diciembre 17, 2010

Hasta pronto...

Hola, hola, chicas lectoras del Tea Party. Un saludo para todas y abrazos afectuosos en esta época Navideña :3

Este post es para desear que las ultimas semanas de este 2010 se las pasen genial con sus amigos y familia. Que el inicio del año este cargado de energía y buenos deseos :D

No logre terminar capitulo de Maldita delicia, y aun esta en edición el nuevo capitulo de Búscame. Pero no desesperen, que para enero este blog empieza a la carga nuevamente.

Sin más, una Feliz Navidad y un genial inicio de Año :3


¡¡Abrazos para todoooos!!

Salut! :D ((Si me lo como... *o*))

diciembre 15, 2010

Maldita delicia. Capitulo XI*

¡Lindo miércoles!
Si, hoy no es día de Maldita delicia, pero como se acercan las Navidades y esas cosas, comida deliciosa, y ponchesitos calientes y regalitos y demás, me permito regalarles un capitulo nuevo de MD. ¡¡Si!!

Sucede también que no andaré por los rumbos cibernéticos por estas fechas, regresare hasta después de año nuevo; y como no quiero dejarlas plantadas y que no se coman las uñas, porque según mi madre "Solo los locos se comen las uñas", lo bueno es que ya deje ese feo habito XD Aun sigo loca... No hay cura para nosotros los locos X3

Espero que les guste... y espero también que las historias de todas empiecen a emparejarse, sino esto se me saldrá de las manos D: Saludos a todas y enjoy :)

11. Siempre en mi corazón



Nota: Continuación de capitulo VII



Jennifer Lamb

No cabía en mí de felicidad. Definitivamente estaba viviendo la vida que siempre soñé vivir.

Trabajaba 5 días a la semana, de diez de la mañana a las 5 de la tarde. Victoria no dejaba de elogiar mi trabajo y mis habilidades con las telas y mis gustos en la moda. Yo no dejaba de agradecer con una sonrisa tonta en mi cara y sonrojada, simplemente me sentía en las nubes.

Aunque, solo había una persona que me faltaba para ser totalmente feliz.

Y sabia que esa persona estaba perdida en la inmensidad del mundo. No sabia donde estaba mi madre o si aun seguía viva. Cuando niña siempre fui unida a ella, después se acabo la amistad que teníamos cuando entre a la preparatoria y ella desapareció. Después de todo y de hacerme la fuerte frente a mis amigas, si sentía la ausencia de mi madre.

Intentaba hacerme la fuerte y ellas evitaban los temas familiares para que las madres no tuvieran que aparecer. Mis amigas eran muy buenas conmigo. Ellas planeaban una fiesta por mi cumpleaños, y yo planeaba una sorpresa para ellas también. Eso me tenia muy ocupada, pero valdría la pena una vez que viera sus caras.

Faltaban semanas para eso, pero ellas estaban tan emocionadas con la fiesta en el en bar de Luna y Emily que no las veía tan seguido. En parte por el trabajo y esas cosas. Yo tenía mucho trabajo y a veces los fines de semana también trabajaba.

El señor Hopus pasaba por las oficinas de Victoria y me saludaba muy contento. Él se había vuelto un pilar muy importante en mi vida. Un padre podía decir. No negare que el hombre estaba como quería, pero no podía verlo de otra forma, era un padre para mí, un amigo.

Emily continuamente decía que ella no podría trabajar para alguien con ese tipo de amigos, y Renata decía que si se lo comía. Maldición, mis amigas eran unas depravadas.

Caminaba de regreso a casa. Me gustaba pasar por las tiendas de ropa y no mirarlas anhelante. Ahora podía darme el lujo de comprarme cosas de diseñador. Les digo, ahora vivía la vida que quería. Aunque… no todo era miel sobre hojuelas.

Primero, hace semanas que no veía a Rosty, desde el primer día en que conocí a Victoria. Eso me dejaba demasiado triste por las noches. Ustedes saben, una tiene necesidades. Y segundo, desde ese día sentía que alguien me seguía. O quizá me había vuelto tan paranoica como mi tía con miles de gatos. No, quizá solo era mi imaginación.

A pesar de todo, caminaba con prisa a mi departamento al salir del trabajo, no quería que la noche me atrapara. Casi todos los días, pasaba a echarle una mano al Sr. Hopus, ya que gracias a él había conocido a Victoria. Mi ex jefe, me lo agradecía, y se empeñaba en pagarme las horas que trabajaba para él, no podía ganarle la batalla, él era un más necio que yo.

Así que con dinero extra regresaba a mi casa, con un andar rápido, miraba hacia atrás continuamente. Definitivamente estaba perdiendo la cordura.

Volvía la vista al frente cuando algo se interpuso en mi camino y yo caí de espaldas.

-Oh, mierda – gruño una voz y estiro su mano para ayudarme a levantar.
-No… - jadee. –No me haga daño. Solo… tome – saque unos billetes de mi chaqueta de piel. Eran al menos 50 dólares.
-¿Qué? No quiero tu dinero – contesto la voz.
-Oh Dios – exclame con el cuerpo temblándome. Me eche hacia atrás, y me puse de pie mirando al tipo.

Desde el ángulo del piso no lograba ver su cara. Pero una vez que un faro de la calle lo alumbro, mi corazón dejo de latir. Era el Dios griego.

-¿Estas bien? No fue mi intención asustarte – dijo y estiro su mano una vez más. –Soy Andrew.


Temblé de nuevo.

-¿Qué quieres? – di un paso hacia atrás.
-No te haré daño – dijo y sonrío.

Yo no le creía.

-Seguro. Déjame en paz – di un paso a un lado y me aleje de ahí corriendo. No me fui a mi departamento, él podría seguirme.
-¡Hey! ¡Hey! – grito a mis espaldas.

En menos de lo que espere, me alcanzo.

-Oh, ¿Qué diablos quieres? – gruñí y lo encare.
-Se te callo esto – me devolvió un sobre. Era el dinero que me daba el Sr. Hopus.
-Si, gracias – se lo arrebate de las manos.
-De nada. Después de todo si tienes modales – observo.
-Muérete – rugí. –Seguro que tú eres el que me sigue al salir de mí trabajo, ¿ah? ¿Sabias que eso es un delito? Conozco policías, ¿sabes? -Mentí. –Así que deja de seguirme o pasaras tu vida tras las rejas.

El tipo sonrío.
-No es un delito, porque no te estoy acosando, primero. Y segundo, no te sigo por gusto.
-O sea que si me estas siguiendo – casi grite. –Deja de hacerlo o tendré una orden de restricción a tu nombre, amigo.
-Tranquila, que lo que hago es por tu bien – dijo.
-Ay, por favor. Por mi bien – bufe. –Tu y tu bien obra de samaritano, se pueden ir a la mierda.
-Ya va, solo ten más cuidado, ¿si?
-¿Cuidado? Tú me has dado un susto de muerte.
-Lo siento, pero no solo yo te seguía – advirtió.
-¿Qué? ¿Qué quieres decir?
-Detrás de ti, venia un tipo. Y por su pinta iba a hacerte algo, te vio cuando saliste de la cafetería y le pareciste el blanco perfecto, linda, con tacones, un bolso de Louis no se qué, una presa fácil – observo mi vestimenta. –Así que, por eso aparecí, él tipo dio media vuelta y desapareció. Él no iba a aceptar solo los billetes verdes.

Eso si me dio miedo.

-Yo… bueno, ya, gracias. En serio – le dije apenaba y molesta.
-Descuida. Te acompañare a tu departamento. No quiero que te pase nada.
-Puedo irme sola.
-Vamos, no te haré daño.
-¿Por qué quieres acompañarme de cualquier forma? – pregunte.

Un interés así de la nada, era sospechoso. Además. ¿Cómo sabia donde vivía?

-Eso es algo que no puedo decirte.

Hice un mohín.

-Dímelo o llamo a la policía – amenace.
-No. Mira, no puedo decirlo. Pero, estas segura conmigo, en serio.

Sus ojos oscuros me miraron. Y por algo que era muy extraño, le creí.

-Bien – gruñí.

Comencé a caminar y él a mi lado en silencio, con los bolsillos en sus jeans y mirando disimuladamente hacia atrás. Una vez que llegamos a mi edificio se despidió con la mano y antes de que yo pudiera siquiera dar las gracias él se desapareció en un parpadeo.

Esto si que era raro, muy raro.

Subí por las escaleras hasta el piso donde vivía. Entre. Deje mi bolso en el sofá más cercano y me tumbe en el sofá. ¿Qué demonios había sido eso? Encontrarme con ese tipo de nuevo… ¿Qué diablos?

-*-

Los días pasaron y no me lo tope de nuevo. Aun así, yo seguía con la sensación de ser vista desde la oscuridad, empezaba a perder la razón en serio esta vez.
-¿Jen?
-¡Rosty!

Iba saliendo de la cafetería del Sr. Hopus cuando lo vi. Estaba más que guapísimo. Aun en ropa deportiva se veía delicioso.

-¿Cómo estas? Hace siglos que no te veo – se acerco y sonrío.
-Bien, yo… si, bien. ¿Cómo estas tu?
-Bien, muy bien. ¿Qué tienes, pasa algo? – se acerco aun más y tomo mi barbilla. –Luces nerviosa.
-No, yo… Bueno si… Es raro, tengo la sensación de que alguien me sigue.

Y a pesar de saber que era Andrew me agradaba tanto la idea como una patada en el culo.

-¿Quieres que te lleve a tu casa?
-No, no quiero ir a casa – le dije y me abrace a su cuerpo con una necesidad que ni yo misma creí tener de él.
-Tranquila. No dejare que te pase nada – acaricio mi espalda.
-Perdón, es que… - me separe de él avergonzada por mi comportamiento infantil, después de todo él y yo no éramos nada.
-Ya, no pasa nada, ¿si? – Asentí. –Venga, vamos a mi casa.

Recordaba su casa y cada rincón por el que nos besamos. Era extraño estar ahí sin unas copas de más y sin la lujuria recorriendo nuestro sistema. Rosty me ofreció un té y eso me tranquilizo un poco. Me acaricio el cabello y se sentó a mi lado en el sofá de 3 plazas frente a su enorme pantalla.

-¿Cómo has estado? Hace mucho que no se nada de ti.
-Bien, mucho trabajo. Ahora estoy trabajando con Victoria.
-Oh, si… escuche algo de eso – murmuro.
Lo mire extrañada.
-¿Y tu?
-El gimnasio va bien. Prospera – sonrío.
-Si quieres puedo pedir un taxi… - lo notaba incomodo.
-¿Qué? ¡No!
-Si, estas no se, diferente – me puse de pie. –Gracias por el té. Conozco la salida.
-Jennifer, espera – jalo mi muñeca antes de que me encaminara a la salida.
-Esta claro que no quieres que este contigo. Por eso desapareciste tanto tiempo, y esta bien, ¿sabes? Esta claro, muy claro.

Putas lágrimas.

-No, no entiendes.
-Si, si entiendo. Entiendo que solo fue un rico polvo lo que tuvimos y… - respire profundo antes de seguir – y… esta bien.
-No, para mí no solo fue un rico polvo, en serio me gustas. En serio. Y no desaparecí, te dije que fui a visitar a mi hermano en California. Pero resulto que el bastardo esta de vuelta y yo no tenia ni puta idea.
-Oh.
-Si, Oh, también fue lo que le dije. Ahora lo veo… más tirado a la basura, pero espero que mejore.
-Lo siento…
-Si, bueno, él se busco esa vida. No fue culpa de nadie más que de él, y parece que eso es lo que lo destruye más. Hace unos días fui a visitarlo, ahora vive en Manhattan y no recordaba nada de lo que había pasado la noche anterior, aunque mencionaba un nombre, ahora no recuerdo cual, pero lo repetía mucho. En fin, solo espero que se mejore. Tener un hermano, bueno, no somos hermanos-hermanos. Lo conozco desde que éramos pequeños. Y lo quiero como si fuera un hermano.
-Si, me pasa lo mismo con mis amigas – sonreí.
-Me gusta cuando sonríes – acaricio mi cabello. –Y me gusta más cuando posas esos ojos eléctricos en mi – dio un paso y me beso.

Cerré los ojos instantáneamente. Primero beso despacio, llenándome de pequeños besos, mis labios, mis mejillas, mi cuello. Sus manos bajaron a mi cadera. Me acercaron más a su cuerpo, que ya estaba listo para deleitarme de placer.

Esta vez no chocamos con las paredes. Subimos a su habitación entre besos y caricias, pero él estaba más concentrado en palmear mi trasero para oírme jadear. Y eso me encantaba.

-¿Jen? – susurro contra mi espalda desnuda. Me estremecí al sentir su calido aliento en mi piel.
-Uh-hum – tenía los ojos cerrados. Envuelta en sus sabanas blancas. Él paso los dedos por mis piernas desnudas. –Me haces cosquillas – le dije retorciéndome.
-Lo se – contesto con voz de suficiencia.
-Basta – jadee.
-Eso no decías ayer – comento y sus labios pasaron por mis piernas.
-Estaba borracha – le dije sonriendo.
-Con té de manzanilla, seguro que si – continuo subiendo hasta llegar a la unión de mis piernas.
-No, borracha de ti – jadee cuando sus manos abrieron mis piernas.
-Yo quiero vivir ebrio… - beso mi ombligo. Lamió mi vientre y…
-¡Oh Rosty! – grite.

¿Tengo que describir que paso cuando su lengua entro en mi cuerpo? ¿Tengo que decir que hizo su textura en mis sentidos? ¿Tengo que decir cuantas veces grite su nombre? ¿O peor aun, cuantas veces me tomo por la mañana?

-¿Cómo es que haces eso? – pregunte saliendo de la ducha.
-¿Qué? – pregunto abrochando sus jeans.
-Eso. Hacerme gritar… hacerme desear más de ti – le dije.
-No soy yo, créeme. Eres tu Jen, me vuelves loco – dio unos pasos hasta mi. Sin camisa y con el cabello húmedo.
-Ni un paso más Robert – lo señale. –Un paso más y no respondo.
-Uh, ¿es una amenaza?
-No, solo una advertencia. Si sigues tomándome de esa manera, caminare con las piernas arqueadas – le dije divertida.
-Bien. Me controlare. Pero entonces tu deja de mirarme con esos ojos tan sexys y de mover tu cuerpo así sobre mi – se giro para ponerse una playera blanca que me dejaba ver el tatuaje en sus brazo. -¡Ah! ¿Y cuando piensas decirles a tus amigas lo del tatuaje de tu cadera?
-¿Qué? – grite.

Hace unos días me hice un tatuaje en el torso, por encima de mi cadera. Eran un par de estrellas.

-Si, ese mismo que devore anoche no se cuantas veces – comento y me miro alzando la ceja.
-No se, algún día – quería darle la vuelta al tema.
-¿Algún día? – alzo la ceja.
-Si, ahora, guárdame el secreto. ¿Si?
-¿Cómo negarle algo a esa mirada? – pregunto y beso fugazmente mis labios.









No se como estábamos Rosty y yo ahora. Lo que sabía era que él estaba en mi vida y eso ya era mucho pedir. Y en serio que ahora estaba muy, muy feliz.

Rosty me llevo a mi departamento por la tarde, ya que era sábado. Se quedo a comer y después vimos un poco de televisión. Vimos la primer película de Saw, a él tambien le gustaban esas películas. A mis amigas no tanto, decían que yo estaba loca, bueno, Emily y Luna, Renata disfrutaba de ellas tanto como yo.

-Tengo que irme, no he abierto el gimnasio desde ayer por la noche – Rosty tomo su chaqueta y yo lo jale de la muñeca hasta que él me aplasto con su cuerpo en el sofá.
-No te vayas…
-Sabes que no puedo negarme cuando me hablas con esa voz – dijo y acaricio mis pechos sobre la tela de mi blusa.
-Entonces no te vayas – lo abrace con mis piernas.
-Oh, vamos Jen. Tengo qué, no es de querer o no. El gimnasio es lo único que me mantiene cuerdo.
-¿Cuerdo? ¿Por qué?
-Por nada, volveré más tarde, lo juro.
-Bien – deje de envolverlo con mis piernas y él dio un beso pasional en mis labios, me dejo sin aliento y deseando más de él como siempre.

Observe su trasero desaparecer por la puerta y después un portazo.

Mi departamento ahora me hacia sentir más sola. La salita olía a su colonia. A su piel. Sus ojos azules no dejaban de mirarme cuando cerraba los ojos.


-¡Señorita Lamb! – un grito me sobresalto y di un brinco en el sofá. Mire el reloj de una de las mesillas de la sala, eran las 9 de la noche. Me había quedado dormida.

Camine a la puerta y abrí.

-Oh, que bueno que esta. Un joven vino a tocar a mi puerta y pregunto por usted.
-¿Un joven?
-Si, un tipo bien parecido. Dijo que esto era para usted – me entrego una carta.
-Gracias… Sr. Laurie.
-Si, como sea. Dijo que no podía dejarla en el buzón, porque era urgente que se la diera. Dijo que no podía perder el tiempo en cosas intermediarias.
-¿No dijo quien era?
-No, solo era alto y de cabello negro.
-Bueno, gracias.

El Sr. Laurie asintió y lo vi regresar a su departamento con un chistoso caminar.


Después cerré mi puerta y mire el sobre. Era de un color crema, sin sellos, sin remitente, sin nada excepto mi nombre con una letra estilizada. La mire frunciendo el ceño.

Suspire y rompí el sobre de un lado. De ahí salio una hoja doblada, misma que desdoble para leerla. De pronto sentí una presión en el pecho que no lograba aliviar a pesar de que respiraba profundamente.


Empecé a leer y un vacío se formo en mi pecho.



“Jennifer. Si estas leyendo esto, es porque no le gane la batalla a mi enfermedad. Te preguntaras quien te envía esto. Pues tu madre lo hace. Me duele el alma pensar que deje a mi hija en manos de la salvaje vida. Fui una egoísta lo se y lo siento, no sabes como lo siento. No sabes lo arrepentida que estoy.

Cuando quise regresar, me entere de la enfermedad que carcomía mi cuerpo. Los doctores dijeron que no había esperanza. Que lo mejor era que acomodara las cosas y me despidiera de quienes tenía que despedirme.

Hija, lamento no haber estado contigo cuando me necesitaste.

¿Sabes? Me case de nuevo. En Londres, con un hombre fabuloso, que miles de veces me dijo que te buscara, que te encontraríamos y que así él podría conocerte. A pesar de no saber nada de ti, él ya te quería. Es un hombre genial. Ojala que lo conozcas pronto.





-Las lágrimas desenfocaron las letras, las palabras y los trazos de mi madre. Así que esto era una despedida.





Te busque como desesperada. Te busque tantos años con la esperanza de que no dejaras Texas, pero no fue así. Ahora haces tu vida en la ajetreada vida de Manhattan y me alegra que hayas cumplido tus sueños. Lamento que te sintieras perseguida. Andy es un buen chico y muy apuesto. Es amigo de la familia y es un buen detective cuando es necesario.

Hija, ahora estoy en un lugar, quisiera decir que mejor. No fui la madre que necesitaste, ni la amiga que deseaste. Quise que tuvieras una mejor vida de la que yo tuve. Ahora lo logras por ti misma y eso me llena de orgullo. Tus amigas son muy buenas contigo, no las pierdas.

Solo quería que supieras que siempre estuviste en mi mente, cada año, cada mes, cada semana, cada día, hora y minuto de mi ausencia a tu lado. Lamento que tuvieras que enfrentar la vida tu sola, pero créeme, lo hiciste muy bien. Muy bien, mi niña. Eres una mujer ahora, una mujer que cumple sus sueños sin importar nada. Después de todo, eres una guerrera.

En serio que lamento todo el daño que te cause. Se que no podré repararlo. Pero espero de corazón que me perdones. Te amo más que a mi propia vida, Jennifer.

Siempre en mi corazón, Laila Lamb”.





Cuando termine la carta las lágrimas corrían como ríos por mis mejillas.
Me derrumbe en el piso y llore como nunca antes. Ahora mi madre no podía regresar.

Releí la carta una vez más y derrame más lagrimas que pronto estaría seca.

El sobre no contenía más nada. Salvo la firma de mi madre. Ella pensó en mí todo el tiempo. Así como yo, y después de todo si me amaba.

Con el cuerpo tembloroso por las lágrimas y el dolor de perder a mi madre, de la noche a la mañana y de que una carta me lo informara, me puse de pie y llame a Emily.

Espere un tono, dos…

-¿Jen, que pasa nena?
-Mi madre murió… - le dije en un murmuro.

Sentía que las paredes podían escuchar y que todo el edificio sabría mi pena. No quería que nadie me mirara con compasión. No era una niña, pero maldición que me sentía como una.

-¿Qué dices? No, ¿estas bromeando? – Mi amiga sonaba aterrada.
-No… me envío una carta. Ella murió y me entregaron la carta – le conté la historia, pero no la carta, no podría leerla en voz alta.
-Tranquila, voy para allá. ¿Quieres que llame a las chicas?
-Preferiría que no, aun no. Por favor.
-Vale, no tardo. Tranquila.

Emily colgó el teléfono y como posesa pase los ojos por los trazos de mi madre. Su letra era con trazos entrelazados, algo confusa a veces para leer, pero esta vez era como si la letra se leyera sola en mi mente.

Cuando Emily entro, ya que tenía una llave de emergencia, me encontró sentada en el sofá. Corrió hasta donde me encontraba y me abrazo.

-Nena, lo siento, lo siento…
-Yo, yo también.
-Dime cómo te enteraste – le estire la mano con la carta.

Ahora ya estaba un poco arrugada, la había leído otro par de veces y las lágrimas siempre caían sobre la tinta. Afortunadamente no se corrió la tinta.

Emily leyó con rapidez la carta. Al término la metió en el sobre y me la regreso.

-No tiene timbres, ni dirección, ni nada. ¿Quién es ese tal Andy?, ¿Lo conoces? – pregunto dándome un pañuelo para secar mis lagrimas.
-Si, hace un par de días me ayudo con un ladrón. Nada grave – agregue al ver que Emily palidecía… más.
-Oh – dijo y se puso de pie. –Sabes que tenemos que llamar a las demás, ¿cierto? A Luna, a ella le encanta jugar a ser Sherlock Holmes. Descubrió quien se robaba la comida de Renata.

Ese comentario me hizo sonreír. Luna tenia un sexto sentido para descubrir las cosas. Era como Google o una cosa así.

-Bien. Pero que sea mañana, ¿si? No tengo fuerzas más para llorar.
-Entiendo – se acerco a mi asiento en el sofá y me abrazo pasando un brazo sobre mis hombros. –No se que se sienta perder una madre…
-No es lindo. Bueno, la mía no estuvo conmigo por no se cuantos años, pero mantenía la esperanza que volver a verla algún día. Ahora la veré en un féretro, eso no es lindo – Imagine como seria ver a mi madre acostada, con las manos sobre su pecho. Seria raro. Y horrible.

Aunque en el fondo sabia que mi madre siempre me amo, era una gran sorpresa enterarse así de su deceso. ¿Ella vivió feliz?, ¿Quién era su nuevo esposo?, ¿La amo? Solo esperaba que ella hubiera vivido feliz, que hubiera encontrado su felicidad después de todo. Todos merecemos un poquito de felicidad y yo, aunque fuese con una noticia terrible, había recibido un poco de felicidad. Saber algo de mi madre me quitaba un peso de encima. Saber que ella pensó en mí todo el tiempo, así como yo me aligeraba los hombros. Saber que estaba orgullosa de mí por alcanzar mis objetivos, inundaba mis ojos de lágrimas. Esta vez de felicidad, no de tristeza. Sabia que ella estaba en un lugar mejor, quizá el Cielo como la gente suele pensar. Después de todo, fue mi madre, y por más que yo quisiera odiarla, nunca fue ni será así.

diciembre 10, 2010

Maldita delicia. Capitulo X*

¡Feliz viernes! Nuevo capi, por fin de Maldita delicia. Me costo trabajo en serio, al menos darle un fin, porque no quería que se terminara. Esta Rens me cuesta, me cuesta. Y más porque es mi mejor, mejor amiga, mi Ale :3 Quiero que te guste mi Ale, tanto como a mi escribirlo :D

Aquí esta el plus que les prometí y que tanto te tuve esperando mi Cricri :) Deseo que te guste muchote... Y manos a la obra en los siguientes capis jeje


Además de que casi me quedo sin Internet. Mi hermosa Dellia estaba enfermita y no me abría el Internet D: Sufrí, sufrí... Ya me veía en los Cyber subiendo mis capítulos, cosa que me da como que no se, cosa XD

Pero afortunadamente my precious (Como diría Golum @__@) ha vuelto y este más precius que nunca XD



Saludos y gracias por esperar ;) Enjoy...




10. Tu cuerpo, una botella de Jack Daniels y la raya morada


*Nota: Continuación capitulo VI


Renata Cotty

La vida de todas era un completo caos. Al parecer Jennifer tenía un nuevo empleo, uno con la mujer que era su heroína desde pequeña, miraba a Jennifer y parecía que el sol la alumbraba a donde quiera que fuera. Lo cual me llenaba de alegría.

Por mi parte me encontraba hecha un nudo de sentimientos. Me encantaba William, pero también me volvía loca Lex y ahora el aparecido Jared. Que cada que podía me enviaba flores a mi trabajo. Al menos una rosa cada tercer día, deseándome suerte, no parecía del tipo romántico, lucia más bien como un tipo rudo. Pero vaya que me sacaba sonrisas bobas cada que veía una nueva rosa en mi escritorio.

-¿Y esa cara? – William estaba en el marco de mi puerta con los brazos cruzados sobre su pecho, lucia como un depredador.
-Nada, solo estoy contenta – le dije y baje la mirada, guarde la nota de la rosa de ese día: “Lindo día”, sus notas eran cortas, pero con un detalle así cualquiera se derrite, ¿o no?

En mi interior siempre fui una romántica. Todas los somos, ¡Acéptenlo!

-Tengo unos asuntos que resolver en Canadá, un distribuidor y una empresa quieren ser parte de esto, ¿te gustaría acompañarme?
-No, es decir, no puedo. Jennifer cumple años y pues… tenemos una sorpresa para ella – mentí.

Lo cierto era que me moría por ver a Jared. La semana pasada quedamos de vernos en la fiesta de Jennifer, que cumplía años. Emily había organizado una fiesta en su bar, así que iríamos.

-Oh, esta bien… será un viaje largo después de todo – sonrío derrotado.
-Lo siento…
-Esta bien, descuida. Te dejo para que sigas en lo tuyo. Adiós – asintió y salio.

Quizá debería sentirme mal por decir esa pequeña mentira, pero no. No era así. Vería a Jared y eso me emocionaba mucho. Parecía una niña pequeña, una adolescente en su primera cita.

Si se preguntan por Lex, bueno, tenia dos semanas enteras de no saber nada de él. Imagino que seguía en el taller trabajando con el hermano de Luna, pero solo eso.

No me llamo para confirmar algún encuentro, quizá mi sinceridad acerca del sexo entre nosotros lo dejo sin habla o se molesto o muchas cosas. En verdad que Lex me gustaba, pero no quería un corazón roto, así que mejor las cosas por la paz.


Cerca de las siete de la noche salí de la oficina, dirigiéndome a mi casa. William no estaba en la oficina así que no se ofreció a llevarme como casi siempre pasaba. Camine las 5 manzanas al tren. Luna tampoco estaba disponible, así que camine sola con el frío de otoño helando mis huesos.

-¡Hey, Rens! – una voz que reconocí de inmediato me hizo girar.


Era Jared, bajo de su auto un convertible negro. Que si mal no recuerdo era un Chevrolet Camaro del 69. Camino casi corriendo hasta donde estaba y me abrazo sin previo aviso. Me quede helada, ya fuera por el clima o por la sorpresa del acto. Que bastaba decir que me hallaba más que feliz entre sus fuertes brazos.









-Oh, lo siento, es que te vi y… bueno, ¿Cómo estas?
-Bien, gracias… Por cierto, me gustaron mucho las rosas.
-No fue nada, me alegra que te gustaran, no soy del tipo que manda flores, pero me pareció justo, bueno, una necesidad de mi parte más que nada. Aunque, tu mereces más que eso – tomo un mechón de mi cabello y lo puso detrás de mi oreja.

Mi cuerpo empezó a arder.

-Iba para mi casa, ¿quieres ir?

Era el primer viernes que todas estábamos bastante ocupadas, así que no planeamos nada. Todas parecíamos zombies, unas mas que otras. Pero al fin zombies.

-Claro, vamos, iremos en mi auto – jalo de mi mano, antes de que protestara.

No iba a hacerlo de cualquier forma.

Una vez dentro, nos dirigimos a mi departamento. Una esquina antes bajo sin decir nada y regreso con una botella de Jack Daniels.

-Hace siglos que no tomo una – dijo sonriendo y colocándola en la parte de atrás de su auto.

Así que, planeaba lo mismo que yo.

-¿Dónde estuviste tanto tiempo? – pregunte extrañada por la forma en la que dijo lo del whisky.
-Bueno, en muchos lugares. Intente ayudar a un amigo, pero… pues falle mucho tiempo. No lo deje solo pues no quería perderlo. Pero ahora parece que todo mejora, o eso espero, honestamente.
-Hum, pensé que te habías ido de gira, o algo por el estilo.
-No, bueno, mi banda no funciono, así que empecé a trabajar.
-¿En qué? – andaba muy curiosa.
-Bueno, en un centro de rehabilitación. Una amiga trabaja ahí y pues, me gusta ayudar a la gente. Además esos chicos estaban muy mal.
-¿De drogas y esas cosas?
-Si – tenso la mandíbula. –Yo estuve ahí un tiempo. Un amigo me ayudo, y pues… ahora soy un hombre de bien – sonrío y sus ojos brillaron cuando me miro. – ¿En esta a la derecha, verdad? – pregunto y me devolvió de mis perversos pensamientos.
-Sip, por ahí puedes estacionarte – señale al frente.

Un hombre de bien. Eso era lindo. Y me daba gusto que por fin haya encontrado el camino.

Después de ayudarme a bajar de su auto, subimos a mi departamento. Luna tenía su felpudo de bienvenida con un montón de cartas y un paquete. Lo tome y Jared me miro con desaprobación.

-Eso es un delito, ¿sabias? – No supe si lo dijo en broma.
-Bueno, es el departamento de mi amiga, no quiero que alguien más le robe sus cosas – le dije sacando las llaves de mi bolso.
-Dame, te ayudo – Jared tomo el paquete. Era una caja de cartón. Tenía la leyenda de Frágil.

Una vez dentro, deje las cartas de Luna en la mesita de la entrada, Jared entro y cerro la puerta, colocando la cadena y el seguro.

Le indique el camino a la salita, donde tenia un par de sillones negros de piel, mi mesa de centro era redonda y debajo tenia un sin fin de revistas de música y un par de discos que Luna me recomendó.

-¿Dónde dejo esto? – pregunto Jared subiendo un poco el paquete, en la otra mano tenia la botella de Jack Daniels.
-Oh, por aquí – le señale la entrada de la cocina.

Mi cocina quedaba después de la salita, en un pasillo donde al final estaba mi dormitorio, otra habitación, donde tenía una cama de más, para que si tenía visitas se quedaran placidamente, y frente a mi habitación, el baño.

Como yo era la que cocinaba para Luna y para mi, la cocina tenia de todo y la adoraba. No era muy grande, una nevera de tamaño estándar, un par de ollas y sartenes y mi dispensario de especias. Luna me había regalado un set completo muy bonito en frascos de vidrio con tapitas herméticas, junto con un moderno recipiente para colocar las cucharas de madera.

En la nevera tenia un par de post it, de esos papelitos de colores con pegamento, donde Luna me dejaba recados cuando venia a comer a casa. Tenia la costumbre de dejar notas de esas por todos lados y mi nevera era el lugar indicado para las notas de agradecimiento.

-“Me encanto la pasta boloñesa” – Jared leía en voz alta el ultimo recadito de Luna.
-Lo escribió mi amiga – informe -, la hermana de Jack.
-Oh, si, la morenita, ¿no? – recordó y dejo la botella de whisky en la mesada junto a la estufa.
-Sip – sonreí.
-Y… ¿Cómo va el trabajo? – pregunto.
-Perfectamente en orden – conteste y metí un par de cosas en la nevera y tome un par de vasos de mi alacena. –Hasta la raya morada – le tendí los vasos después de ponerles un par de cubos de hielo.

Jared río y eso me enchino los vellos de los brazos. Afortunadamente aun tenía mi saco, si no…

Él abrió la botella y dándole un pequeño golpe en la base de la botella el líquido ámbar empezó a salir. Lleno casi a la mitad los vasos y los movió en círculos en sus manos.

-Brindo por ti y… porque… bueno, por ti – alzo los hombros.
-Gracias – tome mi vaso y bebí un poco.

El liquido me raspo la garganta. El whisky no era muy de mi agrado, lo mío eran los shots de tequila y el vodka con arándano. Me sacrificaría.

-Mmmh, delicioso. Deje de beber después de que entre al centro de rehabilitación. No podía beber ahí, ni cerca de ahí. Políticas de la clínica – informo relamiendo sus labios.

Maldita sea.

-Yo salgo cada semana con mis amigas a algún lugar a beber o a bailar o simplemente a charlar sobre nuestros días – le dije con la vista fija en sus ojos.
-Hoy tus planes cambiaron – comento acercándose a donde estaba y tomo mi mano entre sus manos. –Por mi culpa.
-No, que va. No tenía planes. Me caíste como una brisa fresca.

Oh. Eso que dije salio sin pensar.

Mordí mis labios y baje la mirada a mi vaso.

-Lo mismo digo. Aunque… tú eres más como una droga – llevo mi mano a sus labios. Su barba raspo, pero eso fue muy sexy.
-¿Una droga? – lo mire. Él sonrío.

Esa sonrisa, la sonrisa que tanto extrañe. Esa que formo en sus labios después de que me tomo en su departamento tantos años atrás. La misma y tenia el mismo efecto en mi. Deseo.

-Si. Como la novela que dijiste que leías en tu juventud. Solo que yo no temo devorarte con mis dientes – se acerco aun más, su mejilla estaba pegada a la mía. Su aliento tibio rozaba mi cuello. –Yo te comeré, - aviso – una, y otra y otra vez.

Después de eso, mis piernas se aflojaron. Tuve que soltar su mano y sostenerme de la mesada. Jadee.

-¿Qué? – dijo separándose un poco. -¿Te asuste?
-No, solo… - despeje mi rostro, mi cabello había caído sobre mi frente y sudaba.
-Ahh… te pasa como a la chica de la novela, ¿ah? – dijo con voz de suficiencia.

Yo, simplemente respire con dificultad. Estaría de más decir que hiperventilaba, pero ¡joder! Eso era lo mismo que me pasaba. ¡Demonios!

-Oh, pobre… Isabella – se acerco más y sus manos tomaron mi cadera fuertemente para subirme a la mesada – tranquila, no haré nada que no quieras.

Cerré los ojos. Sentí las manos de Jared recorrer mi cuerpo, sus dedos largos de músico, desabotonaron mi abrigo y lo dejaron sobre la mesada, después se deshizo de mi saco, y cuando llego a mi blusa, creí escuchar un gruñido.

-Llevas mucha ropa – su voz era letal para mis sentidos.

Cuando abrí mis ojos, mis manos ya estaban sobre su cuello. Y mi respiración aun más agitada.

Jared abrió mi blusa. Yo me puse colorada.
-Eres justo lo que me receto el doctor – sonrío con lujuria y se dispuso a besar mi cuello.

¡Joder! Mi cuello…

-Oh, Jared… - mis manos se aferraron a la solapa de su chaqueta. Y mis piernas se abrieron aun más para sentirlo más y más cerca. Las manos de él viajaron por mis hombros, despejando el área donde segundos después sus labios pasarían.

Mis hombros, fueron abrasados por besos húmedos de Jared. Mis brazos también, y cuando estuvo a la altura de mis codos, sus labios se posaron sobre mis pechos.

-Mmmh… - ronroneo.

Masajeo mis pechos y juro que me moje, digo, ya estaba húmeda, pero sentía como mis bragas nadaban. Quería verlo, me eche hacia atrás y él me siguió con sus labios sobre mi cuerpo. Recargue las manos sobre la mesada y él se deleito sobre la piel de mi estomago y la de mi vientre.

-Como dije, voy a devorarte Renata Cotty – una vez más me regalo esa sonrisa. Mi sonrisa.

Me gustaba creer que era así.

Asentí. Él jalo mi falta después de bajar el ziper, toco la piel de mis piernas y los vellos de mis brazos se enchinaron.

Emily tenía razón. “Más vale estar siempre bien depiladita. No queremos que se internen en la selva”, rezaba con voz altanera.

Jared mordió su labio inferior, tan jodidamente sexy cuando aventó mi falda a algún lugar de la cocina, provocando que mi corazón amenazara con salirse de mi pecho. Mis bragas se humedecieron en el acto.

-Te soñé miles de veces, pero esto es miles de veces mejor.
-Ven acá – la voz de mi deseo hablaba ahora.

Se había apoderado de mi cuerpo desde que él beso mi cuello.

Lo bese con pasión, mordiendo sus labios carnosos y danzando con su lengua. El sabor a whisky aun bailaba entre su lengua. No supe que fue lo que más me embriago, si él o el whisky o los dos juntos.

-Quiero que me hagas tuya toda la noche, Jared – solté mis deseos mordiendo su oído y abrazando su cadera con mis piernas.
-Tus deseos siempre han sido mis ordenes – clamo en un ronroneo y tomo mis nalgas entre sus manos.


De cómo llegamos a mi habitación no pregunten. Ni yo misma lo se. Solo se, que en el camino tropezamos un par de veces con la pared, ya que yo no dejaba de besarlo ni de morderlo ni de lamer su cuello.

Yo lo esperaba en la cama, mientras él se desnudaba frente a mí. La luz de mis mesitas de noche creaba un ambiente más romántico.

Jared gateo hasta donde estaba y jalando mi cadera me acerco a él.
-¿Lista?

Tome una de sus manos y la deslice por mi cuerpo hasta que llego a mis bragas.
-Pruébalo tu mismo – solté sensualmente.

No se que pasaba conmigo. Pero es que este hombre si me podía.

-Oh, pequeña traviesa – dijo y sus dedos viajaron dentro de mis bragas.

Sus dedos curiosos pasearon por mi centro húmedo y de pronto…

-¡Oh Jared! – grite.

Entraron en mí sin aviso y con potencia empezó a bombear. Deje caer mi cuerpo sobre la cama y él aun torturándome con sus manos me hizo llegar al primer orgasmo. Supe de inmediato que esto no terminaba ahí.

Él gruñía mi nombre mientras besaba cada rincón de mi cuerpo, cada poro de mi piel se acoplaba perfecto a la forma de sus labios. Su lengua mojo mi vientre y de pronto, como sus dedos, entro en mi cuerpo. Sofoque un grito.

-Oh Ren… - Jared murmuraba mi nombre, eso fue lo más sexy del mundo.

Por mi parte, no paraba de convulsionarme de placer. Apretaba las sabanas con fuerza, mientras él besaba mi cuello y trazaba caminos nuevos con sus dedos sobre mi cuerpo.

-Mírame – pidió con voz ronca.

Abrí los ojos, su cabello largo estaba despeinado y caía a los lados de su rostro. Una sonrisa radiante y una mirada celeste llena de pasión me dejo con el corazón latiendo desbocado.

-Renata… eres exquisita, deliciosa… - beso mis labios.

Tomo una de mis piernas y se unió en un solo movimiento a mi cuerpo.

-¡Aaaah!

Si, esa fui yo. Mis gritos fueron más que solo escandalosos. Esto lo había deseado por mucho tiempo atrás. Incluso antes de que él posara sus ojos en mi, yo ya lo deseaba.

Jared tomo mi espalda entre sus manos y sus fuertes brazos me abrazaron pegando mis pechos a su musculoso torso. Él subía y bajaba mi cuerpo. Analizaba mi anatomía con cuidado y a cada embiste mi cuerpo ardía con furia.

Sabia que pronto alcanzaría el mayor de los placeres, mi interior me lo decía.

-Oh, si, si, si… - clamaba como loca.
-Venga. Los dos juntos – jadeaba él.

¿Qué? ¿Juntos?

-¡Renata! – grito Jared en mi cuello.
Mordí su hombro, cuando mi cuerpo alcanzo el clímax un segundo después de él.

Aun abrazados, esperando a que nuestras respiraciones se normalizaran, él beso mis hombros y lamió mi cuello. Eso se sentía tan bien.

Suspire.

-Oh Dios… - dijo y se recostó conmigo entre sus brazos. –Dame solo unos segundos… aun no asimilo tanto… placer.

Sonreí como estúpida.

Él no era como esos tipos que se descargan en ti y después fuman un cigarrillo. Él me tenía abrazada aun después de tener sexo. Eso sin duda le daba puntos a su favor.

_*_
A la maña siguiente, esperaba una nota en el lado de la cama de Jared. No fue así. Por el contrario no había nada. Suspire pesadamente. Todo había sido un buen polvo, solo eso. Mi pecho dolió sin poder evitarlo.

Me daría un baño y quizá después visitaría a Luna, la veía algo rara, con ojeras en los ojos, y aunque sonreía yo la notaba rara. Me puse unos jeans viejos con un par de agujeros en las rodillas, una playera de mi banda favorita: Interpol. Ate mi cabello en una coleta alocada y me calce mis zapatos Chuck Taylor. Anduve con el cuerpo dolorido hasta mi cocina.

Un olor a tocino y huevos revueltos me retorció las tripas. No había notado que estaba hambrienta. Quizá mi hermano había entrado por la puerta o quizá Luna había ido a tomar clases de cocina. En serio que olía muy bien.

Cuando entre a la cocina, mi mandíbula toco el piso. Era Jared, sin playera. Dios, ahora no sé si tengo hambre de comida o de él.

-Oh, hola Rens, espero no haberte despertado. Lucias tan hermosa dormida que me escurrí fuera de la cama para hacer el desayuno – sonrío. Sirvió generosamente en los platos y comimos en la mesa redonda que tenia a un lado de mi sala.

La comida había estado deliciosa. Comimos en silencio, aun no creía que él estuviera en mi cocina, preparando el desayuno.

-Hem, Rens… Yo… tengo que irme – rompió el silencio y dejo su tenedor sobre su plato. –No quería irme sin despedirme, como si fuese un criminal. Además, me la pase muy bien contigo – estiro su mano para estrechar mis dedos.
-Esta bien, si no quieres decir nada. Entiendo. Bien… te ayudare a lavar lo que ensucie… - se puso de pie.
-No, esta bien, yo lo hago… - ataje tomando su muñeca.
-Vale, gracias. Y… bueno… - tomo su chaqueta.

Ya tenía su playera puesta. Camino a la salida. Yo aun si creer lo que pasaba.

En la puerta se despidió nerviosamente de nuevo, lo supe porque tenía un tic de tocarse el cabello.
-Vale… pues… nos vemos – alzo la mano despidiéndose, abrió la puerta y dio un paso hacia fuera.
-Si, lindo día.
-Si, igual para ti… Buen sábado – sonrío.
-Jared – casi grite cuando me dio la espalda. –Me la pase muy bien…
-Yo también… Nos vemos – suspiro y lo vi alejarse.

Cuando se perdió de vista al doblar la esquina para bajar las escaleras entre a mi departamento.

Volví la vista a la mesa, donde aun estaban los platos, con restos de comida, su vaso de jugo a la mitad, ahora podía decir que medio lleno. Mi lado optimista estaba asomando sus narices.

¿Qué demonios pasaba conmigo?

Él era un tipo genial, no había huido como el resto… Aunque, Lex tampoco había huido. Se despidió de mí cuando al amanecer, me llamaron porque Luna estaba en el hospital.

En realidad no sabía a ciencia cierta que pasaba conmigo. ¿Tenia que haber saltado a sus brazos? ¿Tenia que haberme rendido a sus ojos celestes? Solo había una cosa que sabia que tenia que hacer… Llamar a Luna.

diciembre 05, 2010

Maldita delicia... se atrasa.


Siii :(

Con el dolor de mi corazón. La deje un viernes sin Maldita delicia. Lo siento.

Pero es que jodidos deberes escolares.

Ni me dejan terminar el capi de mi Ale, de mi Rens :D

No desesperen que ya esta casi listo... y con un plus incluido... :3

Aguantenme tantititititito que a la brevedad actualizare la historia. ¡Ah! Y no me he olvidado de "Búscame", que tendrá un poco más de caos :P Esa Amelie me cae re bien y pronto dará de qué hablar...


Gracias por su comprension, se irán al cielo con Dioses sabrosos :D (yu-nou).

Saludos a todas :)

noviembre 26, 2010

Maldita delicia. Capitulo IX*

Viernes. Sin mucho que hacer, más que deberes y deberes escolares. Agh, odio eso. Y más si se me juntan, como ahora XD


Por otro lado, quizá quieran linchar a alguien, yo me uno :) je. Aquí nuevo capi de Maldita delicia, como se podrán dar cuenta. Aunque han de poner mucha atención a partir de aquí, ya que los capis, no tendrán secuencia, es decir: como son los puntos de vista de las protagonistas ellas cuentan su vida y no hay secuencia con el capi que sigue. Pero por eso les dejare la notita antes de cada capitulo. Algunos si tendrán secuencia, o eso creo :P Espero que me hayan entendido, si no, solo quiere decir que estoy loca XD


Sin más. disfruten este capi :D Y que tengan un buen fin de semana :)



9. Aquella vez...



*Nota: continuación del capitulo V



Luna Phellan

Su auto era mí más bajo deseo. Simplemente no podía describirlo con palabras. Ese impala y su dueño eran jodidamente sexys. Fue un regalo de su padre cuando salimos de la preparatoria y Jensen lo cuidaba mucho, lo amaba me atrevería a decir.

Jensen tarareaba una canción de AC/DC. Yo no me consideraba una fan, pero me gustaba una que otra canción de ellos.

-Y… dime Lu, ¿Cómo te trata la vida? – me miro de reojo.
-Muy bien. Hago lo que me gusta y me pagan por eso, no puedo pedir más – le dije con orgullo. Esperando que él no comenzara con sus estúpidas excusas.
-Se que puedes pedirlo… y sabes como me gusta que lo hagas – soltó.

Sus indirectas directas, dieron en el blanco. Yo quería preguntarle, Cómo es que había vuelto, la razón de su regreso. Pero era una cobarde.

-¿Y a ti como te va con el negocio familiar? – Pregunte intentando dar una vuelta en el tema y que la conversación no se centrara en mí.
-No cambies el tema. Estábamos en eso de pedir más – se detuvo en un semáforo.
-Sip – mire al frente.

Esos ojos pardos y sonrisa seductora, me derrumbaban. Como siempre que enfocaba la mirada en él y sentía que el mismo sol me deslumbraba, como cuando era una adolescente.

-Ok, otro tema será. El negocio familiar va muy bien.

La familia de Jensen se dedicaba a la construcción. Tenían un emporio. Su empresa era muy conocida. También, hacían negocio comprando bienes y los convertían en prestigiosos restaurantes o bares.

-Estas muy callada, ¿Qué pasa?
-Ah, nada. Solo… me da gusto verte.
No supe si fue una mentía o en realidad me daba gusto verlo. Después de tanto tiempo…
-¿Cómo puedes decir eso, si no me has mirado? – sentí su mirada en mi rostro.

El auto ya iba en movimiento. Me daba una excusa perfecta.

-No quiero distraerte, vas manejando.
-Vale, eso es aceptable. Tus ojos de gato me pueden cautivar… entiendo.

De nuevo me dejo sin habla. ¿Cómo lograba eso? ¿Cómo?

-Por cierto. Esos jeans te sientan muuuuy bien.

“Extrañe tus labios”, “Extrañe cada deliciosa pulgada de tu moreno cuerpo, como un maldito loco”, “Continua sonriendo así, Luna y no respondo”. Esas fueron algunas de sus frases más… decentes.


Dejo el auto en manos del Valet Parking del edificio en donde vivía.

Subimos al ascensor. Ese lugar me traía recuerdos, recuerdos muy pecaminosos, acepto. Ya no podía ver un ascensor como solo un artefacto que nos hace olvidarnos de las escaleras.

Definitivamente amaba la imaginación de Jensen.

-Imagino que recuerdas la ultima vez que compartimos un ascensor, ¿ah?

Baje la mirada.

Obvio que lo recordaba. Eso fue cuando salimos de la preparatoria, después de cortar con Evan. Jensen me dijo que no me olvidaría nunca. Fue algo muy lindo de hecho. Mi primera vez, fue Evan, pero estar con Jensen me hizo sentir miles de cosas. No sabia explicarlo con claridad.

-Ven… - tomo mi mano cuando salimos del ascensor.


Recordaba su casa, pero hace mucho tiempo que no ponía un pie en ella, desde… la muerte de su padre.
Pase un par de noches aquí, cuando su madre Bianca, había muerto; era una mujer preciosa, amable y cariñosa; sabia que Jensen la amaba, y sabia cuanto la extrañaba. Y sabía que él había intentado vivir lejos de este lugar que le traía recuerdos de su familia.
Una parte de él no podía alejase de este lugar, del hogar en donde su madre lo crió tantos años, donde su madre le enseño tantas cosas y donde también aprendí un par. Amor por sobre todas las cosas.

Subimos a su alcoba. Era enorme, una cama King size en el centro. Mesitas de noche a los lados. Un escritorio con su ordenador portátil, un mini estereo. Cerca de una de las ventanas estaba su librero, repleto de revistas de autos, fotografías de sus padres, de sus viajes por el mundo.

Me sorprendió ver en el buró izquierdo de su cama, una foto mía.
-¿Qué es esto? – camine hasta mi retrato.
-Eres tu, claro – se deshizo de su saco.
-Si, pero…
-¿Por qué? Esa es tu pregunta – asentí. –Te dije que no te olvidaría.
-Oh – la coloque de nuevo en su lugar. Me dejo sin palabras.

Me senté en la orilla de su cama. Era como si sus palabras me dejaran sin mis habilidades motrices. Me sentía como gelatina y lo más inteligente en ese momento era sentarme. Aunque yo quisiera salir corriendo de ahí, sabía que no podía ni dar un paso lejos de él. Por más que yo quisiera, por más que hubiera intentado negarme a verlo hablando por teléfono, simplemente no podía hacerlo. Lo sabía.

-¿Pasa algo? – se arrodillo frente a mi.
-No.
-No sabes mentir, Luna.
-Yo… es que tu… Me dan duro tus palabras, es todo.
-Sabes que solo hay una forma en la que te quiero dar, Lu.
-¡Agh! ¿Podrías hablar sin ser un pervertido por una vez en tu vida? – estalle.
-¡Whoa! Tranquilízate, Lunática – tomo mis muñecas. –Solo estoy bromeando.
-Si ya… es tarde, tengo que irme.

Si, soy una cobarde. Lo se. No quería enfrentarlo, no después de tanto tiempo. Pensé que ya había superado esa etapa de mi vida. No era así. De nuevo sucumbiría ante la mirada seductora, la voz y el tacto de Jensen.

-Bien. Te llevo a casa –ofreció.
-No, estoy bien…
-Luna – me regaño.
-Jensen.
-No quiero discutir contigo, porque sabes a donde nos llevan las discusiones, Lu.
-Si, lo se.
-¿Entonces? – Alzo la ceja.
-Quiero irme a casa.
-¿Quieres olvidarte de mi, no? Entiendo que es… difícil verme después de tantos años de ausencia. Pero tenia que hacerlo, ¿sabes? Mi madre murió, mi padre murió, mi hermano… mi hermano… tú sabes como es él. Chuck me mantuvo al tanto de todo, yo solo quería escapar…
-Escapar de mi…
-No, no, yo no dije eso.
-Pero lo sientes. Lamento no ser la persona que deseas, Jensen. En verdad que lo lamento. Quiero ser tu amiga. O eso creía, ahora no se, y luego vuelves y quieres que las cosas vuelvan a ser como cuando teníamos 15 años. No se que quieres de mi, Jensen – estuve al borde del llanto.
-Quiero todo de ti, Lu. Todo – se llevo las manos a la cabeza, se quedo en silencio un rato, mientras se mecía el cabello nervioso. -Ok, mira. Soy una mierda. No debí dejarte, no debí. Era solo un adolescente cuando me fui.
-Si, lo se. Tengo que irme, es tarde.

Tome mi abrigo.

Jensen no me detuvo cuando salí de su antigua habitación ni cuando baje las escaleras.

-Señorita Phellan, que gusto verla con el joven Jensen. Él la necesita tanto – Clarisse su ama de llaves me intercepto con una mirada tierna al pie de las escaleras.
-Hola, ya voy de salida.
-El joven Jensen ha estado muy mal los últimos años. No había venido a casa desde aquella vez…

Aquella vez…

Aquella vez en la que su padre murió en un accidente de autos. Jensen perdió el control de su vida. Su padre era su héroe. Quería ser como él cuando creciera. Siempre fue su mayor sueño.

Jensen se perdió del mundo muchos años. Su hermano mayor Jason lo culpaba por la muerte de su padre. Desde entonces no se hablaban. Jensen dejo la Universidad para irse a quien sabe donde. Su madre murió cuando teníamos quince años y su padre la alcanzo cuando cumplimos 18.

Volvió un tiempo para la lectura del testamento y nuevamente se perdió sin dejar rastro. Chuck hablaba con él, pero Jensen jamás le dijo con quien o donde estaba. Su hermano se hizo cargo de la empresa, la mantuvo a flote muchos años. Louis Parker era el mejor amigo de su padre, lo consideraba un hermano. Era el tío Lou. Él intento reformar a Jensen, pero no lo logro, intento hacerlo volver de no se donde, pero con los mismos resultados.
Y ahora que tenía cinco años de ausencia, volvía para retomar el camino.
¿Era eso posible? ¿Era posible, dejar todo atrás y de nuevo volver a la vida que dejaste? ¿Podía volver a confiar en él?

-Yo…
-Señorita Luna, usted mejor que nadie sabe de lo que es capaz el joven Wyngarden. Volvió hace un día y no lo había visto sonreír desde su partida.
-Si, yo solo…
-No lo deje, no ahora que intenta volver.
-Si… Clarisse, ¿sabe? Intento creer de nuevo en él. Lo intento.
-Usted tiene miedo, comprendo. Pero él también. Perdió todo lo que tenia, todo. No lo deje solo… - Apretó mis manos mirándome como una madre mira a sus hijos después de muchos años de ausencia.
Ella también extrañaba a Jensen, pero diablos que yo lo extrañaba más. Lo extrañe tantos años. Cinco años para ser exactos. Y cada maldito año, me dolía no tenerlo cerca de mí. Clarisse volvió a la cocina, después de apretarme el hombro maternalmente.

Me quede helada. Se suponía que Jensen y yo éramos… amigos. O al menos así nos considerábamos. Me dolió mucho su partida, más cuando me dijo que yo no era nada para él. Intente buscarlo como una loca, pero no sirvió de nada, él era bueno para no dejar rastro. Además el Licenciado Parker no me dijo donde estaba aunque yo le rogué y le rogué que me diera su paradero. Él solo dijo que no era el momento. Que Jensen tenía que estar solo…

Subí a su habitación. No me importo anunciarme tocando la puerta. Entre.

Jensen estaba sentado junto a su ventanal.
-Ham, hola.
-¿Olvidaste algo? – no me miro.
-Jen, mira… me dolió que te fueras, que me dejaras y más tus palabras.
-Lo lamento.
-Si, vale. Creo que no quieres hablar. Esta bien. En serio me da gusto que volvieras. Al menos puedes… puedes… ¡Maldita sea, Jensen! ¡Puedes estar contento de que no te odio como debo hacerlo! – Él me miro. -¡Puedes estar feliz de verme completa de nuevo después de que me gritaste que no era nada para ti!

Di media vuelta y corrí escaleras abajo.

Estaba por entrar al ascensor cuando Jensen tomo mi codo.
-¡Suéltame, pedazo de basura!
-Eres todo para mi – Jalo de mi y me envolvió en sus brazos.
-Jen…
-Luna. Quise volver todo este tiempo para verte de nuevo. Pero me convertí en algo que no quería que vieras. No soportaría darte lastima, que me miraras con pena o vergüenza.
-Jamás podría verte así – Hundí mi cabeza en su pecho.
Olía tal y como recordaba.
-Nunca quise decirte eso, pero quería que me olvidaras, no quería lastimarte.
-Pero…
-Lo se, lo hice al irme. Perdóname, perdóname… - Sollozo.

Me uní a las lágrimas. Su cuerpo temblaba conforme él lloraba.
-Tranquilo, aquí estaré, para ti… lo juro.
-Gracias – se separo. –Gracias por no odiarme como lo merezco.
-De nada – sonreí.
-Si tienes que irte, déjame ir por mis zapatos y te llevo a casa – sus ojos estaban húmedos y rojos.
-No quiero irme, esta vez no me dejaras.
-Eso es una amenaza – Dijo con media sonrisa. Limpie sus mejillas húmedas.

Solo vi una vez a Jensen llorando, cuando su madre murió. Siempre lucia como un tipo duro, ese día llego a mi casa, cuando vivíamos en Brooklyn. Lucia devastado. Mis padres no estaban, así que paso la noche conmigo.
Esta vez no lucia como un adolescente desmoronado, era un hombre ahora. Un hombre que expresaba su dolor. Un hombre que movía mi mundo.

-Solo es una advertencia, Jen. Si vuelves a dejarme, te juro que moveré cielo, mar y tierra para encontrarte y hacerte volver.
-Esta vez no me iré, no me iré jamás. Te lo prometo – Era su turno de limpiar mis lagrimas.

-Demonios Luna, ¿Qué haces para tenerme así? – pregunto de repente.
-Así, ¿Cómo?
-Así… - tomo mi mano y la llevo a su entrepierna. Jadee. –Esto lo causas tu, pequeña. Te extrañe cada noche, cada día, cada hora y cada maldito segundo que no estuviste a mi lado. Ahora no puedo dejarte ir. No puedo.

Lo mire a los ojos, mordiéndome el labio inferior, en un tonto intento de parecer inocente. Después mi mano apretó el duro bulto bajo esos jeans. Que esta de más decir que le sentaban perfecto.
Jensen cerro los ojos. Mi mano masajeo sobre el jean. Jensen se aferro a mi muñeca, aumentando el ritmo de mi caricia.
-Oh, Dios – gimió.
-Arriba – logre decir.

Prácticamente corrimos a su habitación. Me moría de nervios. No había estado con él desde hace cinco años. La noche de su partida fue nuestra ultima noche juntos.

Comenzó por desvestirme. En ningún momento quito sus ojos de los míos. Me hacia sentir más nerviosa.
-Me encanta tu cuerpo – dijo besando mis hombros.
Estaba en ropa interior. Él aun completamente vestido.
-Luna, no sabes cuanto te extrañe…
-También te extrañe – le dije con voz ronca.

Dio media vuelta y me recostó sobre su enorme cama. Él empezó a desvestirse, lentamente y sin dejar de mirarme. Casi me da un ataque cardiaco cuando lo mire en boxer. Había embarnecido, no era el joven delgado que conocí. Jensen no estaba mal en la preparatoria y menos en la Universidad, pero ahora era punto y aparte.

Tenia su pecho tonificado y bronceado. Su abdomen de tableta de chocolate. Sus hombros, brazos y piernas estaban tensos. Y su boxer se levantaba entre sus piernas.

Se inclino a besarme. Sus manos, ¡oh Dios! Tocaron cada parte de mi anatomía como si fueran mágicas. Mis vellos se enchinaron, la piel se me puso de gallina.
Sus labios besaron mi cuello y cuando llegaron a mis oídos. No pude más. Me volví loca.

-Si Luna, así… - Abrí mis piernas para que él se acercara más. -¿Sabes? Esto es mejor que mis recuerdos.
-Bésame – lo tome del cuello.

Sus manos bajaron por mi cadera, llegaron a mis bragas y las bajo. Se relamió los labios cuando miro mi triangulo oscuro.
-Te voy a comer…
-¿Qué?
-Solo espera y veras… - ronroneo.

Su cabeza se perdió entre mis piernas y su lengua…

-¡Ahhh!
-Si, Luna, eso es… grita. Quiero escucharte…

Su lengua masajeo mi botón. Mis manos se cerraron en puños sobre su colcha. Me retorcía de placer y eso parecía gustarle. Y que decir de mi. A mi me encantaba. Nadie me había hecho eso. Nadie. No con la lengua y con…

-Oh si, más…
-Dime un número… - pidió besando mis pliegues.
-No se… - grite.
¿Un numero? ¿Pero que diablos…?
-Solo dilo – exigió torturándome. Sus dedos viajaron a mi centro y entraron bombeando con fuerza.

Como por instinto cerré las piernas para sentirlo ahí más tiempo. Él las separo y soplo.
-Ahh. Dios. Dios… ¡cinco, cinco!

No me venia a la mente nada más que sus años de ausencia. Mismos que haría que pagara con creces.

Pronto sentí como mi cuerpo se llenaba de fuego. Como mi frente se perlaba de sudor, mi respiración se agito aun más. No podía resistir más tiempo. Jensen seguía bombeando sin piedad, acariciando mis senos, mordiendo mis muslos.

-Correte, correte para mi, Luna.
-Si, si… así.

Quería decirle que se detuviera, pero no me creí capaz. Su lengua entraba y salía de mi cuerpo, así como sus dedos, que pronto dejaron de ser dos. Su pulgar frotaba con furia mi botón y sus dedos: índice y medio me hacían gritar como loca. Eso era ahora, una loca.

Cerré los ojos y eche la cabeza hacia atrás. Jensen froto y bombeo con más fuerza y mi cuerpo estallo. Me estremecí como nunca antes. Grite su nombre con fuerza. Lo escuche decir un par de cosas más y mi cuerpo se aflojo extasiado.
Su mano subió por mi cuerpo hasta mi boca. Donde me dio a probar el jugo de mi orgasmo. No lo rechace. Lamí sus dedos, gustosa. Él sonrío y me beso una vez más, robándome el aliento.

-Siempre quise hacértelo de esta manera – se coloco a mi lado, rodeándome con sus brazos. Recargue mi cabeza en su pecho.
-Estuvo delicioso – Suspire.

Mi corazón estaba normalizándose. Trazo dibujos con sus dedos sobre mis brazos.
-Muy delicioso – contribuyo besando mi frente. –Descansa, Lu. Ahora nada te alejara de mi, nada. Además aun hay noche por agotar – susurro con lujuria.

Hice lo que pedía. Cerré los ojos. Su cuerpo calido, me abrazaba. Esta vez no dejaría que me abandonara de nuevo.

-*-

¿Recuerdan ese número que grite como loca cuando él me tomaba con su boca?

Bueno, ese fue el numero de veces que me devoro, ¿el numero de los orgasmos? Joder, apenas recordaba mi nombre.

Dormí demasiado cansada y con las piernas doloridas, Jensen abrazando mi cadera, sentía su respiración normalizada y sus dedos trazando figuras sobre mi vientre.

Esto era… era… era como el día en que me dejo. Cuando al despertar, encontré su lado de la cama vacío y una nota. Misma que enfermamente guardaba en un libro que él me había regalado. "Estudio en escarlata, de Arthur Conan Doyle"



“Lo siento, lamento haberte hecho perder el tiempo. Jensen”.


Después de ver la nota e intentar encontrar algún mensaje secreto. Me vestí con prisa y salí corriendo a la calle, donde Clarisse se encontraba.

-¿Dónde esta?, ¡¡¿Dónde?!! – grite.
-Fue al aeropuerto. Hace como unos 10 minutos – dijo con el labio temblando.
-¡¡Taxi!! – grite con la garganta seca y el corazón latiéndome errático en el pecho.

Apenas llegue y corrí como loca por cada una de las salidas, rogando por encontrarlo abordando. En el vuelo a un lugar que ya no recuerdo, pero que era una de las últimas puertas, a donde la gente casi no abordaba estaba un tipo, era él sin duda. Corrí hasta él, gritando sofocada su nombre, él giro la cabeza.

¿Por qué corría tras él?

Hasta ahora no tenia una respuesta para esa pregunta que retumbaba en mi cabeza. Cuando recuerdo ese día y solo las ganas de maldecir mi actitud surgen a la sombra de las velas y de un par de botellas de vino.

Si lo pienso con la cabeza fría y poniéndome los zapatos de Emily, se que corrí tras él porque fui una estúpida. ¿Por qué más lo haría? Si, tal vez necesitaba una respuesta. No se.


-¡Luna! – jadeo sorprendido.
-¿Por que me dejas, por qué?
-Luna… yo… - miro a todos lados.
-¡Mírame! Y dímelo de frente como el hombre que se supone que eres – gruñí.
-Luna, no eres nada para mí. Solo… eres la chica con la que pase una de las mejores noches de mi vida. ¿Creíste que sentía algo que solo lujuria por ti? Lo siento.
-No, no lo sientes – el nudo de llanto se formo en mi garganta.
-Eres… estupenda…
-¡¡Cállate!! – lo señale. Mi mano temblaba y deseaba partirle la cara por jugar así comigo. –Púdrete bastardo…
-¡Luna! – tomo mi codo y jalo de mi hacia él, cuando estuve unos pasos lejos.
-¡Déjame! Lárgate… vete… - forcejee mi brazo de su agarre y él me soltó con el rostro turbado de dolor.

Un dolor que no creía. Un rostro que me seguiría cada noche después de ese día. Que torturo mis noches, los siguientes 3 años. Jack, mi hermano, estaba dispuesto a matarlo.

Ambos acordamos jamás decírselo a mis padres, ya que mi padre, seguro que lo mataría. Y mi madre, bueno, ambos pelearían por quien matarlo primero.

Jack y Lex fueron de mucha ayuda los primeros años. Después, aparecieron Renata, Emily y Jennifer, cuando él me dejo y abandono la universidad. Renata indiscutiblemente se volvió mi hermana. Y aunque a grandes rasgos, sabia de la existencia de Jensen, ella desconocía la verdadera causa de su partida. Quizá fuera su padre muerto y mi estúpido intento de ayudarlo. Si, estúpidamente creí que dándole mi cuerpo, él dejaría de atormentarse con su muerte. Error.

Me uso y después me desecho, como las chicas con las que se acostaba y de las cuales Chuck y yo conocíamos. Él era un mujeriego con todas las de la ley. Y yo caí en su juego. Era inevitable no caer. Sus ojos pardos de cachorro, su cuerpo de infarto. Era como una planta carnívora, que te hipnotiza con su hermosura, su galantería y sus palabras. Caí rendida cuando él me dijo que extrañaba a su padre.

Intente consolarlo. Lo abrace y después tome su rostro entre mis manos, suspire antes de besarlo y de hundirme en su delicioso sabor, mismo que tras tantos años de conocerlo, moría por retener en mi memoria. Una cosa llevo a la otra y… el resto es historia.

Ahora, ahora decía que no quería lastimarme. Que había huido por el dolor y el tormento que sentía al perder a sus padres. Pero… ¿yo donde quedaba?, ¿Dónde?

¿Solo fui un juego para él? ¿Solo me uso y me desecho como a sus otras gatitas? Yo que lo quería sinceramente y que estaba dispuesta a todo por él. Volvía después de 5 años, así sin más. Y yo, caí en su juego una vez más. Dándole mi cuerpo y mi alma sin condiciones de nuevo.

¿Qué diablos pasaba conmigo?

Salí a hurtadillas de la cama y después de vestirme en silencio, baje las escaleras. Tenia la suerte de mi lado y Clarisse no estaba en el salón principal.

Huí.

noviembre 19, 2010

Maldita delicia. Capitulo VIII

Hola, como cada viernes nuevo capitulo de Maldita delicia. Uf, secretos descubiertos. Fíjense en los detalles, es un buen consejo que les doy :D

Y bueno, disfruten de este fin de semana. Ah, por cierto. Ale... ¿para cuando nuevos capitulos de tus fics? ¿Eh? me tienes con el Jebus en la boca! D: No se vale. Te amo de cualquier forma y estoy profundmente agradecida con las Diosas Destinos de ponerte en mi camino o de ponerme en tu camino XD Te amoooo! :D Y a ustedes chicas, gracias por comentar ;) Enjoy


8. El León y la verdad


Emily Wildest


Ya habían pasado dos semanas desde mi ultima reunión con los abogados, el señor Deline y… él. Mis días en la universidad estaban pesados. Tenia que preparar los exámenes de mis alumnos. Que consistían en un par de preguntas capciosas. Solo para que los muchachos pensaran un poco.


-Emily… ¿Tienes un segundo?
-Solo uno Dorian, tengo muchos pendientes.
-Bien, solo quería ofrecerte una disculpa. Me comporte como un adolescente. ¿Crees que podamos tomarnos un café más tarde?
-Descuida, Dorian. Y lo siento no puedo, tengo que verme con mi abogada.
-¿Todo en orden? – pregunto, parecía preocupado.
-Claro, un par de papeles. Es todo, gracias.


Asintió y dejo mi oficina.


Al menos había aceptado que se puso como niñito. Ahora éramos adultos, las niñerías dejémoslas para los niños. El adulterio para… ok, basta. Mi mente empezaba a divagar.


Toda la semana estuve distraída. El día en que vi a Logan, esperaba encontrar a mis amigas en la cafetería, pero solo estaba Jennifer. Me dijo que Luna y Rens habían tenido un “momento” no grato. Esas dos resolvían con tanta rapidez sus problemas que la cabeza te daba vueltas si eras espectador.


Mi teléfono sonó y me hizo dar un brinco. Mire la pantalla que encendía y apagaba, era Ann Cohen, mi abogada.


-Hola, Ann.
-¿Qué tal Emily? El señor Lacrosse quiere estar presente en la reunión de hoy – directo al grano. Así era ella.
-No.
-Emily, - sonó como regaño – el señor Lacrosse es importante para el bar, lo sabes. ¿O no?


Espero en silencio.


-Ok, ok… entiendo.
-Parece que no te cae nada bien Lacrosse, ¿ah?
-Pues no, la verdad es que no. Pero dejare mis problemas lejos de los negocios. Si quiero que esto funcione, dejare que este en la reunión. Solo quiero que le quede claro a él, que es mi bar.
-Eso le quedo claro la última reunión, Emily. A la que no pudiste venir – recordó.


La ultima reunión. Eso había sido el viernes pasado. Me hice la ocupada y no fui. No quería verlo. No podía verlo. Recordar era lo menos que quería hacer estando él cerca. No quería que fuera Luna, ella es… demasiado explosiva, incluso más que yo. Si algo le decía Logan sobre mi, seguro que ella atacaría directo a la yugular. Mejor no arriesgarse.


-Bien, te veo en la mesa de siempre, ya sabes que pedir para mi, ¿ok?
-Ok, whisky en las rocas. Lo tengo. Buen día, nos vemos pronto – colgó.


La cita era en un bar llamado Francesco. Muy conocido, ahí se habían cerrado tratos importantes. Así que era una tradición ir ahí, y ponernos al día de las cosas del negocio.


Para mi desgracia, el tiempo paso como de rayo. Pronto eran las 5 de la tarde.


-Adelante – le dije a quien quiera que estuviera tocando mi oficina.
-Hola, me dijeron que viniera a ver a la profesora Wildest – alce la mirada apenas escuche esa voz.


El tipo sin duda era guapísimo. Se caía de bueno, si me preguntan.


-Si, soy ella. ¿Qué deseas?


Yo podría darle todo lo que deseara, todo. Esa barba, su cabello despeinado y sus ojos claros, pero de remate y directo a la razón, esa ligera sonrisa. Me estaba mojando, sin duda.


-Soy el profesor de Historia del Arte, Patrick Snyder – estiro una mano, le tendí la mía sin parecer desesperada por sentir su piel.-Bienvenido a NYU.
-Gracias…
-¿Y por que te mandaron conmigo? – pregunte. –Siéntate.
-Si, gracias. Bueno, en la dirección me dijeron que como ambos impartíamos materias optativas, por lo tanto, compartiríamos oficina. Dijeron que traerían otro escritorio a las cinco – miro su reloj.
-Bien. Te dejo mis llaves, yo tengo un asunto que resolver, ¿Patrick o prefieres profesor, o señor Snyder?
-Patrick esta bien, ¿puedo llamarte Emily? – sonrío.
-Claro… - tome mi bolso. Antes de salir le di el juego de llaves. –No las pierdas, que son las únicas que tenemos. Y es un lío llamarle al cerrajero. Adiós, bienvenido nuevamente.


Asintió y lo mire por última vez antes de salir disparada a la calle.


Me divertiría estando en mi oficina, que después ya no querría salir de ella, estaba segura.


Mi nueva camioneta me llevo sin problemas al bar acordado. Le di las llaves al Valet Parking, entre y en la mesa de siempre, la del fondo cerca del piano de cola, estaban ellos. Ann, mi abogada, y Logan, mi peor pesadilla.


No era una pesadilla, al menos no lo era cuando estábamos juntos. Él siempre fue atento conmigo, tierno, cariñoso, me sentía protegida a su lado, y cuando me pidió matrimonio le dije que si con un grito. Pero después…


Después al ver a mis hermanas con sus enormes panzas y sus problemas maritales, preferí huir, dejarlo plantado en el altar. Tenia miedo, miedo de lo que fuera a pasar con nuestro perfecto amor. Él me odio por supuesto. La boda se cancelo, no teníamos muchos invitados, solo amigos de él y mis hermanas, que ya sabían lo que iba a hacer, pero como buenas cómplices guardaron el secreto. Ahora ellas… bueno, ellas eran jodidamente felices con sus esposos. Alegaron que a toda pareja recién casada les llegan sus problemas, pero que saben resolverlo porque hay amor. Bonito consejo después de dejar a Logan, ¿no?


Poco después de dejarlo plantado, me entere que iba a comprometerse con una chica ligeramente más joven que él. Era linda, parecía una muñequita. No me dolía que se casara con ella, lo que me dio directo al corazón, fueron sus palabras: “Ella si es comprometida”. ¿Insinuaba que yo no era comprometida?


Por supuesto que lo era, solo que también era una estúpida, una miedosa. Me deje llevar por un miedo sin fundamentos. Y bueno, eso me sirvió para ampliar mis horizontes. Conocí todo lo que alguna vez planee conocer con él. Probé otros labios y me estremecí en otros brazos. Pero siempre, y para mi condena, siempre extrañe su musculoso pecho agitado, su voz entrecortada clamando mi nombre, sus manos grandes sobre mi cuerpo y esa barba, que él acostumbraba, raspando mi piel. Si, para mi desgracia… aun lo amaba.


-Hola, Emily – Ann me estrecho la mano y se hizo aun lado. El sofá era suficientemente grande para las dos, pero aun así se movió un poco, quede frente a Logan.
-Emily – saludo Logan.
-Señor Lacrosse – solo eran negocios, él y yo no gramos amigos.
Ann se aclaro la garganta.


-Bien, procedamos… Como le decía señor Lacrosse, el bar esta a cargo del Sr. Deline, pero sabemos que la señorita Wildest es la dueña, claro eso en conjunto son la señorita Phellan – Ann sacaba un par de papeles que Logan tendría que firmar, si quería ser inversionista y participar en el proyecto tenia que acatar todas las reglas.
-¿Señorita Phellan?
-Si, es dueña también del bar – explico Ann.
-Hmm, Emily... ¿podrías contarme como pasaste de inversionista a dueña del bar?
-Señor Lacrosse, usted limítese a los negocios, las historias del bar, se quedan en el bar – tome mi vaso con whisky.
-Señorita Cohen – ahora atacaba a mi abogada para obtener la información - ¿Podría usted ser tan amable y contarme como paso?


Ann me miro y asentí.


-La señoritas Wildest y Phellan, invirtieron dinero en el bar, después… el lugar iba a ser demolido, por tal razón el señor Deline lo vendió. Las nuevas dueñas lo impulsaron con nuevas ideas, el señor Deline quedo como gerente, los empleados siguen igual, solo fue cambio de dueño. Ahora el bar prospera.
-¿Para que necesitan un nuevo inversionista si al bar le va muy bien? – pregunto Logan después de escuchar la historia.
-Bueno, la señorita Wildest, quiere abrir un nuevo bar en Las Vegas, el señor Deline tiene un nuevo equipo allá, así que si todo va como hasta ahora, su inversión, señor Lacrosse florecerá.
-Ok, eso me queda claro. Por eso invertí. Dime, Emily… - me miro. Tuve que tragar todo el whisky de una vez para tener un pretexto de no hablar - ¿para qué un nuevo bar? ¿Huirás a Las Vegas?


Eso ya era un ataque. Bien, no le daría el gusto.


-Señor Lacrosse, puede que me case allá con alguien comprometido y haga una fiesta en mi nuevo bar, ¿no cree? – alce la ceja. Ahora trágate tus palabras, ¡bastardo!


¡Dios, necesitaba a Luna! Necesito sus groserías conmigo.


-Vaya, una boda, eso si es bizarro, al menos para ti, Emily – sonrío y bebió de su vaso.

Ann, nos miraba en silencio, después se puso de pie y se disculpo unos minutos.


-¡Firma o lárgate, Logan! –le grite dando un manotazo en la mesa, me estaba sacando de mis casillas.
-Ahora te dignas a llamarme por mi nombre, ¿ah? – Se inclino sobre la mesa. –Emily… me encanta cuando te enojas.
-Pues me amaras porque estoy dispuesta a romperte la cara ahora mismo, cretino. ¿Dónde esta tu esposa perfecta, ah? ¿La dejaste en California? Cuidando a los niños, ¿ah? – me burlaba.


Pero… ok, él podía tener hijos, pero yo tenia a mis amigas.


-Dame los papeles… - tomo el folder en la mesa. Lo giro con rapidez y firmo sin leer. –Nos vemos… señorita Wildest – termino su bebida de un trago. – Yo invito, linda.


Se dirigió a la barra, señalo la mesa y se fue.


¿Por qué no siguió discutiendo? Mire su firma, sus trazos difíciles y perfectos. Como él.


-¿Se fue? – Ann se sentó en el lugar de Logan. Una vez que regreso del tocador.
-Firmo antes – le tendí los papeles. –Todo esta pagado, nos vemos después. Buen día y gracias, Ann.
-Hasta luego, buen día – guardo los papeles en su portafolio y salio detrás de mi.



_*_
El enojo y la furia y todo lo malo que deambulaba en mi cuerpo y que me tenia como un fantasma lo días siguientes a la reunión con Logan, solo podían calmarse con un par de tragos y muchas risas de por medio.


Luna era la indicada. Ella bebía en cualquier ocasión. Jennifer solo cuando quería pasión; Renata solo cuando era una fiesta; yo al igual que Luna éramos de las que bebían para todo.


Deje que Patrick saliera del cubículo que compartíamos y me perdí en su redondo y firme trasero. Me sentía una de las chiquillas que tomaban su clase solo para verlo y podía entenderlas, claro. Yo también me hubiera matriculado en su clase y perderme con gusto en esos ojos claros y su mirada tierna. Uf, él si que era un buen historiador.


Decidí por fin llamar a mi amiga. Además de que tenia días sin verla, al parecer el trabajo ya nos absorbía a todas, y si quería tener un buen día con la sonrisa de Patrick a mi lado y poder disfrutarla como se debe, tenia que quitar todo el estrés de mis hombros y Luna sabía como hacerlo.


La llame, y como siempre, Luna contesto al quinto tono.


-¿Emily?, ¿Qué pasa?
-Solo para invitarte unos tragos.
-Cerveza – me pareció escucharla ronronear.
-Vale, ¿Dónde siempre?
-¡Uf! Sip, nos vemos afuera.
-Ok, en quince minutos estoy en tu trabajo…
-Ham… vale - ¿Acaso Luna Phellan tardo en decidirse?


Nah, quizá solo su jefa le llamo.


-Nos vemos, Lunática, adiós.
-Adiós – colgamos.


Como habíamos acordado, la esperaba fuera de su edificio. Ella salio corriendo y subió de un brinco a la camioneta.


-Andando, muero por una bien fría – dijo y se coloco el cinturón de seguridad.
-Lunática, ¿qué pasa? – le dije sin encender la camioneta.
-Nada – dijo ella y miro a la calle.
-No me iré sino me dices – amenace tomando con fuerza la palanca de velocidades.
-Te lo diré si me llevas a embriagarme – dijo con voz trémula.
-Ok – eso era una promesa.


Fuimos a nuestro bar. Era soberbio llamarlo así. Nuestro.


Luna bajo de la camioneta o de “La güera”, como la había llamado Renata. Arthur nos saludo en la entrada, pasaban de las siete de la tarde y el lugar no tenia ni un alma, un par de personas, más tarde empezaba el ambiente.


-¿Lo de siempre, Luna? – pregunto un mesero. Luna asintió y pidió un poco de limones y sal.
-Bien, ya estamos aquí, ahora dime que pasa.
-No, tu dime como te va, tienes esa vena saltando en tu frente – observo señalando mi rostro.
-Ok, solo son problemas en la Universidad – evadí sus ojos.
-Ja, si claro… Algo pasa, dime que es. ¿Es Dorian? ¿Se le bajo cuando te lo hacia?


Estallo en risas, las pocas personas del bar voltearon a verla y sonrieron. Luna no se calmo hasta que nos trajeron la primera ronda. La destapo con su llavero y empezó a beber como nunca antes. De un sorbo casi termino la botella. Eso indicaba que se confesaría pronto.


Bebí a la par de ella, se me hacia injusto escuchar sus secretos sin estar igual de borracha que ella. Además, tenia un punto a mi favor, la cerveza no me hacia efecto tan rápido.


-Ya va, dime que pasa – chupo un limón. Sus ojos estaban rojos y sus pupilas dilatadas.
-Pues, hombres – bufe.
-¡Dios! ¡Cómo los odio! – termino su quinta cerveza y abrió otra.
-¿A ti que te pasa?
-Mi trabajo, es muy pesado y no puedo mirar como yo quisiera… - gruño y se empino la botella.
-¿Mirar como quisieras?
-Si, ya sabes. Por ver no se paga, pero yo… yo pagare Emi.
-Hmm - torcí la boca. Eso no me daba pistas ni nada.


Al parecer Luna no soltaba la lengua estando borracha. Maldita sea.


-Y tu… ¿acaso es el tipo que me llamo la otra noche?
-¿Tipo?, ¿Cuál tipo, Luna? – tome su mano para que no evitara mi respuesta llenando su garganta con cerveza.
-Si, uno con voz ronca, como los que te gustan. Me llamo… déjame recordar – cerro los ojos – ah si, el jueves o algo por el estilo, la semana pasada creo.
-¿Y que te dijo?
-Nada, solo me pregunto cómo te conocí, supongo que va a secuestrarte… - estallo en risas. –Perdón, es que me acorde del “falo caído” amigo de Jenny, Dios, no le digas que le dije Jenny – ahora si estaba borracha.


Mire a la cubeta que teníamos al lado, ahí contábamos las cervezas que llevábamos, Luna tenia al menos unas diez y yo, como unas 6, después de todo no le lleve el paso.


-¿Te dijo algo más, Lu?
-Nah, solo eso. Bueno, si, algo más, me dijo que era el nuevo inversionista, que solo recolectaba información. Y después nos quedamos de ver para comer. Claro, como es inversionista de esto – miro alrededor -, supongo que estaba bien comer con él, ¿a que no? – termino su doceava cerveza.
-El tipo esta guaperrimo – ronroneo. –Dijo que era tu amigo… que amiguitos ¿eh? – de nuevo rió.
-No es mi amigo, Lu…
-¿Podrías llamar a Chuck? – dijo aventando una nueva botella vacía a la cubeta. Ahora el número se elevaba a trece.
-Ok, dime su número – saco con dificultad su Black Berry de sus jeans y la deslizo por la mesa.
-Esta en mi agenda – cerró los ojos y siguió la música con la cabeza.
-¿Luna? – la voz de un hombre contesto.
-Hola, soy amiga de Luna, Emily, me dijo Luna que te marcara.
-Oh, hola Emily, ¿Luna esta bien?
-S-s-no, no se – le dije honesta. Luna tenía los ojos cerrados, y aunque no parecía borracha, sus mejillas tenían un color rojo.
-Esta conmigo en el bar.
-Oh ya… si, me dijo que me llamaría – recordó el tipo.
-Supongo que Luna quiere que vengas por ella.
-Claro, ¿están en su bar? – pregunto.
-Si, aquí te espero, en la entrada le dices al hombre que vienes por Luna, ¿vale?
-Seguro, no tardo, gracias, Emily – el tipo se despidió y colgó.


-¿Lu, pequeña? – quite su cabello del su rostro, abrió los ojos.
-Estoy bien, ¿llamaste a Chuck?
-Si, ya viene para acá, ¿es tu novio?


Ella se destornillo de risa. -¡Qué va! Es un amigo de la secundaria – dijo y se puso de pie con dificultad. –Whoa, mejor me siento.



-Lu… ¿el señor Lacrosse dijo algo más?
-Algo más, ¿Cómo de qué? No Emily, si te preocupa saber que me dijo, como un secreto tuyo o de él, no. Pero él quiere saber de ti. También me llevo a un bar a perderme en alcohol, pero no bebo con desconocidos – dijo con otra cerveza en la boca.


-Bien – suspire aliviada.
-Pero yo si le saque un par de cosas – dijo con una risilla contenida en sus labios.
-¿Qué cosas?
-Su esposa murió, por eso volvió – me miro a los ojos y esos ojos grises me recordaron a Logan…

Las chicas del Té de Lemmon

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