diciembre 17, 2010

Hasta pronto...

Hola, hola, chicas lectoras del Tea Party. Un saludo para todas y abrazos afectuosos en esta época Navideña :3

Este post es para desear que las ultimas semanas de este 2010 se las pasen genial con sus amigos y familia. Que el inicio del año este cargado de energía y buenos deseos :D

No logre terminar capitulo de Maldita delicia, y aun esta en edición el nuevo capitulo de Búscame. Pero no desesperen, que para enero este blog empieza a la carga nuevamente.

Sin más, una Feliz Navidad y un genial inicio de Año :3


¡¡Abrazos para todoooos!!

Salut! :D ((Si me lo como... *o*))

diciembre 15, 2010

Maldita delicia. Capitulo XI*

¡Lindo miércoles!
Si, hoy no es día de Maldita delicia, pero como se acercan las Navidades y esas cosas, comida deliciosa, y ponchesitos calientes y regalitos y demás, me permito regalarles un capitulo nuevo de MD. ¡¡Si!!

Sucede también que no andaré por los rumbos cibernéticos por estas fechas, regresare hasta después de año nuevo; y como no quiero dejarlas plantadas y que no se coman las uñas, porque según mi madre "Solo los locos se comen las uñas", lo bueno es que ya deje ese feo habito XD Aun sigo loca... No hay cura para nosotros los locos X3

Espero que les guste... y espero también que las historias de todas empiecen a emparejarse, sino esto se me saldrá de las manos D: Saludos a todas y enjoy :)

11. Siempre en mi corazón



Nota: Continuación de capitulo VII



Jennifer Lamb

No cabía en mí de felicidad. Definitivamente estaba viviendo la vida que siempre soñé vivir.

Trabajaba 5 días a la semana, de diez de la mañana a las 5 de la tarde. Victoria no dejaba de elogiar mi trabajo y mis habilidades con las telas y mis gustos en la moda. Yo no dejaba de agradecer con una sonrisa tonta en mi cara y sonrojada, simplemente me sentía en las nubes.

Aunque, solo había una persona que me faltaba para ser totalmente feliz.

Y sabia que esa persona estaba perdida en la inmensidad del mundo. No sabia donde estaba mi madre o si aun seguía viva. Cuando niña siempre fui unida a ella, después se acabo la amistad que teníamos cuando entre a la preparatoria y ella desapareció. Después de todo y de hacerme la fuerte frente a mis amigas, si sentía la ausencia de mi madre.

Intentaba hacerme la fuerte y ellas evitaban los temas familiares para que las madres no tuvieran que aparecer. Mis amigas eran muy buenas conmigo. Ellas planeaban una fiesta por mi cumpleaños, y yo planeaba una sorpresa para ellas también. Eso me tenia muy ocupada, pero valdría la pena una vez que viera sus caras.

Faltaban semanas para eso, pero ellas estaban tan emocionadas con la fiesta en el en bar de Luna y Emily que no las veía tan seguido. En parte por el trabajo y esas cosas. Yo tenía mucho trabajo y a veces los fines de semana también trabajaba.

El señor Hopus pasaba por las oficinas de Victoria y me saludaba muy contento. Él se había vuelto un pilar muy importante en mi vida. Un padre podía decir. No negare que el hombre estaba como quería, pero no podía verlo de otra forma, era un padre para mí, un amigo.

Emily continuamente decía que ella no podría trabajar para alguien con ese tipo de amigos, y Renata decía que si se lo comía. Maldición, mis amigas eran unas depravadas.

Caminaba de regreso a casa. Me gustaba pasar por las tiendas de ropa y no mirarlas anhelante. Ahora podía darme el lujo de comprarme cosas de diseñador. Les digo, ahora vivía la vida que quería. Aunque… no todo era miel sobre hojuelas.

Primero, hace semanas que no veía a Rosty, desde el primer día en que conocí a Victoria. Eso me dejaba demasiado triste por las noches. Ustedes saben, una tiene necesidades. Y segundo, desde ese día sentía que alguien me seguía. O quizá me había vuelto tan paranoica como mi tía con miles de gatos. No, quizá solo era mi imaginación.

A pesar de todo, caminaba con prisa a mi departamento al salir del trabajo, no quería que la noche me atrapara. Casi todos los días, pasaba a echarle una mano al Sr. Hopus, ya que gracias a él había conocido a Victoria. Mi ex jefe, me lo agradecía, y se empeñaba en pagarme las horas que trabajaba para él, no podía ganarle la batalla, él era un más necio que yo.

Así que con dinero extra regresaba a mi casa, con un andar rápido, miraba hacia atrás continuamente. Definitivamente estaba perdiendo la cordura.

Volvía la vista al frente cuando algo se interpuso en mi camino y yo caí de espaldas.

-Oh, mierda – gruño una voz y estiro su mano para ayudarme a levantar.
-No… - jadee. –No me haga daño. Solo… tome – saque unos billetes de mi chaqueta de piel. Eran al menos 50 dólares.
-¿Qué? No quiero tu dinero – contesto la voz.
-Oh Dios – exclame con el cuerpo temblándome. Me eche hacia atrás, y me puse de pie mirando al tipo.

Desde el ángulo del piso no lograba ver su cara. Pero una vez que un faro de la calle lo alumbro, mi corazón dejo de latir. Era el Dios griego.

-¿Estas bien? No fue mi intención asustarte – dijo y estiro su mano una vez más. –Soy Andrew.


Temblé de nuevo.

-¿Qué quieres? – di un paso hacia atrás.
-No te haré daño – dijo y sonrío.

Yo no le creía.

-Seguro. Déjame en paz – di un paso a un lado y me aleje de ahí corriendo. No me fui a mi departamento, él podría seguirme.
-¡Hey! ¡Hey! – grito a mis espaldas.

En menos de lo que espere, me alcanzo.

-Oh, ¿Qué diablos quieres? – gruñí y lo encare.
-Se te callo esto – me devolvió un sobre. Era el dinero que me daba el Sr. Hopus.
-Si, gracias – se lo arrebate de las manos.
-De nada. Después de todo si tienes modales – observo.
-Muérete – rugí. –Seguro que tú eres el que me sigue al salir de mí trabajo, ¿ah? ¿Sabias que eso es un delito? Conozco policías, ¿sabes? -Mentí. –Así que deja de seguirme o pasaras tu vida tras las rejas.

El tipo sonrío.
-No es un delito, porque no te estoy acosando, primero. Y segundo, no te sigo por gusto.
-O sea que si me estas siguiendo – casi grite. –Deja de hacerlo o tendré una orden de restricción a tu nombre, amigo.
-Tranquila, que lo que hago es por tu bien – dijo.
-Ay, por favor. Por mi bien – bufe. –Tu y tu bien obra de samaritano, se pueden ir a la mierda.
-Ya va, solo ten más cuidado, ¿si?
-¿Cuidado? Tú me has dado un susto de muerte.
-Lo siento, pero no solo yo te seguía – advirtió.
-¿Qué? ¿Qué quieres decir?
-Detrás de ti, venia un tipo. Y por su pinta iba a hacerte algo, te vio cuando saliste de la cafetería y le pareciste el blanco perfecto, linda, con tacones, un bolso de Louis no se qué, una presa fácil – observo mi vestimenta. –Así que, por eso aparecí, él tipo dio media vuelta y desapareció. Él no iba a aceptar solo los billetes verdes.

Eso si me dio miedo.

-Yo… bueno, ya, gracias. En serio – le dije apenaba y molesta.
-Descuida. Te acompañare a tu departamento. No quiero que te pase nada.
-Puedo irme sola.
-Vamos, no te haré daño.
-¿Por qué quieres acompañarme de cualquier forma? – pregunte.

Un interés así de la nada, era sospechoso. Además. ¿Cómo sabia donde vivía?

-Eso es algo que no puedo decirte.

Hice un mohín.

-Dímelo o llamo a la policía – amenace.
-No. Mira, no puedo decirlo. Pero, estas segura conmigo, en serio.

Sus ojos oscuros me miraron. Y por algo que era muy extraño, le creí.

-Bien – gruñí.

Comencé a caminar y él a mi lado en silencio, con los bolsillos en sus jeans y mirando disimuladamente hacia atrás. Una vez que llegamos a mi edificio se despidió con la mano y antes de que yo pudiera siquiera dar las gracias él se desapareció en un parpadeo.

Esto si que era raro, muy raro.

Subí por las escaleras hasta el piso donde vivía. Entre. Deje mi bolso en el sofá más cercano y me tumbe en el sofá. ¿Qué demonios había sido eso? Encontrarme con ese tipo de nuevo… ¿Qué diablos?

-*-

Los días pasaron y no me lo tope de nuevo. Aun así, yo seguía con la sensación de ser vista desde la oscuridad, empezaba a perder la razón en serio esta vez.
-¿Jen?
-¡Rosty!

Iba saliendo de la cafetería del Sr. Hopus cuando lo vi. Estaba más que guapísimo. Aun en ropa deportiva se veía delicioso.

-¿Cómo estas? Hace siglos que no te veo – se acerco y sonrío.
-Bien, yo… si, bien. ¿Cómo estas tu?
-Bien, muy bien. ¿Qué tienes, pasa algo? – se acerco aun más y tomo mi barbilla. –Luces nerviosa.
-No, yo… Bueno si… Es raro, tengo la sensación de que alguien me sigue.

Y a pesar de saber que era Andrew me agradaba tanto la idea como una patada en el culo.

-¿Quieres que te lleve a tu casa?
-No, no quiero ir a casa – le dije y me abrace a su cuerpo con una necesidad que ni yo misma creí tener de él.
-Tranquila. No dejare que te pase nada – acaricio mi espalda.
-Perdón, es que… - me separe de él avergonzada por mi comportamiento infantil, después de todo él y yo no éramos nada.
-Ya, no pasa nada, ¿si? – Asentí. –Venga, vamos a mi casa.

Recordaba su casa y cada rincón por el que nos besamos. Era extraño estar ahí sin unas copas de más y sin la lujuria recorriendo nuestro sistema. Rosty me ofreció un té y eso me tranquilizo un poco. Me acaricio el cabello y se sentó a mi lado en el sofá de 3 plazas frente a su enorme pantalla.

-¿Cómo has estado? Hace mucho que no se nada de ti.
-Bien, mucho trabajo. Ahora estoy trabajando con Victoria.
-Oh, si… escuche algo de eso – murmuro.
Lo mire extrañada.
-¿Y tu?
-El gimnasio va bien. Prospera – sonrío.
-Si quieres puedo pedir un taxi… - lo notaba incomodo.
-¿Qué? ¡No!
-Si, estas no se, diferente – me puse de pie. –Gracias por el té. Conozco la salida.
-Jennifer, espera – jalo mi muñeca antes de que me encaminara a la salida.
-Esta claro que no quieres que este contigo. Por eso desapareciste tanto tiempo, y esta bien, ¿sabes? Esta claro, muy claro.

Putas lágrimas.

-No, no entiendes.
-Si, si entiendo. Entiendo que solo fue un rico polvo lo que tuvimos y… - respire profundo antes de seguir – y… esta bien.
-No, para mí no solo fue un rico polvo, en serio me gustas. En serio. Y no desaparecí, te dije que fui a visitar a mi hermano en California. Pero resulto que el bastardo esta de vuelta y yo no tenia ni puta idea.
-Oh.
-Si, Oh, también fue lo que le dije. Ahora lo veo… más tirado a la basura, pero espero que mejore.
-Lo siento…
-Si, bueno, él se busco esa vida. No fue culpa de nadie más que de él, y parece que eso es lo que lo destruye más. Hace unos días fui a visitarlo, ahora vive en Manhattan y no recordaba nada de lo que había pasado la noche anterior, aunque mencionaba un nombre, ahora no recuerdo cual, pero lo repetía mucho. En fin, solo espero que se mejore. Tener un hermano, bueno, no somos hermanos-hermanos. Lo conozco desde que éramos pequeños. Y lo quiero como si fuera un hermano.
-Si, me pasa lo mismo con mis amigas – sonreí.
-Me gusta cuando sonríes – acaricio mi cabello. –Y me gusta más cuando posas esos ojos eléctricos en mi – dio un paso y me beso.

Cerré los ojos instantáneamente. Primero beso despacio, llenándome de pequeños besos, mis labios, mis mejillas, mi cuello. Sus manos bajaron a mi cadera. Me acercaron más a su cuerpo, que ya estaba listo para deleitarme de placer.

Esta vez no chocamos con las paredes. Subimos a su habitación entre besos y caricias, pero él estaba más concentrado en palmear mi trasero para oírme jadear. Y eso me encantaba.

-¿Jen? – susurro contra mi espalda desnuda. Me estremecí al sentir su calido aliento en mi piel.
-Uh-hum – tenía los ojos cerrados. Envuelta en sus sabanas blancas. Él paso los dedos por mis piernas desnudas. –Me haces cosquillas – le dije retorciéndome.
-Lo se – contesto con voz de suficiencia.
-Basta – jadee.
-Eso no decías ayer – comento y sus labios pasaron por mis piernas.
-Estaba borracha – le dije sonriendo.
-Con té de manzanilla, seguro que si – continuo subiendo hasta llegar a la unión de mis piernas.
-No, borracha de ti – jadee cuando sus manos abrieron mis piernas.
-Yo quiero vivir ebrio… - beso mi ombligo. Lamió mi vientre y…
-¡Oh Rosty! – grite.

¿Tengo que describir que paso cuando su lengua entro en mi cuerpo? ¿Tengo que decir que hizo su textura en mis sentidos? ¿Tengo que decir cuantas veces grite su nombre? ¿O peor aun, cuantas veces me tomo por la mañana?

-¿Cómo es que haces eso? – pregunte saliendo de la ducha.
-¿Qué? – pregunto abrochando sus jeans.
-Eso. Hacerme gritar… hacerme desear más de ti – le dije.
-No soy yo, créeme. Eres tu Jen, me vuelves loco – dio unos pasos hasta mi. Sin camisa y con el cabello húmedo.
-Ni un paso más Robert – lo señale. –Un paso más y no respondo.
-Uh, ¿es una amenaza?
-No, solo una advertencia. Si sigues tomándome de esa manera, caminare con las piernas arqueadas – le dije divertida.
-Bien. Me controlare. Pero entonces tu deja de mirarme con esos ojos tan sexys y de mover tu cuerpo así sobre mi – se giro para ponerse una playera blanca que me dejaba ver el tatuaje en sus brazo. -¡Ah! ¿Y cuando piensas decirles a tus amigas lo del tatuaje de tu cadera?
-¿Qué? – grite.

Hace unos días me hice un tatuaje en el torso, por encima de mi cadera. Eran un par de estrellas.

-Si, ese mismo que devore anoche no se cuantas veces – comento y me miro alzando la ceja.
-No se, algún día – quería darle la vuelta al tema.
-¿Algún día? – alzo la ceja.
-Si, ahora, guárdame el secreto. ¿Si?
-¿Cómo negarle algo a esa mirada? – pregunto y beso fugazmente mis labios.









No se como estábamos Rosty y yo ahora. Lo que sabía era que él estaba en mi vida y eso ya era mucho pedir. Y en serio que ahora estaba muy, muy feliz.

Rosty me llevo a mi departamento por la tarde, ya que era sábado. Se quedo a comer y después vimos un poco de televisión. Vimos la primer película de Saw, a él tambien le gustaban esas películas. A mis amigas no tanto, decían que yo estaba loca, bueno, Emily y Luna, Renata disfrutaba de ellas tanto como yo.

-Tengo que irme, no he abierto el gimnasio desde ayer por la noche – Rosty tomo su chaqueta y yo lo jale de la muñeca hasta que él me aplasto con su cuerpo en el sofá.
-No te vayas…
-Sabes que no puedo negarme cuando me hablas con esa voz – dijo y acaricio mis pechos sobre la tela de mi blusa.
-Entonces no te vayas – lo abrace con mis piernas.
-Oh, vamos Jen. Tengo qué, no es de querer o no. El gimnasio es lo único que me mantiene cuerdo.
-¿Cuerdo? ¿Por qué?
-Por nada, volveré más tarde, lo juro.
-Bien – deje de envolverlo con mis piernas y él dio un beso pasional en mis labios, me dejo sin aliento y deseando más de él como siempre.

Observe su trasero desaparecer por la puerta y después un portazo.

Mi departamento ahora me hacia sentir más sola. La salita olía a su colonia. A su piel. Sus ojos azules no dejaban de mirarme cuando cerraba los ojos.


-¡Señorita Lamb! – un grito me sobresalto y di un brinco en el sofá. Mire el reloj de una de las mesillas de la sala, eran las 9 de la noche. Me había quedado dormida.

Camine a la puerta y abrí.

-Oh, que bueno que esta. Un joven vino a tocar a mi puerta y pregunto por usted.
-¿Un joven?
-Si, un tipo bien parecido. Dijo que esto era para usted – me entrego una carta.
-Gracias… Sr. Laurie.
-Si, como sea. Dijo que no podía dejarla en el buzón, porque era urgente que se la diera. Dijo que no podía perder el tiempo en cosas intermediarias.
-¿No dijo quien era?
-No, solo era alto y de cabello negro.
-Bueno, gracias.

El Sr. Laurie asintió y lo vi regresar a su departamento con un chistoso caminar.


Después cerré mi puerta y mire el sobre. Era de un color crema, sin sellos, sin remitente, sin nada excepto mi nombre con una letra estilizada. La mire frunciendo el ceño.

Suspire y rompí el sobre de un lado. De ahí salio una hoja doblada, misma que desdoble para leerla. De pronto sentí una presión en el pecho que no lograba aliviar a pesar de que respiraba profundamente.


Empecé a leer y un vacío se formo en mi pecho.



“Jennifer. Si estas leyendo esto, es porque no le gane la batalla a mi enfermedad. Te preguntaras quien te envía esto. Pues tu madre lo hace. Me duele el alma pensar que deje a mi hija en manos de la salvaje vida. Fui una egoísta lo se y lo siento, no sabes como lo siento. No sabes lo arrepentida que estoy.

Cuando quise regresar, me entere de la enfermedad que carcomía mi cuerpo. Los doctores dijeron que no había esperanza. Que lo mejor era que acomodara las cosas y me despidiera de quienes tenía que despedirme.

Hija, lamento no haber estado contigo cuando me necesitaste.

¿Sabes? Me case de nuevo. En Londres, con un hombre fabuloso, que miles de veces me dijo que te buscara, que te encontraríamos y que así él podría conocerte. A pesar de no saber nada de ti, él ya te quería. Es un hombre genial. Ojala que lo conozcas pronto.





-Las lágrimas desenfocaron las letras, las palabras y los trazos de mi madre. Así que esto era una despedida.





Te busque como desesperada. Te busque tantos años con la esperanza de que no dejaras Texas, pero no fue así. Ahora haces tu vida en la ajetreada vida de Manhattan y me alegra que hayas cumplido tus sueños. Lamento que te sintieras perseguida. Andy es un buen chico y muy apuesto. Es amigo de la familia y es un buen detective cuando es necesario.

Hija, ahora estoy en un lugar, quisiera decir que mejor. No fui la madre que necesitaste, ni la amiga que deseaste. Quise que tuvieras una mejor vida de la que yo tuve. Ahora lo logras por ti misma y eso me llena de orgullo. Tus amigas son muy buenas contigo, no las pierdas.

Solo quería que supieras que siempre estuviste en mi mente, cada año, cada mes, cada semana, cada día, hora y minuto de mi ausencia a tu lado. Lamento que tuvieras que enfrentar la vida tu sola, pero créeme, lo hiciste muy bien. Muy bien, mi niña. Eres una mujer ahora, una mujer que cumple sus sueños sin importar nada. Después de todo, eres una guerrera.

En serio que lamento todo el daño que te cause. Se que no podré repararlo. Pero espero de corazón que me perdones. Te amo más que a mi propia vida, Jennifer.

Siempre en mi corazón, Laila Lamb”.





Cuando termine la carta las lágrimas corrían como ríos por mis mejillas.
Me derrumbe en el piso y llore como nunca antes. Ahora mi madre no podía regresar.

Releí la carta una vez más y derrame más lagrimas que pronto estaría seca.

El sobre no contenía más nada. Salvo la firma de mi madre. Ella pensó en mí todo el tiempo. Así como yo, y después de todo si me amaba.

Con el cuerpo tembloroso por las lágrimas y el dolor de perder a mi madre, de la noche a la mañana y de que una carta me lo informara, me puse de pie y llame a Emily.

Espere un tono, dos…

-¿Jen, que pasa nena?
-Mi madre murió… - le dije en un murmuro.

Sentía que las paredes podían escuchar y que todo el edificio sabría mi pena. No quería que nadie me mirara con compasión. No era una niña, pero maldición que me sentía como una.

-¿Qué dices? No, ¿estas bromeando? – Mi amiga sonaba aterrada.
-No… me envío una carta. Ella murió y me entregaron la carta – le conté la historia, pero no la carta, no podría leerla en voz alta.
-Tranquila, voy para allá. ¿Quieres que llame a las chicas?
-Preferiría que no, aun no. Por favor.
-Vale, no tardo. Tranquila.

Emily colgó el teléfono y como posesa pase los ojos por los trazos de mi madre. Su letra era con trazos entrelazados, algo confusa a veces para leer, pero esta vez era como si la letra se leyera sola en mi mente.

Cuando Emily entro, ya que tenía una llave de emergencia, me encontró sentada en el sofá. Corrió hasta donde me encontraba y me abrazo.

-Nena, lo siento, lo siento…
-Yo, yo también.
-Dime cómo te enteraste – le estire la mano con la carta.

Ahora ya estaba un poco arrugada, la había leído otro par de veces y las lágrimas siempre caían sobre la tinta. Afortunadamente no se corrió la tinta.

Emily leyó con rapidez la carta. Al término la metió en el sobre y me la regreso.

-No tiene timbres, ni dirección, ni nada. ¿Quién es ese tal Andy?, ¿Lo conoces? – pregunto dándome un pañuelo para secar mis lagrimas.
-Si, hace un par de días me ayudo con un ladrón. Nada grave – agregue al ver que Emily palidecía… más.
-Oh – dijo y se puso de pie. –Sabes que tenemos que llamar a las demás, ¿cierto? A Luna, a ella le encanta jugar a ser Sherlock Holmes. Descubrió quien se robaba la comida de Renata.

Ese comentario me hizo sonreír. Luna tenia un sexto sentido para descubrir las cosas. Era como Google o una cosa así.

-Bien. Pero que sea mañana, ¿si? No tengo fuerzas más para llorar.
-Entiendo – se acerco a mi asiento en el sofá y me abrazo pasando un brazo sobre mis hombros. –No se que se sienta perder una madre…
-No es lindo. Bueno, la mía no estuvo conmigo por no se cuantos años, pero mantenía la esperanza que volver a verla algún día. Ahora la veré en un féretro, eso no es lindo – Imagine como seria ver a mi madre acostada, con las manos sobre su pecho. Seria raro. Y horrible.

Aunque en el fondo sabia que mi madre siempre me amo, era una gran sorpresa enterarse así de su deceso. ¿Ella vivió feliz?, ¿Quién era su nuevo esposo?, ¿La amo? Solo esperaba que ella hubiera vivido feliz, que hubiera encontrado su felicidad después de todo. Todos merecemos un poquito de felicidad y yo, aunque fuese con una noticia terrible, había recibido un poco de felicidad. Saber algo de mi madre me quitaba un peso de encima. Saber que ella pensó en mí todo el tiempo, así como yo me aligeraba los hombros. Saber que estaba orgullosa de mí por alcanzar mis objetivos, inundaba mis ojos de lágrimas. Esta vez de felicidad, no de tristeza. Sabia que ella estaba en un lugar mejor, quizá el Cielo como la gente suele pensar. Después de todo, fue mi madre, y por más que yo quisiera odiarla, nunca fue ni será así.

diciembre 10, 2010

Maldita delicia. Capitulo X*

¡Feliz viernes! Nuevo capi, por fin de Maldita delicia. Me costo trabajo en serio, al menos darle un fin, porque no quería que se terminara. Esta Rens me cuesta, me cuesta. Y más porque es mi mejor, mejor amiga, mi Ale :3 Quiero que te guste mi Ale, tanto como a mi escribirlo :D

Aquí esta el plus que les prometí y que tanto te tuve esperando mi Cricri :) Deseo que te guste muchote... Y manos a la obra en los siguientes capis jeje


Además de que casi me quedo sin Internet. Mi hermosa Dellia estaba enfermita y no me abría el Internet D: Sufrí, sufrí... Ya me veía en los Cyber subiendo mis capítulos, cosa que me da como que no se, cosa XD

Pero afortunadamente my precious (Como diría Golum @__@) ha vuelto y este más precius que nunca XD



Saludos y gracias por esperar ;) Enjoy...




10. Tu cuerpo, una botella de Jack Daniels y la raya morada


*Nota: Continuación capitulo VI


Renata Cotty

La vida de todas era un completo caos. Al parecer Jennifer tenía un nuevo empleo, uno con la mujer que era su heroína desde pequeña, miraba a Jennifer y parecía que el sol la alumbraba a donde quiera que fuera. Lo cual me llenaba de alegría.

Por mi parte me encontraba hecha un nudo de sentimientos. Me encantaba William, pero también me volvía loca Lex y ahora el aparecido Jared. Que cada que podía me enviaba flores a mi trabajo. Al menos una rosa cada tercer día, deseándome suerte, no parecía del tipo romántico, lucia más bien como un tipo rudo. Pero vaya que me sacaba sonrisas bobas cada que veía una nueva rosa en mi escritorio.

-¿Y esa cara? – William estaba en el marco de mi puerta con los brazos cruzados sobre su pecho, lucia como un depredador.
-Nada, solo estoy contenta – le dije y baje la mirada, guarde la nota de la rosa de ese día: “Lindo día”, sus notas eran cortas, pero con un detalle así cualquiera se derrite, ¿o no?

En mi interior siempre fui una romántica. Todas los somos, ¡Acéptenlo!

-Tengo unos asuntos que resolver en Canadá, un distribuidor y una empresa quieren ser parte de esto, ¿te gustaría acompañarme?
-No, es decir, no puedo. Jennifer cumple años y pues… tenemos una sorpresa para ella – mentí.

Lo cierto era que me moría por ver a Jared. La semana pasada quedamos de vernos en la fiesta de Jennifer, que cumplía años. Emily había organizado una fiesta en su bar, así que iríamos.

-Oh, esta bien… será un viaje largo después de todo – sonrío derrotado.
-Lo siento…
-Esta bien, descuida. Te dejo para que sigas en lo tuyo. Adiós – asintió y salio.

Quizá debería sentirme mal por decir esa pequeña mentira, pero no. No era así. Vería a Jared y eso me emocionaba mucho. Parecía una niña pequeña, una adolescente en su primera cita.

Si se preguntan por Lex, bueno, tenia dos semanas enteras de no saber nada de él. Imagino que seguía en el taller trabajando con el hermano de Luna, pero solo eso.

No me llamo para confirmar algún encuentro, quizá mi sinceridad acerca del sexo entre nosotros lo dejo sin habla o se molesto o muchas cosas. En verdad que Lex me gustaba, pero no quería un corazón roto, así que mejor las cosas por la paz.


Cerca de las siete de la noche salí de la oficina, dirigiéndome a mi casa. William no estaba en la oficina así que no se ofreció a llevarme como casi siempre pasaba. Camine las 5 manzanas al tren. Luna tampoco estaba disponible, así que camine sola con el frío de otoño helando mis huesos.

-¡Hey, Rens! – una voz que reconocí de inmediato me hizo girar.


Era Jared, bajo de su auto un convertible negro. Que si mal no recuerdo era un Chevrolet Camaro del 69. Camino casi corriendo hasta donde estaba y me abrazo sin previo aviso. Me quede helada, ya fuera por el clima o por la sorpresa del acto. Que bastaba decir que me hallaba más que feliz entre sus fuertes brazos.









-Oh, lo siento, es que te vi y… bueno, ¿Cómo estas?
-Bien, gracias… Por cierto, me gustaron mucho las rosas.
-No fue nada, me alegra que te gustaran, no soy del tipo que manda flores, pero me pareció justo, bueno, una necesidad de mi parte más que nada. Aunque, tu mereces más que eso – tomo un mechón de mi cabello y lo puso detrás de mi oreja.

Mi cuerpo empezó a arder.

-Iba para mi casa, ¿quieres ir?

Era el primer viernes que todas estábamos bastante ocupadas, así que no planeamos nada. Todas parecíamos zombies, unas mas que otras. Pero al fin zombies.

-Claro, vamos, iremos en mi auto – jalo de mi mano, antes de que protestara.

No iba a hacerlo de cualquier forma.

Una vez dentro, nos dirigimos a mi departamento. Una esquina antes bajo sin decir nada y regreso con una botella de Jack Daniels.

-Hace siglos que no tomo una – dijo sonriendo y colocándola en la parte de atrás de su auto.

Así que, planeaba lo mismo que yo.

-¿Dónde estuviste tanto tiempo? – pregunte extrañada por la forma en la que dijo lo del whisky.
-Bueno, en muchos lugares. Intente ayudar a un amigo, pero… pues falle mucho tiempo. No lo deje solo pues no quería perderlo. Pero ahora parece que todo mejora, o eso espero, honestamente.
-Hum, pensé que te habías ido de gira, o algo por el estilo.
-No, bueno, mi banda no funciono, así que empecé a trabajar.
-¿En qué? – andaba muy curiosa.
-Bueno, en un centro de rehabilitación. Una amiga trabaja ahí y pues, me gusta ayudar a la gente. Además esos chicos estaban muy mal.
-¿De drogas y esas cosas?
-Si – tenso la mandíbula. –Yo estuve ahí un tiempo. Un amigo me ayudo, y pues… ahora soy un hombre de bien – sonrío y sus ojos brillaron cuando me miro. – ¿En esta a la derecha, verdad? – pregunto y me devolvió de mis perversos pensamientos.
-Sip, por ahí puedes estacionarte – señale al frente.

Un hombre de bien. Eso era lindo. Y me daba gusto que por fin haya encontrado el camino.

Después de ayudarme a bajar de su auto, subimos a mi departamento. Luna tenía su felpudo de bienvenida con un montón de cartas y un paquete. Lo tome y Jared me miro con desaprobación.

-Eso es un delito, ¿sabias? – No supe si lo dijo en broma.
-Bueno, es el departamento de mi amiga, no quiero que alguien más le robe sus cosas – le dije sacando las llaves de mi bolso.
-Dame, te ayudo – Jared tomo el paquete. Era una caja de cartón. Tenía la leyenda de Frágil.

Una vez dentro, deje las cartas de Luna en la mesita de la entrada, Jared entro y cerro la puerta, colocando la cadena y el seguro.

Le indique el camino a la salita, donde tenia un par de sillones negros de piel, mi mesa de centro era redonda y debajo tenia un sin fin de revistas de música y un par de discos que Luna me recomendó.

-¿Dónde dejo esto? – pregunto Jared subiendo un poco el paquete, en la otra mano tenia la botella de Jack Daniels.
-Oh, por aquí – le señale la entrada de la cocina.

Mi cocina quedaba después de la salita, en un pasillo donde al final estaba mi dormitorio, otra habitación, donde tenía una cama de más, para que si tenía visitas se quedaran placidamente, y frente a mi habitación, el baño.

Como yo era la que cocinaba para Luna y para mi, la cocina tenia de todo y la adoraba. No era muy grande, una nevera de tamaño estándar, un par de ollas y sartenes y mi dispensario de especias. Luna me había regalado un set completo muy bonito en frascos de vidrio con tapitas herméticas, junto con un moderno recipiente para colocar las cucharas de madera.

En la nevera tenia un par de post it, de esos papelitos de colores con pegamento, donde Luna me dejaba recados cuando venia a comer a casa. Tenia la costumbre de dejar notas de esas por todos lados y mi nevera era el lugar indicado para las notas de agradecimiento.

-“Me encanto la pasta boloñesa” – Jared leía en voz alta el ultimo recadito de Luna.
-Lo escribió mi amiga – informe -, la hermana de Jack.
-Oh, si, la morenita, ¿no? – recordó y dejo la botella de whisky en la mesada junto a la estufa.
-Sip – sonreí.
-Y… ¿Cómo va el trabajo? – pregunto.
-Perfectamente en orden – conteste y metí un par de cosas en la nevera y tome un par de vasos de mi alacena. –Hasta la raya morada – le tendí los vasos después de ponerles un par de cubos de hielo.

Jared río y eso me enchino los vellos de los brazos. Afortunadamente aun tenía mi saco, si no…

Él abrió la botella y dándole un pequeño golpe en la base de la botella el líquido ámbar empezó a salir. Lleno casi a la mitad los vasos y los movió en círculos en sus manos.

-Brindo por ti y… porque… bueno, por ti – alzo los hombros.
-Gracias – tome mi vaso y bebí un poco.

El liquido me raspo la garganta. El whisky no era muy de mi agrado, lo mío eran los shots de tequila y el vodka con arándano. Me sacrificaría.

-Mmmh, delicioso. Deje de beber después de que entre al centro de rehabilitación. No podía beber ahí, ni cerca de ahí. Políticas de la clínica – informo relamiendo sus labios.

Maldita sea.

-Yo salgo cada semana con mis amigas a algún lugar a beber o a bailar o simplemente a charlar sobre nuestros días – le dije con la vista fija en sus ojos.
-Hoy tus planes cambiaron – comento acercándose a donde estaba y tomo mi mano entre sus manos. –Por mi culpa.
-No, que va. No tenía planes. Me caíste como una brisa fresca.

Oh. Eso que dije salio sin pensar.

Mordí mis labios y baje la mirada a mi vaso.

-Lo mismo digo. Aunque… tú eres más como una droga – llevo mi mano a sus labios. Su barba raspo, pero eso fue muy sexy.
-¿Una droga? – lo mire. Él sonrío.

Esa sonrisa, la sonrisa que tanto extrañe. Esa que formo en sus labios después de que me tomo en su departamento tantos años atrás. La misma y tenia el mismo efecto en mi. Deseo.

-Si. Como la novela que dijiste que leías en tu juventud. Solo que yo no temo devorarte con mis dientes – se acerco aun más, su mejilla estaba pegada a la mía. Su aliento tibio rozaba mi cuello. –Yo te comeré, - aviso – una, y otra y otra vez.

Después de eso, mis piernas se aflojaron. Tuve que soltar su mano y sostenerme de la mesada. Jadee.

-¿Qué? – dijo separándose un poco. -¿Te asuste?
-No, solo… - despeje mi rostro, mi cabello había caído sobre mi frente y sudaba.
-Ahh… te pasa como a la chica de la novela, ¿ah? – dijo con voz de suficiencia.

Yo, simplemente respire con dificultad. Estaría de más decir que hiperventilaba, pero ¡joder! Eso era lo mismo que me pasaba. ¡Demonios!

-Oh, pobre… Isabella – se acerco más y sus manos tomaron mi cadera fuertemente para subirme a la mesada – tranquila, no haré nada que no quieras.

Cerré los ojos. Sentí las manos de Jared recorrer mi cuerpo, sus dedos largos de músico, desabotonaron mi abrigo y lo dejaron sobre la mesada, después se deshizo de mi saco, y cuando llego a mi blusa, creí escuchar un gruñido.

-Llevas mucha ropa – su voz era letal para mis sentidos.

Cuando abrí mis ojos, mis manos ya estaban sobre su cuello. Y mi respiración aun más agitada.

Jared abrió mi blusa. Yo me puse colorada.
-Eres justo lo que me receto el doctor – sonrío con lujuria y se dispuso a besar mi cuello.

¡Joder! Mi cuello…

-Oh, Jared… - mis manos se aferraron a la solapa de su chaqueta. Y mis piernas se abrieron aun más para sentirlo más y más cerca. Las manos de él viajaron por mis hombros, despejando el área donde segundos después sus labios pasarían.

Mis hombros, fueron abrasados por besos húmedos de Jared. Mis brazos también, y cuando estuvo a la altura de mis codos, sus labios se posaron sobre mis pechos.

-Mmmh… - ronroneo.

Masajeo mis pechos y juro que me moje, digo, ya estaba húmeda, pero sentía como mis bragas nadaban. Quería verlo, me eche hacia atrás y él me siguió con sus labios sobre mi cuerpo. Recargue las manos sobre la mesada y él se deleito sobre la piel de mi estomago y la de mi vientre.

-Como dije, voy a devorarte Renata Cotty – una vez más me regalo esa sonrisa. Mi sonrisa.

Me gustaba creer que era así.

Asentí. Él jalo mi falta después de bajar el ziper, toco la piel de mis piernas y los vellos de mis brazos se enchinaron.

Emily tenía razón. “Más vale estar siempre bien depiladita. No queremos que se internen en la selva”, rezaba con voz altanera.

Jared mordió su labio inferior, tan jodidamente sexy cuando aventó mi falda a algún lugar de la cocina, provocando que mi corazón amenazara con salirse de mi pecho. Mis bragas se humedecieron en el acto.

-Te soñé miles de veces, pero esto es miles de veces mejor.
-Ven acá – la voz de mi deseo hablaba ahora.

Se había apoderado de mi cuerpo desde que él beso mi cuello.

Lo bese con pasión, mordiendo sus labios carnosos y danzando con su lengua. El sabor a whisky aun bailaba entre su lengua. No supe que fue lo que más me embriago, si él o el whisky o los dos juntos.

-Quiero que me hagas tuya toda la noche, Jared – solté mis deseos mordiendo su oído y abrazando su cadera con mis piernas.
-Tus deseos siempre han sido mis ordenes – clamo en un ronroneo y tomo mis nalgas entre sus manos.


De cómo llegamos a mi habitación no pregunten. Ni yo misma lo se. Solo se, que en el camino tropezamos un par de veces con la pared, ya que yo no dejaba de besarlo ni de morderlo ni de lamer su cuello.

Yo lo esperaba en la cama, mientras él se desnudaba frente a mí. La luz de mis mesitas de noche creaba un ambiente más romántico.

Jared gateo hasta donde estaba y jalando mi cadera me acerco a él.
-¿Lista?

Tome una de sus manos y la deslice por mi cuerpo hasta que llego a mis bragas.
-Pruébalo tu mismo – solté sensualmente.

No se que pasaba conmigo. Pero es que este hombre si me podía.

-Oh, pequeña traviesa – dijo y sus dedos viajaron dentro de mis bragas.

Sus dedos curiosos pasearon por mi centro húmedo y de pronto…

-¡Oh Jared! – grite.

Entraron en mí sin aviso y con potencia empezó a bombear. Deje caer mi cuerpo sobre la cama y él aun torturándome con sus manos me hizo llegar al primer orgasmo. Supe de inmediato que esto no terminaba ahí.

Él gruñía mi nombre mientras besaba cada rincón de mi cuerpo, cada poro de mi piel se acoplaba perfecto a la forma de sus labios. Su lengua mojo mi vientre y de pronto, como sus dedos, entro en mi cuerpo. Sofoque un grito.

-Oh Ren… - Jared murmuraba mi nombre, eso fue lo más sexy del mundo.

Por mi parte, no paraba de convulsionarme de placer. Apretaba las sabanas con fuerza, mientras él besaba mi cuello y trazaba caminos nuevos con sus dedos sobre mi cuerpo.

-Mírame – pidió con voz ronca.

Abrí los ojos, su cabello largo estaba despeinado y caía a los lados de su rostro. Una sonrisa radiante y una mirada celeste llena de pasión me dejo con el corazón latiendo desbocado.

-Renata… eres exquisita, deliciosa… - beso mis labios.

Tomo una de mis piernas y se unió en un solo movimiento a mi cuerpo.

-¡Aaaah!

Si, esa fui yo. Mis gritos fueron más que solo escandalosos. Esto lo había deseado por mucho tiempo atrás. Incluso antes de que él posara sus ojos en mi, yo ya lo deseaba.

Jared tomo mi espalda entre sus manos y sus fuertes brazos me abrazaron pegando mis pechos a su musculoso torso. Él subía y bajaba mi cuerpo. Analizaba mi anatomía con cuidado y a cada embiste mi cuerpo ardía con furia.

Sabia que pronto alcanzaría el mayor de los placeres, mi interior me lo decía.

-Oh, si, si, si… - clamaba como loca.
-Venga. Los dos juntos – jadeaba él.

¿Qué? ¿Juntos?

-¡Renata! – grito Jared en mi cuello.
Mordí su hombro, cuando mi cuerpo alcanzo el clímax un segundo después de él.

Aun abrazados, esperando a que nuestras respiraciones se normalizaran, él beso mis hombros y lamió mi cuello. Eso se sentía tan bien.

Suspire.

-Oh Dios… - dijo y se recostó conmigo entre sus brazos. –Dame solo unos segundos… aun no asimilo tanto… placer.

Sonreí como estúpida.

Él no era como esos tipos que se descargan en ti y después fuman un cigarrillo. Él me tenía abrazada aun después de tener sexo. Eso sin duda le daba puntos a su favor.

_*_
A la maña siguiente, esperaba una nota en el lado de la cama de Jared. No fue así. Por el contrario no había nada. Suspire pesadamente. Todo había sido un buen polvo, solo eso. Mi pecho dolió sin poder evitarlo.

Me daría un baño y quizá después visitaría a Luna, la veía algo rara, con ojeras en los ojos, y aunque sonreía yo la notaba rara. Me puse unos jeans viejos con un par de agujeros en las rodillas, una playera de mi banda favorita: Interpol. Ate mi cabello en una coleta alocada y me calce mis zapatos Chuck Taylor. Anduve con el cuerpo dolorido hasta mi cocina.

Un olor a tocino y huevos revueltos me retorció las tripas. No había notado que estaba hambrienta. Quizá mi hermano había entrado por la puerta o quizá Luna había ido a tomar clases de cocina. En serio que olía muy bien.

Cuando entre a la cocina, mi mandíbula toco el piso. Era Jared, sin playera. Dios, ahora no sé si tengo hambre de comida o de él.

-Oh, hola Rens, espero no haberte despertado. Lucias tan hermosa dormida que me escurrí fuera de la cama para hacer el desayuno – sonrío. Sirvió generosamente en los platos y comimos en la mesa redonda que tenia a un lado de mi sala.

La comida había estado deliciosa. Comimos en silencio, aun no creía que él estuviera en mi cocina, preparando el desayuno.

-Hem, Rens… Yo… tengo que irme – rompió el silencio y dejo su tenedor sobre su plato. –No quería irme sin despedirme, como si fuese un criminal. Además, me la pase muy bien contigo – estiro su mano para estrechar mis dedos.
-Esta bien, si no quieres decir nada. Entiendo. Bien… te ayudare a lavar lo que ensucie… - se puso de pie.
-No, esta bien, yo lo hago… - ataje tomando su muñeca.
-Vale, gracias. Y… bueno… - tomo su chaqueta.

Ya tenía su playera puesta. Camino a la salida. Yo aun si creer lo que pasaba.

En la puerta se despidió nerviosamente de nuevo, lo supe porque tenía un tic de tocarse el cabello.
-Vale… pues… nos vemos – alzo la mano despidiéndose, abrió la puerta y dio un paso hacia fuera.
-Si, lindo día.
-Si, igual para ti… Buen sábado – sonrío.
-Jared – casi grite cuando me dio la espalda. –Me la pase muy bien…
-Yo también… Nos vemos – suspiro y lo vi alejarse.

Cuando se perdió de vista al doblar la esquina para bajar las escaleras entre a mi departamento.

Volví la vista a la mesa, donde aun estaban los platos, con restos de comida, su vaso de jugo a la mitad, ahora podía decir que medio lleno. Mi lado optimista estaba asomando sus narices.

¿Qué demonios pasaba conmigo?

Él era un tipo genial, no había huido como el resto… Aunque, Lex tampoco había huido. Se despidió de mí cuando al amanecer, me llamaron porque Luna estaba en el hospital.

En realidad no sabía a ciencia cierta que pasaba conmigo. ¿Tenia que haber saltado a sus brazos? ¿Tenia que haberme rendido a sus ojos celestes? Solo había una cosa que sabia que tenia que hacer… Llamar a Luna.

diciembre 05, 2010

Maldita delicia... se atrasa.


Siii :(

Con el dolor de mi corazón. La deje un viernes sin Maldita delicia. Lo siento.

Pero es que jodidos deberes escolares.

Ni me dejan terminar el capi de mi Ale, de mi Rens :D

No desesperen que ya esta casi listo... y con un plus incluido... :3

Aguantenme tantititititito que a la brevedad actualizare la historia. ¡Ah! Y no me he olvidado de "Búscame", que tendrá un poco más de caos :P Esa Amelie me cae re bien y pronto dará de qué hablar...


Gracias por su comprension, se irán al cielo con Dioses sabrosos :D (yu-nou).

Saludos a todas :)

Las chicas del Té de Lemmon

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