abril 29, 2011

Maldita delicia, segunda temporada. Capitulo III

Viernes de MD2. Uuuy, espero con ansias este dia. De verdad que si. Espero que les vaya gustando la historia. Todas se estan preparando para la fiesta de Jennifer. Pero todas, tienen algo que contar antes de divertirse :)
Cuidence mucho, y nos leemos, enjoy :D
Y... mi Ale, veras que Will no ha olvidado a Renata x)
Y aquí, es cuando se cruzan los caminos.
Dios, ya no diré nada sino la defecare XD



3. Notas sobre el escritorio

Renata Cotty

-¿Por qué andas como si te hubieran metido un cohete en el trase…?
-¡¡¡Vincent!!! – chille. Mi hermano y sus palabrotas.
-¿Qué? – pregunto mirando hacia atrás como si alguien más lo estuviera observando, y no estuviéramos él y yo solos en mi departamento.
-Deja de decir groserías sobre la mesa… ¡Respeta! – grite.
Vince alzo una ceja y termino su café.
-Groserías – bufo. –Luna, dice más groserías que yo – rezongo.
-Pero Luna tiene estilo al decirlas. Cuando ella las dice no suenan a ofensa. Me dan risa cuando las dice – defendí a mi amiga. Lo haría a capa y espada, con uñas y dientes.
-Agh, ¿no tengo preferencia por ser tu hermano? Maldita sea, ya ni los genes pueden darme puntos a favor – gruño y se puso a lavar los platos y tazas del desayuno.
-Si tienes puntos a tu favor, Vince – le dije dándole un rápido abrazo por la cadera.
-Si como no – Vince volteo los ojos y beso mi cabello antes de que me separara de él.
-Si, y además te quiero mucho, mucho, mucho – grite antes de entrar a mi habitación para vestirme.


Era jueves, o como diría Luna: Juevebes. Ella acostumbraba en la Universidad, tomar una cerveza para el estrés. Y ahora, con el verdadero estrés del trabajo, apuesto a que necesitaba algo más que una sola botella de cerveza.
Termine de vestirme y salí al pasillo. Vincent ya estaba listo. Sus jeans desgastados con unas botas de motorista igual de desgastadas, una camisa negra y una chaqueta.
-¿Lista? – estiro la mano a la puerta.
-Sip – abrió la puerta y salí primero.
-¡¡Renata!!
-Lex – jadee.
Era él. Lex. Hace miles de años… Ok, exagero. Pero tenia bastante tiempo que no lo veía. Desde… desde aquel día con las fresas.



-¿Qué haces aquí? – pregunte una vez que recupere el aliento.
-Bueno, venia por ti. Tengo la intención de llevarte a tu trabajo… - sus ojos celestes se posaron por arriba de mi cabeza. Supe que miraba a mi hermano.
-¿Él es tu…?
-Vincent, vivo con Renata – mi hermano marco de inmediato su territorio, si es que podía decirse de esa forma.
Estiro su mano y ambos se saludaron con las mandíbulas tensas.
-Es mi hermano – murmure.
-Ah – Lex asintió.
-Se nos hace tarde, Nats – Vince jalo mi brazo. No pude detenerme. Lex simplemente nos miró alejarnos.
-Nos vemos después – Lex alzo la mano.
-Adiós… - alcance a decir.
Vince prácticamente me arrastro a la calle. Una parte de mi quería quedarse a charlar con Lex, pero otra parte quería alejarse de él. Aunque si, tengo que aceptar, que la parte con más fuerza en sus gritos, era la parte que quería tumbarlo sobre mi cama.
-¿Quién es él? – pregunto Vince con voz atronadora y aun con los dientes fuertemente presionados.
-Un amigo, es amigo del hermano de Luna – respondí con rapidez. Las manos me sudaban.
-Ah, vaya… Hermano de Luna, ¿eh?
-No – corregí – es amigo del hermano de Luna.
-Explícame algo… - dijo y detuvo un taxi. -¿Él y tu…? – mascullo.
-Eso es algo de mi vida que no tengo porque contarte, Vince – dije seria.




El taxista avanzaba por las calles de NY. Vince iba en silencio. Pero sabía que en su interior estaba una lucha por lanzar un sin número de preguntas. Preguntas que no respondería, porque sabía que serían acerca de mi vida personal. De mi vida sexual. Lo sabía.


-Por aquí está bien, gracias – el taxista se detuvo. Lex bajo y pago al tipo.
-Nos vemos más tarde… Ah, iré con las chicas por mi disfraz para la fiesta de Jennifer, recuerda que dijiste que irías. Así que tienes que tener tu disfraz, ¿eh? – lo señale con un dedo.
-Sí, seguro – Vince hablo distante.
Siempre bajábamos del taxi frente a la Galería de arte, el Sr. Hoppus salía a saludarme. Se me había hecho costumbre decirle a Vince que bajáramos del taxi aquí, y que a partir de esta calle caminaría a mi trabajo. Claro que lo hacía para ver a Julien. Pero hasta la fecha no había tenido suerte. Sin embargo ver al jefe de mi hermano me elevaba el ritmo cardiaco. Ese hombre definitivamente me podía.
-Vince – tome la mano de mi hermano. Él me miro. –Lex y yo si tuvimos algo que ver, pero ahora no es así. ¿Bien?
-Solo estoy preocupado por ti, Nats – suspiro. –Eres mi hermana y no quiero que te lastimen… Como la última vez.
La última vez…
Ya había superado esa última vez. La vez que mi novio me había dicho que tenía un hijo y que… estaba casado. Mi corazón se partió en miles de pedazos, creí derrumbarme. Pero ahora todo estaba mejor, vivía la vida bajo mis condiciones. Y sino quería una relación nada me haría cambiar de parecer.
-Ya… Se me hace tarde. Busca tu disfraz, ¿vale?
-Sí, Nats, me ocupare de mi disfraz. No te preocupes – sonrio.
-Nos vemos en el departamento, adiós.


Camine las 7 calles que me separaban de la Galería. Eran bastante largas, pero valía la pena si es que algún dia me encontraba a Julien. Faltaban dos calles para llegar al edificio donde trabajaba, cuando los gritos de una mujer me hicieron detenerme y mirar hacia atrás.



-¡¡Rens!! – Era Luna. –Uhh – jadeo tomando sus rodillas con las manos. –Por fin…
-Respira, respira… - le dije tomando sus hombros. Ella sonrio, sus mejillas estaban rojas.
-Tengo algo… que decirte… - decía entrecortadamente.
-¿Qué es? Respira, tranquila…
-Es… sobre… tu hombre – dijo por fin. Mi corazón comenzó a latir con locura. Casi jadee como Luna. Y eso que yo seguía de pie frente a ella. Era como si de pronto hubiera corrido un maratón entero.
-¿Julien?
-Si – asintió. –El otro dia estuvo en la empresa. Estaba muy molesto, irrumpió en la oficina de Dorothea cuando yo estaba con ella. Entro gritando muy molesto.
-¿En serio?
Luna asintió de nuevo.
-He tenido mucho trabajo desde entonces. Dorothea ha estado molesta toda la semana.
-¿Por qué fue a verla su hijo? – quise saber.
-Bueno, no lo sé en realidad. Tristan no habla mucho de su hermano…
-Uy, Tristan – le hice burla.
Luna se sonrojo.
-Solo somos amigos – defendió.
-Si tú lo dices…
-Sabes que me encanta. Pero solo lo veo en la Editorial. Con el trabajo que nos ha mandado Dorothea, apenas tenemos tiempo de platicar – dijo y echo su largo cabello rizado detrás de sus orejas.
-Sí, pero al menos viste a Julien – jadee.
-Parece que tiene problemas con su madre – Luna y yo comenzamos a caminar. Luna trabajaba un par de calles después de donde yo trabajaba.
-¿Serios?
-Eso parece. Nadie en la empresa ha comentado nada desde el dia en que su hijo irrumpió en su oficina. Incluso le grito a Lizzy, la chica aún no se repone por esos gritos – comento, ahora divertida.
-Vaya…
Quien lo hubiera dicho. Julien, la oveja negra de la familia.
-Además… - nos detuvimos frente a la entrada del edificio de mi trabajo. –Menciono algo sobre Tristan… - Luna lo dijo preocupada.
-¿Qué dijo?
-Dijo que tuviera cuidado, que Tristan era solo verbo… - Los ojos de mi amiga se tornaron tristes.
-Luna… - acaricie sus brazos. –No te preocupes, fue el calor del momento, seguro que no significa nada. Solo lo dijo porque estaba molesto con su madre.
-No lo sé, Tristan se tensó y desde entonces anda raro conmigo. Digo, casi no platicamos, pero está muy raro conmigo.
-No te pongas paranoica – advertí.
-Sí, tienes razón – sonrio finalmente. –Nos vemos más tarde. Iremos por los disfraces, ¿cierto?
-Claro. Nos vemos en Central Park – Luna se despidió con la mano y se encamino a su trabajo.
Tome el ascensor para llegar a mi piso. Como siempre, la amargada secretaria de William atendía un par de llamadas. Esa mujer no era fea, pero juro por Dios que su carácter no era compatible con nadie.
-Hola – salude. La mujer ni me miro. –Hmm…
Pase de largo a mi oficina.
Sobre mi escritorio había un sobre. No tenía remitente ni nada. Lo abrí. Había una nota.
“Lamento ausentarme tanto tiempo. ¿Podemos vernos? Saludos, Jared”.
Oh, Dios mío. ¡¡Jared!!
¿Cómo es que dejaba estas notas y yo no me daba ni cuenta? Ya después le diría a Luna que investigara como es que hacia Jared este tipo de cosas.
No tenía su número de móvil. Así que deje la nota en mi cajón y lo cerré con llave.
Cerca de las 2 de la tarde, William pasó frente a mi oficina. Su traje negro con corbata a juego estaba un poco arrugado. Sospeche de una tarde salvaje. Así que curiosa me asome a su puerta. Toque con los nudillos la ventana para anunciarme.



-Pasa y cierra la puerta por favor.
-Claro – hice lo que me pidió y camine a su escritorio. -¿Qué sucede?
William no hablo, paso a mi lado y cerro las persianas de sus ventanas. Su oficina quedo en la penumbra. Encendió las lámparas del techo y lo sentí caminar hasta mí.
-Pasa… - murmuro cerca de mi oído. –Que te extraño como un maldito loco.
-Ah… - no logre evitarlo, jadee.
-Sí, no puedo seguir siendo tu amigo. No puedo seguir siendo el idiota que deja que tu amigo venga de incognito y te deje notas sobre el escritorio. Muero por saber que dicen…
-¿Tu eres el que deja pasar a Jared? – pregunte, casi al borde de la histeria.
-Si – gruño. Sus manos se recargaron en los brazos de la silla. Sentía su respiración en mi cuello. Aun así, no me quite de la silla, no podía, mi cuerpo no me respondía.
-¿Por qué?
-Porque soy un idiota – respondió sin más y soltó una amarga carcajada.
-Pero… - balbucee.
-Renata. Sé que hace semanas te dije que… que te contaba cosas, cosas personales porque éramos amigos. Pero lo cierto, y la pura verdad es que me encantas. Y verte ahí, sentada en tu escritorio me pone a cien – las manos que tenían posadas en los lados de la silla fueron a mis piernas.
Bonito dia para usar falda.
Con todo mi autocontrol mantuve las piernas cerradas. Y un gemido en mi garganta.
Sabía que William me podía, pero no sabía hasta que nivel. Y menos ahora que parecía que me ignoraba.
Quito el cabello de mis hombros, e inclinando mi cabeza hacia mi lado izquierdo, comenzó a murmurar en mi cuello.
-Renata… - mi corazón me palpitaba en la garganta. -¿Sabes que me pones loco?
-No…
-Pero si sabes que me encantas, ¿no?
-No…
-Venga, eres una hermosa e inteligente mujer. Sabes que cuando evito que me mires de pie es por la sangre que se acumula en mi cuerpo.
Jadee.
-Si… - beso mi cuello. –Sabes que me pones tan…
-Duro – complete con un hilo de voz.
-Muy, muy duro – agrego con voz ronca.
Sus manos subieron a mi estómago. Después a mis costillas. William continuaba con el rostro pegado a mi cuello, su respiración enchinaba mi piel.
-Nena… - Beso mi cuello, sus manos subieron hasta los botones de mi blusa, y uno a uno los abrió. Cerré los ojos y eche la cabeza hacia atrás, mientras que mis manos se aferraban en puños a los lados de mis piernas. –Extrañe tu piel – dijo posándose frente a mí. Dispuesto a besar cada pulgada de la piel expuesta de mis pechos.
¡¡¡Dioooooos!!!
-Señor Northman, lo buscan – su secretaria toco la puerta.
William soltó un gruñido de frustración y el fuego de sus ojos celestes quemo mi piel. Se incorporó, pero antes de ponerse detrás de su escritorio beso mis labios como si de eso dependiera su vida.
-Sigo muy, muy duro – dijo contra mis labios. Jalo mi labio inferior entre sus dientes y rió complacido de mi reacción.
-¿Señor Northman? – su secretaria, desesperada toco de nuevo la puerta.
-Un momento – respondió con voz atronadora. –Esa mujer me pone de malas – explico mirándome. –Pero tú, hermosa, me pones… me pones a cien – repitió el beso cargado de pasión.
-¡¡William!! – la voz de una mujer, que no era la de su secretaria, aporreo la puerta. -¿Qué sucede? ¿Estas ocupado? – pregunto ahora con voz chillona y melosa.
Ahora era mi turno de estar molesta.
-Un momento – gruño en respuesta, se separó de mí y me dio espacio para abotonar mi blusa con rapidez. Me acomode en la silla y él camino a la puerta. –Así están las cosas señorita Cotty, - abrió la puerta – si su reporte vuelve a tener errores como los anteriores, me veré en la penosa necesidad de despedirla. ¡Serena! – grito.
-¿Quién es ella? – la chica entro a la oficina. La luz natural que entraba por las ventanas regreso a la oficina.
-Es la encargada de la contabilidad… Señorita Cotty, ella es…
-Hola – me puse de pie para saludarla. Quizá era su hermana. Pero por la cara que tenía William todo indicaba lo contrario. Sus cejas estaban en una línea y su mandíbula estaba tensa.
-Soy su novia – dijo la chica y alzo una ceja. Era de cabello marrón en ondas, largo debajo de los hombros, sus ojos marrones también era la clara muestra de una mujer que se sentía dueña del mundo pero no lo era. Me arriesgaría a decir que ella no era dueña ni de sí misma. Y marcar su territorio de esa manera, solo quería decir una cosa, ella era la chica de la que William quería deshacerse.
Hora de entrar en acción.
-Mucho gusto – sonreí. –Con permiso – mire a William antes de salir de su oficina y me lo comí prácticamente con los ojos.
William carraspeo cuando roce su entrepierna, claro, deliberadamente, al salir.
Pobre William. Estar solo con esa chica que nunca llegaría a ningún lugar con él.
La chica no estuvo ni 5 minutos en la oficina de William. Se escucharon gritos y después algo que se rompía. Me puse de pie y salí al pasillo.
-¡¡¡Quiero que te alejes de esa perra!!! – gritaba Serena en el pasillo. Que déjenme decirles, de serena no tiene nada.
-Serena, entiende. Ella es la encargada de la Contabilidad de mi empresa, pero no es de tu incumbencia si estoy o no estoy cerca de ella. Tú y yo, terminamos, ¿entiendes?
-¡No! Yo te dije que te amaba… Por favor.
-Serena. No quiero lastimarte, pero no siento nada por ti. Nada. Adoro tanto que andes tras de mi como una maldita sombra como una patada en el culo – dijo sin nada de tacto.
Evite soltar una carcajada.
La chica empezó a sollozar.
-Vete, Serena, vete. Entre tú y yo no hay nada. Nada. Espero que encuentres alguien que te comprenda. Por favor… - William abrió de repente la puerta y la chica me lanzo una mirada asesina.
Se perdió de mi vista al cruzar una esquina en el pasillo y después se escuchó el timbre del ascensor bajando.
-Dios… - soltó un largo suspiro. –Es insoportable, no sé cómo es que me metí con ella. Lucia tan tierna y linda ese dia en el bar…
-Las manzanas a veces están podridas por dentro – comente.
-Eres tan sabia – William cruzo el pasillo hasta mi puerta.
Me tomo de la cadera y entro a mi oficina.
-Tan inteligente y sexy como una Diosa griega – cerro la puerta con una patada y me subió a mi escritorio, tirando al suelo un par de reportes que revisaba.
-¿Soy sexy? – pregunte con inocencia.
-Muy sexy – Desabotono mi blusa, y retomo sus besos sobre mi piel. –Que bien sabes…
-Gracias – recargue las manos en el escritorio, mientras que las manos de William subían mi falda. Acaricio mis piernas desnudas, y llego a mis bragas.
-Oh, Renata… - Deslizo mis bragas hasta mis rodillas y su mano acaricio mis muslos, tan lentamente que el tiempo que tardó en llegar a la unión de mis piernas mi cuerpo ardió como si en lugar de sangre, gasolina corriera por mis venas.
Mi cuerpo ardió y solté, finalmente, el gemido que tanto había reprimido en mi garganta.
Grite su nombre cuando con sus dedos me hizo llegar.
-Shhh… - callo mis gemidos con sus labios. –Nos escucharan…
Abrí su pantalón negro, necesitaba sentirlo unirse a mi cuerpo por primera vez. Solo habíamos estado juntos tocándonos. Nunca habíamos intimado. Pero ahora, necesitaba tenerlo en mí, sentirlo.
Libere su erección, él soltó un jadeo de alivio. Su sexo estaba caliente y vibrante. Mire sus ojos celestes dilatados de placer. Frote un poco, devolviéndole un poco del placer que me brindo.
-Renata, no aguanto más… Quiero sentirme en ti… Por favor…
Sonreí ante sus palabras.
Mordí mis labios, gritaría sino lo hacía. William se unió a mi cuerpo lentamente, hundiendo su rostro en el hueco de mi cuello y mi hombro izquierdo. Jadeo cuando por completo estuvo en mi cuerpo.
-Eres perfecta – gruño cuando mis caderas, casi como magia, empezaron a moverse con cadencia contra él.
-William… - tome con fuerza su cuello.
El vaivén de su cuerpo se incrementó, y eso amenazo que la pantalla plana de mi ordenador cayera al piso. Cosa que no le importó y arremetió con fuerza. Se detenía cuando mi cuerpo se acercaba al borde del placer, prolongando mi orgasmo; sus labios se perdieron en cada curva de mi cuerpo, mientras que sus manos tomaban mis nalgas, apretándolas a veces con fuerza, otras con ternura.
Su boca no dejo de quitarme el aliento, y de ahogar los gritos que dejarían al descubierto el placer que estaba por explotar en mi cuerpo.
-¡Más! – grite cuando estaba en el borde del éxtasis. Mi cuerpo temblaba.
Rió roncamente y movió su cuerpo un par de veces más. Mordió el lóbulo de mi oreja, y lamio mi cuello.
Perdí la razón. Grite con tanta fuerza que no reconocí ni mi voz. Sentí cuando se unió a mi cuerpo con un par de embistes más. Cayó sobre mi cuerpo semivestido.
-Mierda… - jadeo. –Eres preciosa…
-Shh – puse dos dedos sobre sus labios. –No hables… no te esfuerces – bromee.
William rió encantadoramente. Tomo mi cuerpo y se sentó conmigo encima sobre una de las sillas. Acaricio mi espalda y beso mi barbilla.
-Me haces muy feliz.
No supe que decir. Así que mejor lo bese.
Mi teléfono fijo sonó. Me estire a contestar.
-¿Hola?
-¿Dónde demonios estas, Renata? – Era Emily.
-En mi trabajo, ¿por? – William abotonaba en silencio mi blusa, aprovechando para rozar mi piel.
-Son más de las 5, quedamos de vernos a las 5, ¿recuerdas?
-¡Mierda! Lo olvide por completo, lo siento, ya mismo voy para allá. ¿Ya llego Luna?
-Dijo que tenía un poco de trabajo, pero que ya venía… No tardes, ¿vale?
-No, ya mismo salgo… Adiós – colgué.
-Tienes que irte – sonó desilusionado.
-Sí, mañana cumple años Jennifer y no hemos terminado los preparativos.
-Oh, bien – William me sentó sobre mi escritorio y me tendió mis bragas. –Nos vemos después. Diviértete – sonrio mientras se vestía.
-Seguro – puse las bragas en su lugar y termine con los botones. Tome mi bolso y apague el ordenador. Que afortunadamente no se cayó. –Nos vemos después… Cuídate, - William salió al pasillo. Peino su cabello rubio hacia atrás. Me pare de puntitas para besarlo rápidamente –estuvo delicioso.
Me aleje de él y anduve a toda prisa para encontrarme con Luna. Ella trabajaba más cerca de Central Park que yo.
La secretaria de William bufo con desaprobación apenas me cruce con ella en el lobby.
-Renata…
William jalo mi brazo justo antes de que saliera del edificio.
-Olvide darte algo.
-¿Qué?
William sonrio de lado y me estampo un beso que me robo el aliento.
-Cuídate… - dijo y relamió sus labios.
-Si… - suspire.
Con una despedida así, ¿Cómo podría llegar sin caer y caminando derecho hasta el edificio de la Editorial?



abril 26, 2011

Búscame - Capitulo IX

Si creían que me había olvidado de esta historia estaban equivocadas. Digamos que les di un respiro a esos dos polluelos: Eric y Amelie. Pero venga, que pronto sabremos que paso con ellos :) Disfruten de este capitulo. Espero sus comentarios y enjoy! ;)



Capitulo IX

Era la segunda semana en la que Amelie trabajaba en ese restaurantillo. El uniforme, como me imagine, le sentaba a la perfección. Ella deambulaba contenta por la sala, recogiendo su ropa sucia y aventándola al cesto de mimbre que estaba en una esquina de nuestra, si nuestra, habitación.

La miraba encantado en como ella tarareaba, mientras acomodaba las cosas que había tirado de la mesa de centro. Era ordenada, bien, solo a veces. Pero amaba ese lado raro de ella.
-La próxima vez te aseguras de quitar todo de la mesa – decía acercándose al desayunador donde estaba.
-¿Cómo? – pregunte volviendo mis ojos a su rostro. Había perdido la mirada en sus cremosas piernas.
-Si, que te asegures de quitar las cosas de la mesa de centro la próxima que me avientes a ella… - tomo un banco largo y se sentó a mi lado.
-¿Por?
-Ayer me pique el trasero con una tapa de cerveza – dijo y llevo una mano a su nalga izquierda. No pude evitarlo, lleve mi mano a su mano y acaricie.
-Lo siento, Amy… Me asegurare de despejar el área, cualquiera que fuera, para que tú delicioso trasero este intacto al amanecer – mis palabras la sonrojaron en el acto.
Soltó una risilla y asintió. Torpemente se llevo la taza de café a la boca. En el camino se le resbalo de las manos, un poco de líquido oscuro cayó sobre su blusa blanca.
-¡Mierda! Mira lo que ocasionas, Eric – dijo y limpio con una servilleta.
-Lo siento, lo siento… - la ayude a limpiarse.
Pero entonces caí en cuenta de que limpiaba los montes de sus pechos. Trague en seco, intentando concentrarme en la tarea de la mancha oscura, pero me fue imposible.
La tome con fuerza de la cadera y la monte sobre mis piernas. Ella reacciono de inmediato y abrió sus piernas para colocarlas a los lados de mi cadera. Así fue como empezamos una lucha de lenguas, jadeos y caricias.

-Llegare tarde al trabajo de nuevo… - Amelie se puso de pie. Yacíamos en la alfombra de la salita. La mire corriendo por toda la pieza en busca de su ropa. Sonreí divertido cuando atravesó su cuerpo desnudo sobre mí para alcanzar uno de sus zapatos. –Quita esa estúpida sonrisa… Por tu culpa me despedirán – dijo.
Se sentó en el sofá y empezó a vestirse.
-Te recuerdo que a ti te encanta tanto atender a clientes malhumorados como el tren en horas pico – me recargue en mis codos para observarla mejor.
-Lo sé, pero aun no me llaman del Museo – se quedó en silencio, dando brincos se puso la falda y los zapatos. –Supongo que así le dicen a la gente cuando no los contrataran: “Nosotros le llamamos” – dijo con voz chillona.
-Tu blusa está llena de café, Amy – Dije y me puse mis calzoncillos.
-Ohh – dijo ella y corrió a nuestra habitación a buscar una nueva. Volvió, en el camino abotonaba la blusa, finalmente se puso el chaleco amarillo mostaza y tomo su bolso. –Adiós… - dijo encaminándose a la puerta.
-¿No olvidas algo? – cruce los brazos sobre mi pecho, alzando una ceja. Ella se detuvo y giro.
-Mmmh… Nop – dio un paso más a la puerta. Escuche el portazo de que había partido.
Solté un suspiro prolongado.
De pronto sentí como Amelie volvía a mis brazos.
-Sé que olvide algo… Esto – dijo antes de besarme.
Esta mujer me volvía loco. Les juro que iba a sentirme como un miserable si ella no me besaba.
-Ahora tengo que correr, cuídate – esta vez salió disparada.
-Cuídate… - musite aun con los labios ardiendo de deseo.
No se cuánto tiempo estuve ahí, en la salita, parado como estúpido. Solo sé que mis piernas se cansaron y tuve que tumbarme en el sofá. Podría estar todo el día así, sin nada que hacer, recordando cada caricia de Amelie sobre mi cuerpo, cada beso, cada mordida, cada sonrisa, cada mirada.
El sonido desesperado de mi teléfono móvil me hizo volver del paraíso de los recuerdos.
-Hable – gruñí.
-Whoa, tranquilo hombre – Era Cameron.
-¿Qué sucede? – me puse de pie. Recargue el móvil entre mi hombro y mi oreja, para poder recoger mi ropa.
-Recuerdas que el Sr. Baker dijo que había algo importante esta semana… - murmuro.
-¿Por qué murmuras? – pregunte curioso.
-No murmuro – defendió.
-Sí que lo haces – acuse. -¿Qué pasa, Cam?
-Eso algo importante está aquí…
-¿Y…?
-¡Como que… ¿y?! – chillo del otro lado.
-Bueno, nuestro jefe sigue siendo el Sr. Baker, a menos que lo trasladen a otro estado, entonces no tenemos de nada porque preocuparnos – razone.
-No me preocupo – hizo una pausa. Sabía que mordía sus uñas.
-Bueno, ¿Qué pasa entonces?
-Ese algo tan importante… es una… chica. ¡Una chica! – grito.
-Bueno… Supongo que has visto un par de ellas andando por la calle, o en el tren, o en el supermercado. Venga, Cam, que eso no es tan grave.
Puse el altavoz de mi móvil para poder vestirme.
-¿Cómo? Un momento… ¿Quién eres tú y que le hiciste a mi amigo?
-Soy yo, idiota – termine con la camisa.
-Es que… hombre que es hermosa – jadeo.
-¿Quién eres tú y que le hiciste a mi amigo? – lo imite.
-Imbécil – rugió. –Tienes que verla… Y me dirás sino estarías como yo.
-¿Dónde estás por cierto? – termine con los pantalones. Me senté en el sofá para calzar mis zapatos.
-Hmm, en el cuarto de las copias – dijo un tanto avergonzado. –Todos están sobre de ella.
-Ajá – me puse de pie, tome mis llaves y mi saco. –Nos vemos en la oficina, Cameron. Y amigo… ella no es tu tipo – dije antes de colgar.

Veinte minutos después llegue a la estación de policías. Había un gran jaleo cerca de mi oficinita. ¿Qué demonios?
Me acerque lo suficiente para ver una melena larga y oscura. Todos, como había dicho Cameron, estaban sobre ella. Pero venga, que en la estación de policías solo había dos chicas… Las hijas del jefe, que apenas alcanzaban los botones del ascensor.
-Eric…
Gire. Cameron me llamaba desde el cuarto de la copias. Me reí burlonamente acercándome a mi amigo.
-¿Qué demonios haces aun aquí? – susurre. -¿Por qué mierda susurro?
-No sé – alzo los hombros y me jalo dentro.
-Venga, Cam – le di un manotazo a su mano cerca de mi cuello.

Sin duda Cameron estaba nervioso. Su corto cabello, ya que había perdido una apuesta y se había tenido que rapar, estaba revuelto. Sudaba, incluso. –Es solo una chica – quise calmarlo.
-No, amigo, no es solo una chica…
-Me estás dando miedo – le dije en broma y lo jale fuera del cuarto de las copias.
Si de una cosa estaba seguro, era que Cameron no era un cobarde.
-Ya, mírala, ahí está. Ahora… ve por ella tigre – palmee su trasero.
Cameron me miro con desagrado y me hizo una señal obscena, misma que me hizo sonreír aún más abiertamente.
Entre a mi oficina y cerré las persianas. Sin duda estos tipos necesitaban salir más seguido. No podían ver una falda porque corrían tras las piernas.

Media hora después, el jaleo ya se había detenido. Cosa que se me hizo rara. Así que me asome por entre las persianas, el jefe estaba en medio del lugar, todos asentían con seriedad. Fue entonces cuando me percate de la razón de la revuelta.

La mujer que estaba al lado de él, con los brazos cruzados bajo su pecho, de cabello largo, piel clara, era toda una belleza. Claro que Amelie no tenía nada que envidiarle. Mi chica era única. Aun así, no podía decir que la mujer al lado del jefe no era guapa. Además de que estaba seria y asentía profesionalmente. Mientras que los demás intentaban aparentar seriedad y mirarla a los ojos, porque el cuerpo de esta chica era sin duda atlético y atractivo. Alta, delgada. Sin duda, era el sueño húmedo de cualquier adolescente. Una policía sexy y hermosa desenfundando un arma de fuego.
Cameron estaba justo frente a la mujer. Miraba hacia todos lados y se rascaba la nuca nervioso. Así que, como buen amigo que era, salí a demostrarle mi apoyo. Le estreche un hombro, Cameron soltó un suspiro imperceptible para todos.
-Oh, Eric… - el jefe me llamo. –Como les decía a todos, ella es parte de este equipo, es la Detective Wildest. La trasladaron desde Boston.
-Hola – salude. La chica asintió apenas formando una sonrisa en su rostro.
Su rostro perfilado, con ojos verdes delineados y… un poco rojos e hinchados, la hacían lucir vulnerable. Aunque por su postura, podía decirse que patearía cualquier trasero y entrepierna que se pasara de listo con ella. Sin tanto maquillaje ella lucia femenina y peligrosa. Vaya, con razón todos babeaban por ella.
-Trabajara con Cameron…
Todos gruñeron y yo sonreí a mi amigo que apenas lograba respirar.
-Muy bien, ahora todos a trabajar – grito el jefe. –Los rufianes no se atrapan solos.
Se dispersaron rápidamente.
-Ven a mi despacho, Cameron – señalo a mi amigo.
Por mi parte regrese a mi oficina.
Media hora más tarde Cameron entro a mi oficina.
-¡Dios! – jadeo. –Dijo que era uno de sus mejores elementos. Dijo que está complacido con mi desempeño. Dijo que a ti te asignaran a alguien más. Lo siento amigo…
No creí lo último. Su sonrisota lo delataba. Cameron no cabía de felicidad en él mismo. En parte orgulloso de lo que le dijo el Sr. Baker y otra por poder trabajar con una chica como ella.
-Dios, estoy tan nervioso que vomite – confeso.
-Agh, calla – gire los ojos.
-Nos vemos después…
Salió de mi oficina. La tarde paso sin contratiempos. Así que con un poco de aburrición, regrese a mi departamento.
Me tumbe en el sofá y encendí el televisor. Estaba por dormirme cuando el ruido de la puerta me espanto el sueño.
-Amy…
Ella entro al departamento con la cara oculta tras sus largos mechones negros. No dijo nada, entro directo a nuestra habitación. La seguí y entre sin anunciarme. Ella estaba tumbada en la cama, con la cabeza escondida entre los almohadones. Sollozaba. Eso me rompió el corazón.
Me recosté a su lado. Ella se movió, alejándose.
-Amy, ¿Qué pasa?
Negó con la cabeza.
-Anda, dime… - acaricie su espalda. Se lanzó a mis brazos y lloro más fuerte. –Linda… - la tome del rostro. Sus mejillas estaban húmedas y sus ojos rojos. –Ya… shh… - la mecí entre mis brazos.
-Me despidieron… - susurro.
-Oh – sonreí. Pensé que algo malo, realmente malo le había pasado. -¿Por qué?
-Porque… - bajo la mirada. – Cosas.
-¿Cosas? Explícate – pedí. Negó de nuevo con la cabeza.
-No pasa nada. Solo que tendré que buscar un nuevo empleo – quiso sonreír, y engañarme con esa sonrisa de ángel. Y estuve a punto de olvidar el asunto. Pero en el fondo, sabía que Amelie no lloraría solo por haber perdido el empleo. Algo más fuerte estaba detrás de todo este mar de lágrimas en sus ojos.
-Amelie. No hay secretos entre nosotros, ¿recuerdas?
Ella asintió. Me abrazo.
-Lo se… Solo… - sorbió su nariz. –No quiero hablar ahora, Eric…
-Está bien…
Muy en el fondo sabía que algo malo pasaba. Ella no era así. No se dejaba caer. Amelie era tan fuerte como un tornado. Arrasaba con todo, como había hecho con mi corazón. El tiempo que llevaba a mi lado era suficiente para saber que la amaba. Para saber que mataría a cualquiera que osara lastimarla. Y ahora, justo ahora, ansiaba encontrar la razón de sus lágrimas, hacer pagar a cualquiera que la hiciera sufrir.
Amelie dejo de llorar. Pronto, los dos nos quedamos dormidos. Ella mantenía las manos cerca de mi pecho, aferrándose a mi camisa. Mis manos estaban detrás de su cadera, apretándola contra mi cuerpo. Asegurándome de que ella estuviera bien. Nuestros pies estaban juntos. Sus pies descalzos rozaban los míos aun con calcetines. Una de sus piernas estaba entre las mías. Era una posición bastante cómoda. Nos acoplábamos perfecto, como si fuéramos destinados a estar así. Siempre.
Unos golpes me despertaron. Abrí los ojos un tanto somnoliento. Salí de la cama, Amelie cambio de posición. Sonreí ante la imagen. Ella era demasiado buena para ser verdad. Había curado mi corazón con tan solo una mirada. Bese su cabeza y camine a la puerta. Quien quiera que estaba del otro lado era una patada en el culo. Tocar así a media noche no era nada alentador, menos tocar la puerta de alguien que tenía un arma en el cajón de la mesa de noche.
Aporrearon con mayor insistencia.
-Un momento… - busque las llaves y abrí. -¿Diga?
-¡Eric!
-Evan, ¿Qué demonios haces aquí?
-Volví…

abril 24, 2011

Maldita delicia, segunda temporada. Capitulo II


Buen domingo, chicas. No pude subir capi el viernes, como es debido. No estuve con la facilidad del Internet en mis manos. Pero les traigo el segundo capitulo de MD2. Espero que lo disfruten mucho y que dejen sus comentarios como siempre. Por cierto, ¿que tal estuvieron sus vacaciones? Las mías hubieran estado perfectas, pero le falto mi Cricri ♥ Así que entre que medio leía y escribía y extrañando mucho a mi Cricri, así estuvieron las mías. Claro, descansando y levantándome después del medio día, a eso de las 2 de la tarde XD Si, porque yo no madrugo nadita XD je.
Cuidence muchote, y nos estamos leyendo :) Enjoy!



2. El regalo de la verdad



Emily Wildest


A un día del cumpleaños de Jennifer todas estábamos apuradísimas buscando, como siempre, de último minuto el disfraz. Luna quería ser Gatubela, pero después de ver el horrible disfraz de látex quedo asqueada.
-¡No me podre el horrible disfraz de Halle Berry! Es la peor película de la historia, al menos por su vestuario… - decía mientras caminábamos por las calles de Nueva York.
Renata aun no se decidía. Iba muy callada.
-¿Pasa algo, Rens? – pregunte mientras esperábamos a que el semáforo nos dejara cruzar la calle.
-Nada… - respondió.
-Ella quiere ir como el Sombrerero loco – Luna interrumpió.
-¿Oh si? – Rens sonrió a Luna y asintió.
Cruzamos la calle, ya que Luna se sabía de memoria la sincronización de los semáforos. Caminamos un par de calles más, entonces mi teléfono móvil sonó. Las chicas se detuvieron a mirar una tienda de artículos deportivos.
-Jenn… Hola…
-¿Ya compraron sus disfraces?
-¿Cómo es que tu…?
-Venga, no saben guardar un secreto – acuso con diversión.
-Se suponía que era una sorpresa… Rosty te lo dijo.
-No puso mucha resistencia – dijo con picardía.
-Eres una perversa…
-Lo aprendí de la mejor.
-Ok, no puedo objetar eso… Y no, no los hemos comprado…
-Bueno, pues no lo hagan…
-¿Por qué? ¿Acaso no quieres fiesta no sorpresa? – pregunte con tristeza.
-No dije eso, solo dije que no compraran nada. Vengan a mi casa, las espero… - colgó.
Regrese al lado de Luna y Rens, ellas reían como locas frente a uno de los aparadores.
-Jennifer nos quiere ver en su departamento – informe. –Ya sabe lo de su fiesta…
-Rosty le dijo – se apresuro a decir Luna.
-Si… Seguramente fue él – secundo Rens.
-Como sea, vamos a su departamento…
Caminamos a mi camioneta. Renata al frente, a Luna le gustaba ir en la parte de atrás.
-No manejo como posesa, Luna – comente, tomando la calle principal para dirigirme a casa de Jennifer.
-Lo sé, pero me gusta ir atrás – sonrió.
Pronto estábamos aparcando la camioneta en una calle paralela al edificio donde vivía Jennifer. Luna bajo y tomo su bolso, Renata se colgó de su brazo y ambas caminaron frente a mí riendo como locas.
-Luna… - mi amiga volteo.
-Dime – sonrió.
-¿Sabes que es lo que nos mostrara Jennifer? – pregunte, entramos al edificio. Comenzamos a subir las escaleras.
-Tengo una vaga idea… ¿por? – me miro curiosa.
-Solo… pregunte – alce los hombros.
-No te preocupes, no es una bomba, ni ántrax – aseguro con media sonrisa en los labios.
Renata toco el timbre del departamento de Jennifer. Pero entonces Luna presiono miles de veces el timbre, era su forma particular de llamar a la puerta.
-¡Luna! – Jennifer abrió la puerta. –Ya te dije que no hagas eso – gruño en broma. –Pasen…
Abrió toda la puerta y le dio un coscorrón a Luna, o intento, ya que Luna se deslizo hacia adelante y sonrió.
-Eres un poco lenta, amiga mía – dijo y corrió antes de que Jennifer se lanzara sobre ella.
Cerró la puerta.
-Anden, las 3 en la sala – dijo y la vi perderse por el pasillo que llevaba a las habitaciones.
Luna se sentó en el sofá pequeño y se puso a hojear una revista.
-Esta revista es la competencia de Spotlight – anuncio pasando las hojas una por una.
-No sabía que su jefa tuviera competencia…
-Emi, hay un sinfín de cosas que no sabemos de mi jefa – dijo y miro a Renata.
Mmm, era yo o estas dos se traían algo. Decidí ignorarlas, por el momento al menos.
-Bu… En este número sale Samantha tengo-una-sonrisa-de-puta-Woods.
-¿Quién? – pregunte sentándome al lado de Renata que miraba las fotografías de una rubia despampanante. Sin duda era hermosa, y como dijo Luna, con una sonrisa deslumbrante.
-Perra – bufo Renata.
-¿Pero que les hizo esta chica para que le digan de esa manera?
-Simple… - comenzó Renata – es una perra y punto.
-Chicas, no deben juzgar a las personas de esa forma…
-Emily… ¿Has visto últimamente a tu hermana Nicky? – pregunto Luna.
-Sip…
-Hmm, - asintió – ok, no juzgaremos a las personas. Solo que ella es la nueva modelo de la Editorial, y tengo que estar tomándole fotos continuamente. Ella… no me agrada.
-¿Y eso se debe a…? – alce una ceja.
-Bueno… ella… - Luna bajo la mirada y se retorció los dedos.
-¡Cierren los ojos! – grito Jennifer desde el pasillo.
Apuesto a que Luna agradecía la interrupción de Jennifer.
Cerramos los ojos como pedía Jennifer. Escuche algo metálico acercándose a nosotras.
-Estira los brazos, Emi – dijo Jennifer. Sentí como algo ligero caía sobre mis brazos. –No abras los ojos hasta que te diga – ordeno.
Escuche darle las mismas indicaciones a Luna y Renata. Después de un par de minutos que se me hicieron eternos, Jennifer por fin nos dejó abrir los ojos.
Luna soltó un grito de alegría que secundo Renata. Fui la última en abrir los ojos. Pero cuando lo hice me perdí en la sedosa tela que tenía entre mis brazos.
-Es un…
-Un regalo para ustedes, claro – Jennifer se sentó en su mesa de centro. Nos miró contenta. -¿Qué les parece?
-¡¡Me encanta!! – grito Renata y se puso a dar brincos con Luna.
Su disfraz, que más que disfraz era una obra de arte. Era la versión femenina del Sombrerero loco. Sexy y a la vez disparatado. Así lo describiría.
Por su parte Luna se probaba la máscara de látex de su disfraz de Gatubela. Era casi, la copia exacta del disfraz de Gatubela de la película de Batman Returns. Esa que tanto amaba Luna.
Luna ronroneo cuando por fin tuvo la máscara en su cabeza.
-¡Lo amo! – grito Luna.
-¿Y tú? – Jennifer me miro.
Mire mi disfraz. Era de sedosa tela, me puse de pie. Era un disfraz de enfermera. Pero no cualquier uniforme. Era un vestido de holanes color melón, me lo puse sobre el cuerpo. Me llegaba poco arriba de la rodilla. Era precioso. Era dulce, tierno, pero letal.
-Como tú… - sonrió Jennifer completando mis pensamientos. Me lance a abrazarla.
-Gracias…
-Y aún hay más. Sus disfraces vienen con estos complementos.
Puso una caja en nuestras manos.
En mi caja venían unas pantimedias de red, con liguero blanco incluido. De hecho era un juego de lencería precioso. Y unos zapatos de tacón a juego con todo.
Luna grito aún más alocadamente cuando miro dentro de su caja. Eran unos botines de tacón con agujetas, y un látigo.
La caja de Renata tenía un sombrero de copa, casi idéntico al de la película de Burton, y unas botas que combinaban con su disfraz. Ah y un precioso juego de té.
Las chicas no dejaban de gritar como locas. Jennifer no quito la sonrisa de su rostro el tiempo que estuvimos en su departamento. Nos despedimos de ella con la duda en los labios. ¿Cuál sería su disfraz?
Deje a Luna y Renata en la entrada de su edificio.
Cuando llegue a mi casa recibí una llamada de una de mis hermanas. Scarlette.
-¿Sucede algo?
Scarlette me había mencionado en nuestra última charla por teléfono, hace un par de semanas, que la iban a transferir a otro lugar de trabajo, la escuchaba emocionada porque todo indicaba que su esposo recibiría un puesto mejor. Y que si todo iba bien se mudarían juntos de Manhattan. Ahora su voz indicaba lo contrario y temí lo peor.
-¿Tiene que pasar algo para que te llame? – inquirió ella con su tono característico de voz.
-No… Pero conociéndote sé que sucede algo. ¿Qué es?
Scarlette enmudeció.
-Deje al imbécil de mi marido – soltó sin más. –Lo corrí de mi casa, el bastardo metió a una puta secretaria en mi cama. ¡A la puta esa! – grito y después soltó el llanto.
-Scar… - lamente. Mi hermana estaba casada con un policía. Vivian en Boston. Ella era Detective. Y bueno, el resto es historia.
-¿Puedo pasar un tiempo en tu casa? Me trasladaron para Manhattan – informo sorbiendo su nariz.
-Seguro… ¿Dónde estás?
-Estoy por llegar al aeropuerto.
-Sí, voy por ti… Tranquila…
-Te quiero, gracias. Nos vemos.
-Sí, te quiero también, Lett – colgamos al mismo tiempo.
Regrese a mi camioneta.
En todo el camino al aeropuerto no logre dejar de pensar en el divorcio de mi hermana. ¿Acaso me pasaría lo mismo con Logan? Habíamos vuelto a ser algo. A retomar lo que habíamos dejado en el pasado. Mis hermanas se veían felices con sus esposos. Scarlette tenía todo lo que alguna vez deseo. Un marido que aguantaba su paso perverso a lo largo de la tarde. Scarlette era fuerte, incluso más que yo. Y verla derrumbada seria lo último que me imaginaria que pasaría. Nicky era otra cosa. Ella estaba absoluta y felizmente casada con su perfecto marido. Elliott era lo más parecido a un hombre perfecto. La amo desde la primera vez que la vio. Y ahora con su primer hijo dando sus primeros pasos. Bueno… eran más que felices. Tan felices que daban asco.
Deje la camioneta en el estacionamiento, tuve que pelear por un lugar. Corrí a la sala de espera. Mierda, no me dijo en que vuelo venia.
-¡Emily!
Una voz que reconocería hasta en el infierno me informaba que mi hermana menor había llegado. Corrimos a abrazarnos. Scarlette no soltó una lágrima. Pero sus ojos verdes estaban rojos e hinchados.
-Gracias por venir, Emi – dijo arrastrando sus maletas a la camioneta.
-Lo que sea por mis hermanas.
Subimos y la lleve a mi casa. Scarlette me pregunto qué tal me iba en la Universidad. Pero sabía que solo lo hacía para que yo no la interrogara sobre su, ahora, ex esposo.
De igual forma bajamos de la camioneta y entramos a mi casa. Scarlette evitaba el tema de su divorcio. Seguía interrogándome sobre mi vida en la Universidad y mis amigas.
-Tengo una habitación para huéspedes.
Le indique el camino. Ella me seguía en silencio.
-No quiero molestarte, Emi… Buscare un lugar donde quedarme apenas me instale en mi nuevo empleo.
-No me molestas, Lett. Pero sabes que tarde que temprano tenemos que hablar… ¿cierto?
-Sí, me temo que si – se sentó al borde de la cama. –Pero no hoy, por favor.
-Ok, tomate el tiempo que necesites. Descansa…
-Gracias. Tú también…
La deje sola en la habitación. Scarlette ya sacaría sus sentimientos cuando ella quisiera. Por mi parte necesitaba estar libre de cualquier cosa me hiciera dudar. Amaba a Logan de eso no tenía duda, pero aun temía por nuestro futuro. Tenía miedo, y eso, ahora con mi hermana en casa, era más latente.
Me tumbe en mi cama. Mire el techo un par de minutos.
Un largo suspiro se apodero de mi cuerpo. Una lagrima rodo por mi rostro y se perdió en mi cabello.
Mañana sería un gran día. Sería el cumpleaños de Jennifer. Y seria en nuestro bar. León ya estaba advertido para lo que sería una fiesta en grande.
Estaba a punto de caer dormida cuando el sonido de mi teléfono me asusto el sueño.
-¿Diga?
-Emily… Soy Patrick…
-Ah – jadee. Tenía días sin saber de él. Incluso pensé que había dejado la Universidad. –Hola.
-Lamento molestarte tan tarde. Acabo de llegar a casa. Y bueno, pensé en ti… ¿Cómo estás?
-Bien, gracias. ¿Volver? ¿Dónde estuviste?
-Mi hermana vino a visitarme, y me rapto para ir a pasar un par de días a su casa. Mis padres estaban un tanto melancólicos…
-¿Tu hermana?
-Sí, la chica de cabello castaño que entro la última vez que nos vimos en la oficina. ¿Recuerdas?
¡Dios! Ella era su hermana. ¡Su hermana!
-Sí, si… si recuerdo – sonreí.
-No les podemos decir no a nuestras hermanas – comento divertido.
-Supongo que no – recordé a mi hermana, seguro que ahora dormía cruzando el pasillo.
-Bueno, solo quería escuchar tu voz… Nos vemos en la Universidad el lunes.
-Seguro. Gracias por llamar… - mordí mis labios. –Descansa.
-Igual. Dulces sueños, preciosa. Adiós.
Colgó.


Por la mañana Scarlette ya se había levantado y preparaba el desayuno para las dos.
-Buenos días… - saludo mientras servía jugo de naranja en dos vasos.
-Hola. Mmmh, huele bien – aprecie sentándome al pie del comedor.
-Gracias. Es de familia hacer bien de comer.
-Tienes razón.
Terminamos el desayuno. Ella iba vestida formal. Llevaba un cinturón con su placa brillante en su cadera. Un artefacto de esos en los que guardan las armas a los lados de su cuerpo en el torso.
-Suerte en el trabajo – me despedí de ella cuando la deje en el departamento de policía en el que trabajaría.
-Igual… Gracias – se despidió con la mano y la vi entrar con una sonrisa en los labios.
Al igual que yo, mi hermana estaba por comenzar su vida. Una vida lejos del canalla ese que tenía por marido. Bien dicen que una como mujer presiente ciertas cosas. Y desde que vi al cretino de Simon supe que la vida de mi hermana seria estable un tiempo… para después caer en picada. Rogué al universo estar equivocada. Rogué cada noche, pero finalmente las cosas habían caído por su propio peso. La verdad siempre salía a la luz, no importa cuántas veces intentaras oscurecerla con la mentira.

abril 16, 2011

Cuando los planetas se alinean... Pronto


¡Ahora si! La hora ma'cabrona ha llegado, XD, ok no.
Ni crean que he olvidado los proyectos que están en curso, o los próximos a estrenarse, tal es el caso de Cuando los planetas se alinean.
Historia contada por Ginebra, una chica que parecía que su vida era una simplicidad de la rutina. Escuela, tareas, casa, familia, escuela, tareas, casa, familia... Pero no fue así, un pequeño giro inesperado la hace sentirse deseada, necesitada, sexy, enloquecida. Y créanme, a ella le encanta ese giro de su vida :)
La vida es fresca y es para vivirse, y es lo que hará esta chica. Y así, como todas nosotras, sentirá la panza llena de mariposas, pero en otras, sentirá que vive un dragón dentro de ella.

Cuidence mucho y espero que sigan esta historia (:

abril 15, 2011

Maldita delicia, segunda temporada. Capitulo I ¡¡Estreno!!

¡Nenas! Me encuentro harto feliz en poderles traer ante sus oclayos, la segunda temporada de Maldita delicia, que para mi mejora mental sera abreviada como: MD2 -jaja-. Este capi... En pocas palabras es un poco de todo. Espero que les gute mucho. Porque a mi fascina! :)


Sin más las dejo con el Primer capitulo de esta nueva etapa de MD. Cuidence mucho y gracias por seguir la historia y comentar.


En breve el estreno de Cuando los planetas se alinean. Este estreno de MD2, fue por la felicidad de mi Cricri, porque quiero hacerla muy feliz :) Te amo mi Ale :3


1. A través de sus ojos


Robert “Rosty” Sparks


La mujer que dormía entre sus brazos era justo lo que la madre de Robert siempre le había dicho que buscara. Alguien con quien pasar el resto de su vida. Dejar las tonterías de saltar de cama en cama. Dejar atrás las chicas de una sola noche. Jennifer Lamb era justo lo que necesitaba. Robert pensó que sería una aventura de una noche, pero ella se había medito tan dentro de su alma que ésta ardía de nuevo. Se sentía tan bien despertar al lado de alguien, al lado de esa suave piel, cálida y deliciosa; no es que no le gustara compartir la cama con el perro de su hermano. Era un labrador chocolate que respondía al nombre de Chuletas. Su hermano lo llamaba a todo pulmón por las calles de California, en el Condado de Orange; cuando lo visitaba. Las personas que pasaban a su lado se reían del nombre del perro, o quizá de él, pero poco le importaba que se rieran; a Garrett, el hermano de Robert, le gustaba pensar que se reían a su lado. Jennifer se removió entre sueños y suspiro. Robert la observo, ella era preciosa, con unos despampanantes ojos azules que lo derretían, con un delicioso cuerpo de piel cremosa y suave. Labios gruesos que acostumbraba llevar teñidos de rojo. Le encantaba perderse en el sabor de su boca, perderse en su pasión. Ahogarse en ella. Él enloquecía cuando las manos de Jennifer se perdían después de su espalda y lo pegaba a ella sosteniéndolo de sus nalgas. Eso lo volvía aún más adicto a ella. Su descaro. Su lado salvaje fue el que lo cautivo. Y a pesar de que a Jennifer no le gustaba aceptar que tenía un lado tierno más allá de su fachada de chica ruda y decidida, lo tenía. Era tierna al mencionar a sus amigas. Se volvía vulnerable cuando por descuido Rosty mencionaba a sus padres. Robert procuraba no mencionar a su madre, porque sabía que eso la entristecía. Tenía cuidado de sus palabras. Conocía muy poco de la vida con su madre. Sabia, que su madre la había dejado a su suerte. Y su valentía de enfrentarse al mundo, era lo que admiraba de ella. Muy pocas personas habrían tenido el coraje de seguir adelante y cumplir sus sueños.


Robert deseaba que ella pudiera sincerarse con él, deseaba que ella pudiera expresar lo que sentía por él. Robert estaba seguro que la amaba. No había sentido ese fuego interno que Jennifer despertaba en él apenas le ponía los ojos encima.

Llevaban varios meses juntos. Jennifer le regalaba sonrisas matutinas, coquetas y ardientes miradas. Robert estaba decidido a que ella se diera cuenta que era el hombre para ella. Y que ella estaba destinada a él. Solo para él.


Silenciosamente se deslizo fuera de su cama, se vistió con un lujurioso boxer pegado al cuerpo. Sabía que la volvía loca cuando portaba solo esa vana ropa.


Fue a la cocina. Tomo un par de huevos de la nevera y comenzó a preparar un Omelette. Pico en cuadros pequeños cebolla y tomate, con algo de tocino. Todo olía muy bien. Su madre le había enseñado a cocinar. Y eso era algo que atesoraba con aprecio. Sentía que al cocinar, su madre sonreía donde quiera que estuviese. Era liberador de alguna forma.


Regreso al lado de Jennifer con una charola repleta de comida. A ella le gustaban los desayunos sustanciosos. Algo de jugo de naranja, donas de chocolate, fruta picada, leche tibia con chocolate, o un café, y para rematar un delicioso Omelette. Robert se preguntaba donde guardaba tanta comida y seguía luciendo despampanantemente deliciosa.


Dejo la charola en uno de las mesitas de noche al lado de la cama. Entro de nuevo a la tibia cama. Ella se removió y volvió su rostro hacia él. Abrió los ojos lentamente y sonrió. Rosty sintió de inmediato como su ingle dio un brinco. Lo dicho, ella lo ponía a cien con solo mirarle.


-Hola – saludo con voz adormilada.

-Hola – respondió él, quitando un mechón de cabello de su rostro. -¿Tienes hambre?

-Siempre… - ronroneo en respuesta.

Si, definitivamente ella era su tipo de chica. Una que no se cansara de hacer el amor con él. Que no pusiera de pretexto ‘tengo dolor de cabeza’, ella estaba encantada de tomar a Robert donde fuera y como fuera.

-Estabas desnudo hace unos minutos – dijo pasando una mano por debajo de su cadera. Acariciando su pierna musculosa.

-Lo sé, pero fui a la cocina por tu desayuno. No queremos que el Sr. Laurie me vea desnudo por tu departamento cuando venga a cobrar la renta, ¿o sí?

Ella sonrió perversamente.

-Bueno, le dará un paro al corazón seguro. Como a mí.

-Un paro, ¿ah?

-Sip… - ronroneo de nuevo y subió la mano que acariciaba la pierna de Robert, hasta su cadera. –Pero tú ya te adelantaste… Ya había notado la entrepierna de Robert chocar contra sus suaves y desquiciantes caricias. Ella se sonrojo asintiendo. La piel blanca de sus mejillas se tiño de rojo. Era adorable, aún más que solo adorable.

-La comida se enfriara… - gimió Rosty. Ella ignoro el aviso y se acercó a besar su pecho. Su lengua traviesa le rodeo un pezón. ¿Cómo podría resistirse a ella? ¿Cómo no amarla? Sí, porque eso era lo que sentía por ella. Amor. Puro, maldito y ardiente amor.

Ella no se daba cuenta de que él era su mejor opción. Robert suponía que una chica tenía miedo a entregarse después de haber sido rota. Pero él estaba dispuesto a esperar el tiempo que ella requiriera. Ella era la indicada. Si sus padres estuvieran con vida, estaba seguro de que estarían impacientes por conocerla.

-Tengo hambre… - susurro Jennifer contra la piel de su estómago.

Esta mujer estaba a punto de volverlo loco. Más loco.

-No… - gimió.

No quería que se detuviera. Ella era deliciosa con la boca. Y el día que lo tomo en la camioneta con la boca. Robert podía jurar que vio estrellitas. El sexo oral era delicioso, pero nunca lo habían tomado de esa forma. Posesiva y tierna a la vez.

Jennifer se montó sobre su duro y caliente cuerpo. Echo las manos de Robert por encima de su cabeza. La fuerza de la chica no podía competir con la de él. Pero dejo que ella fuera la que llevara el mando. El cuerpo desnudo, tibio y suave sobre él lo puso más duro y listo para ella. Quiso tomar su cadera y unirse a ella en un sonoro rugido de placer, pero ella tenía en mente otros planes. Lo podía leer en esos ojos celestes.

Se inclinó a besar su cuello, a morder sus hombros y su mandíbula. Las puntas de sus pechos le hacían cosquillas. Y eso, créanlo o no, era delicioso. Ansioso, Robert removió su cuerpo debajo de ella, sintiendo así la cálida humedad de la unión de sus piernas. Ella estaba lista para él. Y joder, que él estaba más que dispuesto a calmar el ardor de sus intimas partes.

Jennifer continúo torturándolo. Mordiendo aquí y allá. Bajando peligrosamente sobre su torso tonificado. Subió la mirada, dejando la tarea de lamer cada musculo de su pecho, encontró la mirada caliente de Robert, devorándola literalmente. Conocía cada pulgada de su cremoso cuerpo. Ese tatuaje de estrella en su espalda baja, por arriba de su cadera, mismo que devoraba cuando la tomaba por detrás. Tomando sus pechos entre sus manos y jadeando en su nuca.

-Jennifer… – gimió cuando los dientes de ella mordieron su cadera. Ahí donde reposaba su tatuaje. Ella lamia la zona y…

-¡¡Oh Dios!! - jadeo Robert cuando la chica lo tomo en su boca.


Logan Lacrosse



Estaba completo ahora. Había perdido a dos tesoros. Sí, no podía negar que le dolía aun la perdida de Anthony y Molly. Pero la vida seguía. Por un tiempo al menos. Y si Emily le daba una segunda oportunidad no iba a desaprovecharla. Logan respiro profundamente frente a la puerta de la casa de Emily, antes de que tocara con los nudillos. Arreglo su corbata.


-Logan – Emily lo recibió con una sonrisa resplandeciente en su rostro perfilado. Era una de las sonrisas que le robaban el aliento. Una de las sonrisas que lo conquisto.

-Hola, ¿Lista?

-No, aun no… Llegaste temprano. No entro a la Universidad sino hasta las 11 – decía Emily mientras caminaba por su pasillo hasta llegar a su recibidor. Logan se perdió en el bamboleo de sus pasos.


Ella siempre fue el amor de su vida. Se volvió loco cuando ella lo dejo plantado en el altar. Él creía que ella había encontrado a alguien más. Alguien más a quien amar. Alguien que la complacía mejor que él. Alguien que la amaba más que él.

Perdió el rumbo de su vida intentando encontrarla. Se volvió un tipo huraño, una sombra en pocas palabras. Se alejó del mundo. No quería ver a nadie.

Hasta que apareció Molly.

Logan volvió a su natal California, en un intento de reparar su vida. Pensó que el sol y la arena de California podían curarlo. Pero empeoro. Hasta que Molly apareció para sanar un poco de su dolor.

Logan intento amarla. Intento devolverle un poco del amor que ella le regalaba cada día. Pero no lo logro. Cada noche entre sus brazos era un tormento para él. Una lucha con su lengua que clamaba el nombre de Emily cuando explotaba entre los brazos de Molly.

Él quería ser feliz con ella. Deseaba poder hacerla feliz. Por eso, por devolverle un poco del amor que ella le brindo, le propuso matrimonio. Pasaron años conociéndose. Y al mismo tiempo Logan le oculta cosas. Cosas dolorosas y secretos horribles. Molly se conformó con lo poco de Logan le ofrecía. Logan nunca escucho queja sobre eso. Nunca. Él la quería, no como a una hermana, pero tampoco como a una amante.

Siempre le estaría agradecido por devolverle la vida. Por devolverle un poco de luz a la oscuridad que cernía sobre él. ¿Para que recordar el pasado? Ella estaba muerta por su culpa. Solo por la razón de que él no aceptaba la verdad. La única verdad en el mundo.

-¿Estas bien? – Emily agito la mano frente su rostro.

-Si… Lo siento, ¿Qué decías? – regreso al presente con un par de parpadeos.

-Nada, que ya estoy lista. Emily tomo su bolso y desfilo a la salida. Logan la siguió, y ella aseguro la puerta. Metió las llaves en su bolso y se encamino a su camioneta blanca. Logan sabía que era un sueño de ella tener una camioneta de esas.

Alcanzándola, tomo su muñeca y la detuvo antes de que ella entrara a su camioneta.

-No, yo te llevare.

Ella quiso negarse. Pero entonces Logan la presiono contra su cuerpo y la puerta de la camioneta. Esta mujer lo volvía loco. Su cabello color fuego, sus enormes ojos y su hambre de comerse el mundo. Amo el lado aventurero y ese lado de: Me vale el mundo. Nadie pasaría sobre ella, nadie. Era muy segura de sí misma. Tan segura de sí misma, que antes de que formalizaran su relación en la Preparatoria ella lo utilizaba,- si, sexualmente- una vez a la semana. Descargando su libido. Por eso él la amaba. Porque tenía claro que quería de la vida. Y eso, señores, lo ponía al cien.


-Logan… - soltó su nombre en forma de gemido.
-¿Si? – Bajo a su cuello, besándolo, lamiéndolo, mordiendo el lóbulo de su oreja.
-Oh…

Logan sonrió complacido. Sentirla contra su cuerpo era más de lo que podía desear. Tenerla de nuevo para él. La conquistaría de nuevo.

-Ya… Ahora si se me hará tarde.

-Me encanta tu voz cuando estas excitada – confeso con voz ronca.

-Lo sé, - ella lo abrazo por la cadera con los brazos – y sé que te vuelve loco que haga esto…

Apretó sus nalgas con sus manos.

-Ohh – ronroneo. –Sabes cómo enloquecerme.

-Se muchas cosas. Como sé que te gustaría tomarme justo aquí afuera. Sin importar si nos miran o no.

-Me conoces muy bien…

-Y también se, que no pararas hasta tenerme en tus redes. Pero ¿sabes?, ya me tienes en tus redes.

Su pecho se inflo, pero el miedo lo recorrió a partes iguales. Ignoro el miedo, el terror que lo invadía. Viviría el momento.

-No descansare hasta escuchar de tus labios, ese: “Si, acepto”.

Emily se tensó. Intento disimularlo besando el cuello de Logan. Él la conocía tan bien, eso era una táctica de ella para cambiar de tema. Y estaba funcionando.

-Emily… Aléjate de mí porque te juro que te comeré…

-Uh – la chica se burló. Ella terminaba con su autocontrol. Bajo una mano a su entrepierna.

-Dios, no – rogo Logan con los ojos cerrados.

-¿No? Solo un poco… - dijo y acaricio sobre la tela de gabardina de los pantalones de Logan. Él se retorció de placer. Sus largos dedos delgados presionaron su hombría sobre la tela. Su mano viajo ligera como ave, hasta su cinturón y lo abrió.

Logan sabía lo que pasaría después.

-Entremos, si lo haces, no hay regreso – amenazo con voz pastosa.

-Júralo – Emily apretó el duro bulto bajo sus pantalones.

-Oh Dios… - Trago el nudo de excitación, obligándose a hablar. –Lo juro…

Emily lo soltó. Jalo de él hasta su casa. Logan estaba dispuesto a tomarla de todas las formas posibles. Era su reencuentro. Y tenía mucho tiempo que compensar.

Al entrar la apretó contra la pared de su pasillo. Tomo sus piernas, y éstas se envolvieron en su cadera.

-Te amo – murmuro al tiempo que abría su blusa. La piel cremosa de sus pechos lo llamaba a tocarlos, y se dio gusto. Degusto el sabor salino de su piel.

-Oh, Logan… Te amo… - jadeo la chica, cuando uno de sus pezones rosados entro a la boca de Logan y lo succiono como si de eso dependiera su vida.


Lo cual era cierto. Logan se prometió compensar el tiempo. Saldar cuentas, y lograr su perdón completamente. Esperaría lo necesario para que ella se casara con él. Y esperaba que el tiempo fuera bueno con él. Le demostraría que su relación funcionaria. Que las relaciones y los pensamientos que tenían sus hermanas eran cosa aparte, ajenas a su relación. Quería poder ver el brillo de sus ojos cuando él tuviera un hijo de ella entre sus brazos. Aunque fuera solo por un tiempo.


Julien Van Gulick


Dorothea Van Gulick no creía en él. Era su madre y aun desconfiaba de él. Pero se ganaría su confianza. No solo Tristan era su hijo. Ella tenía que aceptar que eran dos, y que eran diferentes.


Julien cruzo furioso el pasillo que conducía a la oficina de su madre. Empujo a un par de personas, no se detuvo a ofrecer disculpas, no tenía tiempo para eso.


-Me importa una mierda, Lizzeth – rugió a la asistente de su madre. La chica se encogió ante su grito.


Julien no acostumbraba ser así con las personas. Pero así tenían que ser las cosas. O gritaba él, o gritaba ella. No había espacio para la segunda opción.

-Pero…

-Nada, no necesito anunciarme. Soy su hijo. ¡¡Con un demonio!! – golpeo el escritorio de Lizzeth, la chica dio un brinco.

-¡Julien!

-Y una mierda… - Era Tristan, su hermano. Se acercaba casi corriendo hasta él.

-¿Qué haces? No le grites a Lizzy…

-Quiero ver a mi madre. ¿Eso es un delito?

-No, pero no puedes venir y gritarle a todos. Sabes que ella odia…

-Ah, claro – ironizo. –Ella si puede venir y gritarle a medio mundo, ¿no? Déjame, Tristan – lo señalo. –Entrare a verla y me vale lo que tú, o su secretaria de cuarta digan – gruño.

Dio media vuelta e irrumpió en la oficina de su madre.

-Sí, ya está todo listo, señora…

-Julien – Dorothea Van Gulick se puso de pie, olvidando por completo a la chica morena de rizos que tenía sentada frente a su escritorio. Julien no perdió su tiempo mirándola.

-Madre, tengo algo que decirte. Y no puede esperar…

-Tendrá que esperar. ¿Cómo te atreves a entrar así en mi oficina? ¡Lizzy! – grito exasperada.

-¡Soy tu hijo maldita sea! – grito Julien para que su madre lo mirara. –No solo Tristan lleva tus genes, ¡¡también yo!!

-Julien… - Dorothea tenso la mandíbula. –Luna… - antes de que terminara por perder totalmente los estribos se volvió a la morena que miraba contrariada a Julien. –Si me permites…

-Sí, señora… - Luna paso con rapidez al lado de Julien. No se atrevió a mirarlo. Y no se detuvo hasta que estuvo fuera de la oficina.

-Ahora… ¿estas contento de ponerme en ridículo frente a mis empleados? – Dorothea regreso a su lugar. Dejo de mirarlo, volvió la vista a las fotografías que Luna había puesto sobre su escritorio.

-¡Mírame, demonios! – rugió Julien. Golpeo su escritorio. Las fotografías se estremecieron.

-Te miro, Julien – Dorothea subió la mirada, sus ojos marrones lo observaban a través de los cristales de sus anteojos.

-Madre, lo que hago o dejo de hacer no te importa, ¿cierto? – soltó Julien.

-No digas eso, si me importa. Eres mi hijo.

-Claro… - volteo los ojos. Si le dieran un billete verde por cada vez que ella repetía esa frase seria infinitamente millonario. –Pero Tristan es tu favorito. El que nunca causa problemas, el que siempre hace todo bien… ¿no?

-Te amo, Julien – respondió Dorothea. –Pero te comportas como un niño. Tienes 25 años, por favor – suspiro. –Eres un hombre…

-¡No gracias a ti!

-¿Cómo dices? – Dorothea se quitó los anteojos. Incrédula de lo que acababa de escuchar.

-Lo que oíste – confirmo. –Soy un hombre, pero no gracias a ti… Madre, por 25 años te has dedicado a esta revista de mierda…

-No hables así del trabajo que te ha mantenido – gruño interrumpiéndolo.

-Ja, si claro… ¿Por eso te divorciaste de mi padre?

-No me hables de ese hombre…

-Él es mi padre, el padre de tu perfecto hijo, del hijo que no tiene el tono azul de los ojos de mi padre. ¿No? Por eso lo quieres más a él, porque no heredo el tono de sus ojos como yo. ¡Por no parecerse a George! – grito.

-No… Julien, te amo, los amo a los dos…

-¡Mentira! Dejaste que estuviera lejos de ti, lejos de mi madre. Lejos de este lugar, de ti… No fue mi culpa que esa chica se matara. Yo no tuve nada que ver, ¡Nada! – aseguraba.

Aquello había sido un error, pero no un error de Julien. Quizá solo había estado en el lugar y tiempo incorrectos.

-Julien, no tengo tiempo para hablar del pasado…

-¿Y cuándo tendrás tiempo madre? ¿Cuándo vuelvan a indagar sobre mi pasado? ¿Sobre lo que el gran nombre de los Van Gulick representa en tu vida? ¿En tu perfecta vida? ¿Tendré que sacar una cita? Si tienes tiempo para los estúpidos proyectos de Tristan, para su jodido taller de motocicletas. Para sus tonterías…

-Tu hermano ha ganado su propio dinero, ya me reembolso lo que le preste para empezar con su negocio.

-Si tan solo confiaras en mí…

-Dame una razón, solo una – corto Dorothea.

-Soy tu hijo.

-Eso no es una razón – dijo con desaprobación. –Julien, gánate mi confianza. Déjame ver que eres un hombre, un hombre hecho y derecho. Consigue un empleo. Uno de verdad.
-¡Bah! – se mofo Julien y camino por su oficina.

La gota que colmó el vaso de la cordura de Julien, fue la fotografía que tenia de Tristan. No había señales de que tuviera alguna intención de recordarlo con alguna fotografía de él. Ninguna.

-No tengo que demostrarte nada. Nada – hablo con amargura.

-Demuéstratelo a ti mismo. Es todo…

Julien rugió cuando sutilmente su madre lo corrió de su oficina. Odiaba que lo trataran como un empleado de mierda más. No era un niño.

Cruzo el pasillo. Le lanzo una mirada envenenada a Lizzy. Se encontró a su hermano que hablaba en murmuros con la chica morena que estaba en la oficina de su madre. La sangre le hirvió.

-Yo tendría cuidado si fuera tú. Solo te hablara bonito para llevarte a la cama – soltó alzando una ceja. Se detuvo un par de segundos, esperaba la reacción de su hermano.


Necesitaba sacar toda la frustración que tenía. Golpear algo, y si era su hermano mucho mejor.

-Julien – Tristan lo tomo con fuerza de la solapa del saco negro. Julien casi grito de alegría. Era un maldito loco, y lo sabía.

-¿Me golpearas? – casi jadeo de pura anticipación. –Hazlo – lo alentó.

-Solo quiero hablar contigo – respondió. Ganas no le faltaban a Tristan para poner en su lugar a Julien.

-No tengo tiempo – dijo casi desilusionado. –Déjame – forcejeo para liberarse del agarre de Tristan.
Salió de la Editorial.

Demostrarse a sí mismo que era un hombre. ¡Si como no! Parecía que su madre se pasaba la tarde leyendo consejos para mujeres desesperadas. Libros de superación personal.

Julien vivía bajo la sombra de su hermano. Le toco la suerte de parecerse a su padre. La suerte de compartir el color de ojos de su padre. La mala suerte de ser un Van Gulick.

Aun así, estaba decidido a deshacerse de esa cruz. Descubriría el hilo negro en la vida de Tristan. Los sucios secretos que su hermano guardaba. Solo así su madre se daría cuenta de quién era realmente la oveja negra de la familia.

Un poco de Maldita delicia, segunda temporada...

Una pequeña muestra de lo que leerán en un par de horas ;) Enjoy...


(...)

Se inclinó a besar su cuello, a morder sus hombros y su mandíbula. Las puntas de sus pechos le hacían cosquillas. Y eso, créanlo o no, era delicioso. Ansioso, Robert removió su cuerpo debajo de ella, sintiendo así la cálida humedad de la unión de sus piernas. Ella estaba lista para él. Y joder, que él estaba más que dispuesto a calmar el ardor de sus intimas partes.


(...)

abril 08, 2011

Maldita delicia... Nueva temporada. Muy pronto...

Porque quiero que mi Ale este re feliz! Y porque cuando ella me dijo que quería su droga yo me dije: Por ti, me vuelvo narco! Y por eso, y porque quiero complacerlas a todas, muy pronto la segunda temporada de Maldita delicia...
Y para que se den una idea... Les dejo la nueva imagen de la historia (:

¿Que les pareció? Y para que no se muerdan las uñas: el próximo viernes sera su estreno :D !!!!

abril 02, 2011

Lamentable Anuncio


Que más quisiera que esto fuera una noticia feliz, una noticia alegre, algo que cause revuelo, al menos un revuelo positivo. Pero este no es el caso.
Estoy en una posición muy difícil. En un momento lleno de dolor, de ausencia, de vacío, pero de igual forma de esperanza, de mucha fe.
Por motivos que desconozco mi Ale, mi Cricri, mi media naranja, mi alma gemela, mi Renata Cotty, ha decidido dejar este pedasito de la red. Por lo tanto, ha dejado sus historias, sus fics de Twilight. Mismo que se que les gustaban, al menos a mi me tenían con el alma en un hilo. Me encantaban ♥

Este anuncio me duele. Se me nubla la vista llenándome los ojos de lagrimas. Intento no llorar, darle esperanzas a mi fe, de que algún día mi Cricri volverá. Y seguiremos juntas este proyecto del Tea Party.

De nuevo les reitero que desconozco las razones, pero cuales quiera que fueren se respetan. Y mi Ale, tienes mi apoyo incondicional. Siempre seré tu amiga, tu Imps, tu Sensei, tu Media Naranja. Eres algo fundamental en mi vida. La única entre miles que me entiende a la perfección. Siempre estaré para ti. Siempre ♥

No espero que la entiendan, no espero que entiendan su partida de este blog. Pero tenia que darles la noticia, con un nudo en la garganta escribo esto. Conteniendo las lagrimas. Armándome de valor. Porque lo que sea que pase mi Ale, se que lo superara, porque es una GUERRERA. Mi Ale, te amo, y este blog estará esperándote. No lo olvides.

Chicas, saludos a todas. Y enviamosle buenas vibras a Ale. Que créanme, es una magnifica persona. Si tuvieran el honor, la oportunidad de conocerla, se que aprenderán mucho de ella, así como yo lo he hecho. Jamás creí que me encontraría con alguien como mi Ale. Alguien que me completara como ella.
Es todo. Solo puedo decir, que la amo, y que, quizá no lo entiendan, pero así es esto. Saludos a todas y suerte en lo que hagan :D

abril 01, 2011

Noticias fresquesitas


Bueno, ni tan frescas. Ya saben que ha terminado la primer temporada de Maldita delicia. Y que trabajo en nuevos proyectos. Quiero terminar la historia de Búscame. De hecho ya tengo el capitulo IX, pero aun me falta un poco de edición. Trabajo en la nueva historia Cuando los planetas se alinean. Que a pesar de tener la idea concreta, como que no me gustaba como quedaban los capítulos, se me hacían mucho muy aburridos, así que les di un giro. Ojala les gusten :D

De cuando sera la fecha de publicación, aun no lo se. Trabajo en la idea de la portada. Ya que la que les presente, era un borrador por decirle de alguna manera :D Los personajes serán variaditos y tendrá sorpresas XD Wiii, ya estoy super emocionada.

Mi servicio social me deja mucho tiempo libre, así que me pondré a trabajar de inmediato en la portada de Cuando los planetas se alinean :3

Por lo pronto, no se desesperen que este blog andará en funcionamiento :D gracias por seguirnos y por sus comentarios ♥


Nos estamos leyendo, suerte! x)

Las chicas del Té de Lemmon

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