta poco – le anime.
Mujer prevenida vale por dos y siempre en mi bolso llevaba otro par de zapatos de piso, elegantes y sofisticados, pero muy cómodos.

Subimos al vagón del tren entre empujones, pisotones y quejidos altisonantes por parte de Luna.
-Hey, tenga la amabilidad de quitar su pie de mi zapato, gracias – le decía a un tipo que…
-Disculpe señorita - sonrío de una forma que me hubiera desnudado ahí mismo.
-Si… - Luna tenso los labios. Siempre hacia eso cuando se ponía nerviosa. Asintió y se alejo del tipo. Yo camine detrás de ella, hasta que estuvimos lejos del tipo lo suficiente para cuchichear tranquilas, ella se puso colorada.
-Maldita sea mi suerte.
-Tranquila, no paso nada. Solo pusiste en su lugar aun hombre que daría mi ceja izquierda por tenerlo entre mis piernas, Lunática – solté divertida.
No era para menos, el hombre vestía un elegante traje gris Oxford, cabello rubio perfectamente bien peinado, alto, fuerte, masculino, un Dios.
-Un Vikingo – dijo Luna, como si escuchara mis pensamientos.

-Si, puede ser… - lo mire a hurtadillas. El tren iba lleno, ningún lugar para sentarse. Así que el tipo, iba agarrado del pasamano del techo del vagón. Su saco se alzaba y su trasero dejaba mis pupilas dilatadas. Un trasero digno de ser tomado. Alzado de a cartón de cervezas. ¡Dios!

Cuatro estaciones antes de la nuestra, logramos sentarnos, Luna se desplomo en el lugar y dejo caer sus cascadas de cabello rizado alrededor de su rostro. Por mi parte coloque mis audífonos en mis oídos y cerré los ojos. La música me relajaba, quería estar tranquila para disfrutar de la noche de chicas.

-Disculpe señorita, lamento molestarla – era el Vikingo, le hablaba a Luna.
Abrí los ojos de inmediato. Afortunadamente llevaba mis gafas oscuras y no podían ver que los miraba de reojo, expectante ante las miradas de fuego del hombre. Luna alzo la cabeza y sus ojos se abrieron de par en par, sobresaltados.
-¿Si? – intento sonar tranquila.
-Es usted hermosa – le dijo con una voz ronca y masculina que podía mojarme… no, corrección, ya estaba mojada.
-¿Gracias?
-No tiene porque agradecer, yo solo digo lo que veo. Me presento, William Northman.
-Hola – mi amiga sonrío nerviosa, - Lunática, Luna – corrigió de inmediato – Luna Phellan. Ella es Renata Cotty, mi amiga – me presento después de que babeo al tomar la mano de aquel Vikingo.
-Un placer, señorita Cotty – estiro la mano y estrecho la mía. Su piel era suave y algo fría, el clima supongo.
-Igualmente – “Ya mismo tómame”, exigió mi mente.
-Pensaras, Luna, ¿puedo tutearte?
-Si

El hombre, William, era un caballero con todas las palabras, miraba directo a los ojos a mi amiga, sus ojos azules eran electrizantes. Hermosos, cautivadores.

-Perfecto. Luna, ¿tomarías a mal mi atrevimiento de invitarte a salir esta noche? –para cuando él preguntaba eso, ya se había sentado al lado de Luna, mi amiga movió su cuerpo involuntariamente en dirección al Vikingo. No había mejor manera de llamarlo.
-Yo… sucede Señor…
-Solo William – corrigió.
-William, ya tengo planes, saldré con mis amigas. Lo siento.
-Yo también lo siento… - bajo la mirada, se podía ver triste, decepcionado. –De cualquier forma, ¿Puedo darte mi número?
-Claro – Del bolsillo interior de su saco, tomo una tarjetita de presentación.
-Que tengas un buen fin de semana, Luna. Un placer conocerlas, hermosas mujeres no se ven todos los días. Que suerte tuve – se puso de pie y en la estación que seguía bajo. Asintió a modo de despedida y sonrío. Parecía que el sol se posaba sobre su rostro.

-Ni una palabra del Vikingo a las otras dos –advirtió Luna al bajar del tren.
-No iba a decir nada de todos modos. El tipo esta para comérselo. Luna, le hubieras dicho donde nos veríamos.
-No, no puedo. Jennifer lo abordaría de inmediato y… bien, al conocerla no creo tener oportunidad con él. ¡Vamos! No soy tan linda como ella.
-Claro que lo eres – grite. –Además él se fijo en ti, eso ya era un ventaja.
-Si, como sea. Hoy es noche de chicas y no quiero perdérmela – agilizo sus pasos.

Vivíamos en departamentos separados, pero cerca una de la otra. Necesitábamos nuestra privacidad si queríamos echar pasión. Al llegar a nuestro edificio cerca de Brooklyn, Luna tomo aire.
-¿Crees que deba llamarlo?
-Si, pero date a desear, quizá la próxima semana. ¿No?
-Tienes razón, ¿Qué haría sin mi Natita? – me abrazo.
-Yo también quiero un abrazo, Lunática… -Era Jack.
-Claro – sonrío Luna y abrazo a su hermano.
-¿No hay abrazos para mi? – Detrás de Jack, surgió Lex. ¡Dios!

La noche no se podía poner mejor. Lex era amigo de Jack, tocaban en una banda juntos y trabajaban juntos en el taller de autos. Imaginarlo con grasa me provocaba pensamientos impuros. Lex sacaba lo peor de mí. Su mirada electrizante y sonrisa seductora, podían conmigo cuando quisieran…

-¿Qué hay, Ren? – sonrío.
-Hola, Lex. ¿Cómo estas?
-Jodido, necesito unos tragos. ¿Tienen planes para hoy?
-Bueno, saldremos con las chicas… - contesto Luna.
-¿Puedes incluirnos en los planes, Lu? – Jack hizo cara de perro sin dueño. Luna no podía negarle nada a esa cara, ni yo podría.
-¿Qué dices Natita, les damos un lugar a estos cachorros?
“Entre mis piernas por favor”
-Claro. Son bienvenidos.
-Yeah, esa es mi chica – Lex me abrazo. Olfatee su aroma. Fresco, sexy.
-Nos vemos en el Centro a las 9, ¿vale?
-Ahí estaremos… - Jack beso a Luna en la frente y a mi me dio uno en la mejilla. Lex sacudió el cabello de Luna y a mí, me dio un beso en la comisura de los labios.
-Esta noche, será una agradable noche – susurro en mi oído, su nariz trazo la línea de mi mandíbula y a mi casi se me doblaron las rodillas al sentirlo exhalar cerca de mi cuello.

Sin duda seria una noche estupenda. Oh Lex…

Fantaseaba con Lex desde que lo conocí. Desde hace unos 3 o 4 años. Sin duda era un hombre sexy, arrinconable.

Tenía en mi haber una lista de músicos arrinconables. Como ese chico, Jared… Mmmh. Si, acepto soy una adicta al sexo con músicos. Esperen dejen recuerdo nuestro encuentro.
Él bajo del escenario en un bar en el centro de Kansas, había acompañado a Luna a casa de sus padres. Esa noche salimos por unos tragos junto con su hermano. Que como tocaba la batería conocía a muchas banditas locales.

En cuanto lo vi bajar de las tarimas, con sudor en el rostro, mi corazón bombeo a mil. Mi cuerpo casi podía imantarse con la sensualidad que desprendía. Luna me codeo y él poso sus ojos azules en mí. Sonreí tímida. Jack nos presento. Una semana después ya gritaba mi nombre entre las sabanas de su casa. Vivía en Manhattan, toco esa noche con su banda y de pura suerte lo había conocido.

Hacia meses que no lo veía. Creo que viajo a Singapur o algo por el estilo. No importaba mucho, había tenido el mejor sexo de mi vida entre sus brazos. O al menos hasta que Lex jadeara mi nombre.


Continuara...

septiembre 24, 2010

Estreno: Maldita delicia. Capitulo I - Luna Phellan -

1. Amigas

Luna Phellan

Mis amigas son lo más importante para mí. Haría lo que fuera por ellas y puedo decir que ellas lo harían por mí. No se que haría sin ellas, mi vida simplemente seria aburrida. No habría esos viernes de chicas o mejor dicho los viernes sociales, donde nos divertimos bebiendo un par de cervezas o si queremos ponerlos muy contentas un poco de whisky acompaña nuestras charlas subidas de tono. Las pláticas con ellas son lo que disfruto más. No hay momento en el que no fantaseemos con los hombres que desfilan a nuestro alrededor. Simplemente son geniales.

Agradezco cada uno de sus buenos consejos, aunque yo muchas veces no los ponga en practica, los almaceno para el momento adecuado. Como aquella vez, donde su consejo si lo tuve que tomar, no es que me hayan amenazado con un arma ni nada. Esa vez si que fue útil. Había sido la cita más loca que hubiese tenido alguna vez. El sexo, solo fue sexo… Bueno, muy bueno.

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-Dale lo que te pide, Lu. Ya no eres una niñita. Además hay que darle placer al cuerpo – Jennifer alzaba su barbilla orgullosa de su acertado comentario.
-No se… - dudaba. No negare que me encantaban los hombres. Digo, por algo pisaron el mundo. Pero soy de esas chicas que si sentían mariposillas en la panza, entonces era el chico adecuado, no el ideal, pero si el adecuado para darle placer al cuerpo.
-Oh vamos, Lu – se quejo Emily de mis dudas mentales. –Tú quieres, él quiere. Son adultos. Puedes echarte un rico polvo con el hombre, que si me preguntas, esta como Dios me lo receto… - después de eso comenzó a divagar, diciendo que tenia un rico trasero duro y firme, justo el tipo de trasero que le gustaba acariciar mientras se venia. ¡Dios! Demasiada información.
-Vale, vale… Detente. No necesito saber como es que te gusta que te lo hagan – reclamo Renata, cubriéndose el rostro con las manos.

Ella era lo más parecido a mi alma gemela. Éramos tan perecidas, no físicamente, pero si en nuestra forma de actuar, que bromeábamos en ser nuestra mitad de la naranja faltante.
-Uy. Pues a mi me gusta de esa forma Reni, no se tu, pero el sexo duro y fuerte es mi estilo – de nuevo Emily canturreaba a voz viva sus intimidades sexuales. Las personas en la cafetería nos miraban de reojo.
Renata y yo solo atinamos a mirarnos fugazmente, conteniendo una carcajada.
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De ese consejo ya habían pasado cerca de 3 semanas, nos encontrábamos en la misma cafetería que ahora, cerca de Central Park, todas con un frappe, como ahora. En una tarde nebulosa de Otoño.
-Bueno chicas, esta muñeca se cambia de aparador – Jennifer se ponía de pie, agitando su melena larga y negra. –Las veo más tarde, ¿vale? Es viernes social, ¿recuerdan?
-Oh si, si… nos vemos en el Centro a las 9 ¿eh? Y nada de excusas de que tienen trabajo y no se que estupideces más – nos reprendió Emily.

Con esas advertencias en sus miradas no había manera de zafarnos. Lo decía por Renata y por mí. En fin… una noche de alcohol corriendo feliz por mis venas no me vendría mal. La semana había sido pesada, un par de entregas, peleas por teléfono de seguros que no quería, de cualquier forma estaba asegurada por mi trabajo. El cual no era peligroso: era fotógrafa. Pronto subiría de puesto y tomaría fotografías de modelos anoréxicas… Bien, de algo tenia que comer, ¿no? Emily y yo habíamos invertido en un pequeño barcillo bohemio cerca de Manhattan. Poco a poco se ganaba fama y nosotras ganábamos dinero, lo cual era bueno para las dos.

-Perfecto, las vemos ahí – Emily también se puso de pie, coloco su bolso en un hombro y desfilo con elegancia detrás de Jennifer.
-Esas dos nos sacaran canas verdes – se lamento Renata. Hundió la cabeza entre sus manos y se removió el cabello.
-¿Mucho trabajo?
-Si, odio los números – hablo detrás de sus manos.

Renata era una contable con alma de músico. Llevaba el ritmo en la sangre. Nos entendíamos aunque no habláramos. Yo deje caer mi cabeza sobre la pila de carpetas con fotografías de modelos que tenia que revisar. Algunos retoques por aquí y por allá y quedaban listas.
-Bueno, quizá hoy nos divirtamos, ¿ah? –aventure.
-Ojala… estoy tan cansada.

Pasaban de las 5 de la tarde, ambas ya habíamos terminado la jornada de trabajo. Entendía como es que Renata quería pasar la tarde o el fin de semana completo tumbada en la cama. Viendo películas de miedo o quizá durmiendo, como nuestro cuerpo reclamaba. Pero negarnos a una salida con las chicas era como atarse una soga al cuello. Peligroso.

Como aquella vez en la que argumente no poder ir el vienes a un bar-karaoke. Les había mentido acerca de mis montones de fotografías por tomar. En mi departamento tenia una habitación exclusivamente para tomar fotos, un pequeño estudio podría decirse. En vez de tener una sesión fotográfica, iba a tener una sesión de sexo sin límites con un antiguo algo de la preparatoria. Evan.

Tan solo de recordar su nombre los vellos de mis brazos se enchinaban.
Evan era un tipo guapísimo, con unos ojos claros que resaltaban sobre su piel bronceada y esa barba de días que me volvía una loca por completo. Nos habíamos cruzado en una tienda de autoservicio, yo llevaba un six de cervezas mientras que él llevaba una botella de vodka, ambos sonreímos y de inmediato supimos a donde acabarían esas miradas: mi cama. Envueltos en sudor, jadeos y mordidas por mi parte. Tener a Evan entre mis piernas era una experiencia abrumadora. Deliciosa.

Evan reclamaba la posesión de mi cuerpo sobre la cama de mi habitación, cuando de la nada 3 pares de ojos irrumpían mi acto de placer sexual.
-¡Dios! – grite y empuje a Evan para cubrirme con la sabana morada que mi cama vestía esa noche.
-¡Lunática! – gritaron Emily y Jennifer mirando de arriba a abajo a Evan, que aun seguía desnudo, su pecho musculoso con ligero vello oscuro seguro les dilato las pupilas y algo más entre sus piernas.
-¡Largo de aquí! – grite.

Desde ese día no creían más en mis excusas de los viernes acerca del trabajo. Mala idea era ahora decirles que quería tumbarme en mi cama solo para dormir. Ahora si era solo para dormir.


Continuara...

septiembre 23, 2010

Pequeñas Malditas Delicias...


Premiere 24 de Septiembre...


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-Dale lo que te pide, Lu. Ya no eres una niñita. Además hay que darle placer al cuerpo – Jennifer alzaba su barbilla orgullosa de su acertado comentario.
-No se… - dudaba. No negare que me encantaban los hombres. Digo, por algo pisaron el mundo. Pero soy de esas chicas que si sentían mariposillas en la panza, entonces era el chico adecuado, no el ideal, pero si el adecuado para darle placer al cuerpo.

septiembre 09, 2010

¿Quién dijo miedo?


Hola chicas.

Si, merecemos una patadita en nuestros traseros, lo se. Pero no solo vivimos de escribir, que seria genial poder hacerlo, la verdad.

La escuela, pedos de la vida común y corriente. Más que nada la vida, en general. Nos no da el tiempo que necesitamos para descargar la inspiración ni de poder actualizar como es debido. Yo por ejemplo, justo ahora ando moqueando, no por líos amorosos ni nada por el estilo, sino que he andado medio enfermita y esas cosas. Mi Ale así como yo, con pedos de deberes escolares y bla bla bla bla.


Pero descuiden mis fieles seguidoras. En menos de lo que lo piensan ya tendrán más historias ;) Mientras deleitense la pupila con la nueva cabecera del blog. Mis tontas clases de photoshop si me han servido, ¿ah? XD Espero que si... ^^


Me despido deseándoles un chingüengüenchón fin de semanita, lleno de fiestas, abrazos, apapachos, lemmon -como que de no!- y muchas cosas más... Esperamos con ansias sus comentarios :)

Las chicas del Té de Lemmon

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